El túnel abandonado hace 130 años que reabrirá para unir Bilbao y Derio a pie y en bicicleta

Goio Sanz es miembro de la asociación de ciclistas de Zamudio. Recuerda perfectamente el día en que comenzó con varios compañeros a trabajar en la idea de convencer a las autoridades para recuperar el túnel ferroviario de la Vía Vieja de Lezama. «Estábamos con los críos en el patio del colegio y empezamos a hablar de que había una galería centenaria de tren que no tenía uso, que estaba en mal estado, pero que antaño unía Bilbao y el Txorierri en apenas 500 metros», recuerda. «Nos pareció una manera fabulosa de conectarnos con la villa y, al mismo tiempo, de buscar un entorno de ocio saludable y seguro para deportistas y paseantes», añade.

Goio tiene hoy 60 años. Han pasado más de dos décadas desde aquella reunión informal de amigos en una escuela del Txorierri. Los niños se hicieron mayores, pero la meta que los ciclistas de la Zamudioko Txirrindulari Elkartea y otros colectivos sociales se propusieron cruzar entonces ya se ve en el horizonte, después de largo tiempo y «varias desilusiones». El Gobierno central, en colaboración con la Diputación, acaba de sacar a licitación los trabajos para recuperar el viejo trazado ferroviario como vía verde. Se han reservado casi 7 millones de euros para ejecutar una obra que se prolongará 24 meses. Si no surge ningún contratiempo, el proyecto será una realidad a finales de 2026. «Para mí, aunque sea mucho más tarde de lo que esperaba, es un sueño cumplido».

El túnel de la Vía Vieja de Lezama, cuyo nombre está asociado a una tragedia ocurrida hace más de un siglo, está a una cota de 135 metros de altitud y atraviesa Artxanda mediante una estrecha galería de 486 metros de recorrido. En menos de medio kilómetro, los ciclistas y peatones van a poder dar el salto de Bilbao a Derio. «Una persona que ande con cierta regularidad en bicicleta será capaz de llegar al parque tecnológico en solo 20 minutos, sin necesidad de coger el coche y sin tener que dar la vuelta por Artxanda y sus empinadas cuestas».

Es decir, el plan abre una nueva dimensión para la movilidad ciclista, al poner a tiro de piedra de la capital municipios como Sondika, Lezama, Zamudio o Derio. Y no solo eso. El proyecto contempla añadir otros 7 kilómetros de bidegorri y paseo, puesto que la vía verde será compartida con los paseantes. Ahí se pone en valor un espacio muy valioso, un pulmón verde al que se puede llegar sin necesidad de pisar asfalto. Por último, otro de los grandes beneficios previstos es que la recuperación del túnel va a posibilitar a los peregrinos que hacen el Camino de Santiago entrar en Bilbao de manera fácil y segura. Hasta la fecha llegan a la villa por un sendero que sube y baja por el monte y que hace que muchos ciclistas con pesadas alforjas tengan que desmontar y empujar su bicicleta. Ahora tendrán un acceso prácticamente plano, con unas vistas «estupendas», con el Guggenheim o la Torre Iberdrola de fondo.

Las obras no van a ser sencillas, puesto que, en la actualidad, la galería se halla anegada y está aquejada de varios desprendimientos, tal y como ha quedado reflejado en los estudios geológicos que se han hecho y en las inspecciones ejecutadas con georradar. De hecho, cuando empezaron con su proyecto, Goio y varios compañeros exploraron sus entrañas con piragua. Hoy en día, la galería está inaccesible, cubierta de maleza y tapiada en la parte que mira a la ciudad.

Pero ¿por qué se construyó este túnel? Y, sobre todo, ¿por qué se abandonó? Su historia es luctuosa. La saben bien algunos de los vecinos más mayores del barrio de Zurbaran, que aún manejan el relato oral que le transmitieron sus abuelos de lo que sucedió a finales del siglo XIX. La galería comenzó a construirse en 1891, con el objetivo de unir Bilbao con Begoña y Lezama. La línea de tren se abrió en tiempo récord. El 2 de mayo de 1894 se hacía el viaje inaugural. Pero la alegría duró solo unos meses. El 7 de julio, un convoy perdió los frenos y se estrelló en la bajada hacia Begoña. Había demasiada pendiente (cerca del 4%, cuando una línea moderna no admite ni siquiera el 2%). Murieron 13 viajeros y otros 17 resultaron heridos. Este accidente y la posterior explosión de una locomotora hicieron que el ferrocarril se abandonara.

Fue entonces cuando se optó por construir otro túnel, en una ubicación distinta, para llevar el tren de nuevo al Txorierri. La nueva galería se proyectó en La Ola y, esta vez sí, resultó un éxito. Es la que en la actualidad atraviesan los ferrocarriles de Euskotren. Tras su cierre, la Vía Vieja de Lezama cayó en el olvido. Hasta que hace dos décadas se activó un movimiento ciudadano para instar a su recuperación. Esta semana, al fin, han salido a concurso las obras.

La reforma del túnel requiere la inyección de hormigón y bulones (barras de hierro)para el refuerzo de la bóveda y los laterales. Además, los obreros tendrán que impermeabilizar y canalizar el agua natural que afluye a la galería. El resultado final será un paso de sólo 2,6 metros de anchura. Quizás resulte estrecho y haya que ir con mucha precaución pero la recuperación de la galería y su nueva vida como vía verde abre una nueva dimensión para ciclistas y paseantes.

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