La muerte de su marido fue un golpe tan duro que la reina cayó en una depresión tan fuerte que la apartó de la vida pública durante un tiempo. Sin embargo, Victoria logró recuperar el ánimo gracias a un guardabosques llamado John Brown, con el
que vivió una larga aventura amorosa en el castillo de Balmoral, en Escocia. En otoño de 1865, en la residencia campestre de la duquesa de Atholl, Brown ocupó una habitación contigua a la de Victoria, un detalle que pronto corrió como la pólvora por los más refinados salones de Londres.
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