De huesos a restos descuartizados, un año de crímenes en Bizkaia

El año 2021 empezó con los ecos de un crimen estremecedor en el barrio baracaldés de Rontegi. Una mujer, Soraya H.M., permanece encarcelada de forma provisional en la prisión alavesa de Zaballa, desde diciembre de 2020, como presunta autora del asesinato y descuartizamiento de su pareja, Roberto Colina, de 62 años. El hombre había desaparecido en julio de ese mismo año, pero no fue ella quien puso la denuncia sino un hermano de la víctima. Cuando le preguntaban por el paradero de su compañero, la mujer respondía que 'Rober' se había ido a Castro o que estaba enfermo de neumonía, indistintamente, aunque a los vecinos no les cuadraba que tuviera las ventanas de casa abiertas de par en par.

El 26 de noviembre de 2020, un perro localizó dos piernas seccionadas a la altura de las rodillas. Permanecían ocultas en una bolsa de basura en una zona frondosa junto al depósito de aguas de Rontegi, a 200 metros del domicilio de la pareja. El ADN confirmó que pertenecían al desaparecido. En una sospechosa entrevista para una televisión local, durante la búsqueda de más restos, Soraya soltó que el desaparecido «no andaba con buena gente y tenía muchas deudas». La Ertzaintza interpretó que trataba de abundar en la hipótesis del ajuste de cuentas para despistar a los investigadores.

Una vez detenida, la mujer se confesó autora del crimen ante la jueza instructora, pero en su declaración no reveló dónde había depositado el resto del cadáver. La Policía sospecha que descuartizó el cuerpo en el piso y después se fue deshaciendo de él. Años antes, Soraya había denunciado por malos tratos a una de sus exparejas.

Cuando Barakaldo seguía aún conmocionado por el crimen de Rontegi, un paseante localizó un trozo de pierna en la playa de Arrigunaga el 10 de enero de 2021. La investigación policial y forense llegó a determinar en unas semanas que pertenecía a un joven de 34 años desaparecido también en la localidad fabril en Nochebuena, que había sido asesinado y el cuerpo, cortado en trozos con una sierra mecánica.

El presunto autor del crimen, Sabino P. F., alias 'el legionario', en prisión provisional a la espera de juicio, arrojó los restos a la ría en la zona de Urban, en Barakaldo, y las corrientes los arrastraron hasta el arenal getxotarra. La víctima, politoxicómano, vivía con su asesino y la pareja de éste en una lonja ocupada desde hacía unos meses. La Ertzaintza sospecha que Sabino sufrió un ataque de celos por la buena relación que mantenían la víctima y su novia. Los investigadores también le han imputado un delito de maltrato sobre la mujer.

Unos cazadores hallaron unos huesos humanos, entre ellos varias costillas, un trozo de mandíbula y un fémur, el 22 de enero en un bosque del barrio Muriola, en Barrika. En un primer momento se apreció lo que parecía un disparo de escopeta en un omóplato, aunque un informe del Instituto Nacional de Toxicología lo descartó posteriormente. Correspondían a un hombre de entre 35 y 40 años, de origen africano y con una leve cojera.

Los restos podían tener una antigüedad de unos 15 años. La Ertzaintza distribuyó fotos de las prendas que vestía, un polar con el logotipo de Osakidetza y unas botas verdes Doctor Martins para intentar buscar pistas que pudieran ayudar a identificarle. Se cotejó su ADN con el listado de desaparecidos de larga duración sin éxito hasta la fecha y se descartaron varios posibles candidatos. Su muerte sigue siendo un misterio.

Cuatro hallazgos de restos humanos en apenas dos meses a comienzos de 2021 sembraron la inquietud en Bizkaia. Los expertos atribuyeron el fenómeno a que los ciudadanos acudían más al monte debido a la pandemia.

El esqueleto hallado en el barrio Sarriena de Leioa el 16 de enero ha sido identificado gracias al ADN como el de un hombre de 80 años desaparecido. El cuerpo, en avanzado estado de descomposición –se calcula que podía llevar allí dos décadas–, presentaba cuatro disparos de escopeta en las extremidades inferiores, con trayectoria ascendente.

Según la autopsia, fue tiroteado a una distancia de metro y medio. Estaba descalzo. Sus botas de tipo militar se encontraron a un lado de los fragmentos óseos. En el bolsillo llevaba pesetas, moneda retirada en 2002. ¿Quién querría asesinar a un anciano? La Unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza sigue investigando el caso, de una enorme complejidad, para averiguar los motivos y los autores del crimen.

Dos jóvenes de 19 años y un menor de 17 serán juzgados como presuntos autores del homicidio y robo con violencia de un hombre, Cezar D., de 51 años y origen rumano, el pasado 1 de abril en Santurtzi . La víctima les ofreció un fajo de billetes a cambio de mantener relaciones sexuales. Uno de ellos, I.A.A., que ha reconocido ser el autor material de los navajazos, accedió a sus pretensiones y le acompañó hasta el coche, un 'Volkswagen Polo', que estaba aparcado en la zona del muelle. Según el acusado, Cezar intentó propasarse con él, quería ir más allá de lo que habían acordado. Forcejearon y terminó apuñalándole.

Una vecina observó la escena desde la ventana y avisó a la Policía Municipal. Cuando llegaron los primeros agentes, localizaron a los tres chicos escondidos, con manchas de sangre en sus ropas. El hombre ya había fallecido. El taco de billetes que les había ofrecido era en realidad moneda rumana de escaso valor. Dos de los chicos acusados del crimen siguen de manera preventiva en la prisión de Basauri y en el centro de menores Ibaiondo de Zumarragaga, mientras que el tercero salió en libertad provisional.

Alexandru Andrei Ionita, de 23 años, sigue vivo, ingresado con graves secuelas en el hospital de Gorliz. El joven, de origen rumano, fue víctima de una brutal paliza a manos de la banda de 'los Koalas' en un parque de Amorebieta la noche del 25 de julio. Le golpearon con palos y botellas, además de patadas y puñetazos, incluso cuando estaba ya inconsciente en el suelo. Y le robaron. Lo grabaron en vídeo y colgaron las imágenes en las redes sociales. La Ertzaintza detuvo a 15 chavales, la mitad de ellos menores, por su participación en los hechos, aunque los principales agresores eran cuatro. Se les acusa de intento de homicidio, pertenencia a grupo criminal y robo con violencia.

'Los Hermanos Koala' (LHK), como se autodenominaban, ya habían causado serios problemas de seguridad en Barakaldo, donde residen muchos de ellos. La Policía les seguía el rastro por atemorizar y robar a otros chavales en la salida de colegios e institutos. La agresión de Amorebieta supuso un salto cualitativo en su escalada violenta con gravísimas consecuencias para una familia. Los padres de Alex aún confían en que se obre el «milagro», pero el joven sufrió graves daños en el cerebro a causa de los golpes, por lo que su recuperación es muy complicada.

A plena luz del día, en el centro de Bilbao. El crimen de El Habid se produjo a las cinco de la tarde en la trasera de la estación de Abando, junto al corazón comercial de la ciudad y en uno de los principales medios de transporte. El joven, de 28 años, discutió con otro de 16 delante de sus respectivos amigos. Según el presunto agresor, El Habid le increpó y le hirió con un trozo de cristal. El herido se refugió en la terminal, que a esa hora era un hervidero de gente, y se desplomó sobre un charco de sangre. Fue trasladado en ambulancia hasta el hospital de Basurto, pero falleció al poco tiempo. El presunto agresor huyó, aunque horas después fue localizado por la Ertzaintza.

El joven reconoció ante los policías que había apuñalado a la víctima en el abdomen, aunque no con intención de quitarle la vida sino para defenderse. Será juzgado por la Ley del Menor, más laxa que la de los adultos. El chico estaba tutelado por la Diputación vizcaína y vivía acogido en un hogar en un barrio alto de Bilbao. Allí, fueron los investigadores de la Ertzaintza a buscarle tras la agresión. Le habían identificado gracias a las imágenes de las cámaras de seguridad y a los testigos. El muchacho les entregó el arma homicida. Utilizaba una identidad falsa y tenían antecedentes por atentado y hurto.

El Habid tenía un hijo. Sus allegados tardaron días en poder repatriar el cadáver a Argelia, donde su familia le dio su último adiós.

La Ertzaintza trata de averiguar quién mató a Misael Centeno, un joven nicaragüense de 31 años, cuyo cadáver apareció flotando en un río en Ramales de la Victoria (Cantabria) después de que su familia denunciara su desaparición el 27 de noviembre. Aquella noche, el joven, que trabajaba en una explotación ganadera en Carranza, tuvo una discusión en un pub del barrio Ambasaguas y tiró un vaso contra un chico.

El agredido y sus amigos salieron tras él. Después, ya nadie le volvió a ver vivo. Días después, su cadáver fue localizado en el agua a varios kilómetros de distancia. Los forenses concluyeron que había sido asesinado, ya que le tiraron al cauce ya muerto o insconsciente. Hasta ahora, la Ertzaintza ha practicado nueve detenciones, aunque no se descartan nuevos arrestos para intentar aclarar lo que le ocurrió a Misael.

• Temas
• Valle de Villaverde
• Ramales de la Victoria
• Cantabria (Provincia)
• Gorliz
• Amorebieta-Etxano
• Bilbao
• Santurtzi
• Sucesos