Borrar
La mágica Chabola de la Hechicera.
La mágica Chabola de la Hechicera. Joana del Hoyo Fernández

Las piedras también hablan

Yacimientos y dólmenes descubren en la Rioja Alavesa nuestro pasado. Ruta por los testigos de ese otro mundo inolvidable

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 25 de abril 2024, 20:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero permitan que lo pongamos en duda. Lo seguro es que cualquier tiempo pasado tuvo su interés, por eso hacerse con él a día de hoy, aprender sobre los días anteriores, ayuda a darse cuenta de las enormes ventajas de los nuevos. Partimos de ruta arqueológica, en busca de antiguos asentamientos. Por La Rioja Alavesa. Para evaluar cómo lo pasaban aquellos ancestros y valorar nuestras comodidades.

Navaridas

La Edad de Hierro

Navaridas, yacimiento Alto Castejón.
Navaridas, yacimiento Alto Castejón. Leandro Sánchez

El primer consejo sería visitar el Centro de Interpretación de Navaridas. En la antigua Casa Palacio de los Sodupe. Allí conocerás cómo vivían los habitantes del Poblado del Alto de Castejón, yacimiento arqueológico declarado Bien de Interés Cultural. Antes de nada, puedes visitar el edificio solo si llamas al teléfono 945605053. Y, para que quede claro, al yacimiento solo es posible acercarse, nada de pisarlo (hay paneles informativos). «Nos encontramos ante un lugar de excepcional interés, casi la totalidad de los elementos se encuentran soterrados, en excelente estado de conservación. Es necesario mantener la máxima protección en la zona, ya que todo apunta a la existencia de numerosos restos en el subsuelo», explican los expertos.

¿Sobre qué aprenderás en el edificio?: sobre el poblado, el territorio, la agricultura y ganadería, la caza, el agua, las manufacturas y las defensas, es decir, sobre el día a día de los antiguos ocupantes entre los siglos IX y V antes de Cristo. También sobre cambios desde el Neolítico hasta el final de la Edad Media.

¿Cómo? Gracias a la recreación del enclave, especialmente de la Primera Edad de Hierro, que pone énfasis en la casa interior y exterior, en estructuras domésticas y artesanales construidas sobre postes, cabañas circulares con zócalo de piedra y cabañas rectangulares con zócalo de piedra y adobe. Fiel a los descubrimientos arqueológicos, que incluyen restos de una explotación agraria de época altoimperial romana y de la estructura de una torre medieval, arriba del cerro.

Laguardia

Invasión celtíbera

Recreación de una de las viviendas en el Poblado de La Hoya.
Recreación de una de las viviendas en el Poblado de La Hoya. iñaki garcía

Recorrer el Poblado de la Hoya permite apreciar el urbanismo de sus calles, profundizar en las costumbres de sus gentes. Las visitas pueden hacerse todos los días, excepto lunes; a partir de mayo, por la mañana y la tarde. Gratis, solo piden llegar mínimo media hora antes del cierre. Conocerás así uno de los yacimientos más importantes de la Comunidad Autónoma Vasca, cuyo origen data del siglo XV antes de Cristo. Cuando pobladores indoeuropeos, de centroeuropa, tomaron contacto con culturas megalíticas de la zona.

Por entonces ya contaban con muralla, podrás ver los 360 metros conservados. Primero la levantaron de madera, después de mampostería. Con ella se hizo frente a celtíberos de la meseta que atacaron el lugar sobre el siglo IV a. de C. Vencieron, favoreciendo un paso adelante en cuanto a la adquisición de cultura y desarrollo. Ellos estructuraron el poblado por manzanas, «con bocacalles no enfrentadas para evitar la canalización del viento, muchas de las casas porticadas para evitar mojarse cuando llovía y las calles empedradas. Los hogares, en un principio de madera, se construyeron posteriormente con zócalo de piedra y paredes de adobe con entramado de madera. Se dividían en entrada, cocina y almacén, el tejado era de paja», explican los arqueólogos.

La invasión se tradujo, además, en mayor rendimiento agrícola y fomento del trueque, convirtiendo al enclave en destacado centro comercial y de organización territorial. Después, el tiempo trajo el olvido. El abandono se confirmó aproximadamente en el siglo III a. de C. Aún se desconocen las razones.

De Labastida a Laguardia

Ruta de los dólmenes

La mágica Chabola de la Hechicera.
La mágica Chabola de la Hechicera. Joana del Hoyo Fernández

Si te gustan las construcciones megalíticas, te encantará esta ruta. Parte de oeste a este, obedeciendo la dirección de la N-232. Para permitir la contemplación de las mejores de la zona. El Dolmen de La Cascaja espera a solo 500 metros de Peciña. Sepulcro de corredor, allí encontraron cráneos y restos de más de 31 personas. También huesos de animales, vasijas y puntas de flecha. Seguimos. Antes de pisar Villabuena aparece el Dolmen de El Montecillo, que podría haberse elevado verticalmente sobre tres metros. Albergaba restos de huesos humanos y cerámica.

Tras contemplarlo, toca volver atrás para retomar la carretera N-232 en dirección a Laguardia hasta el cruce que, a la derecha, lleva a Leza y, a la izquierda, a Vitoria por el Puerto Herrera. A unos metros de la confluencia, en esta última dirección, espera el Dolmen de Layaza, enterramiento de corredor rodeado por un túmulo de piedras de planta ovalada. Después, al noroeste de Leza, el Dolmen de El Sotillo, también de corredor, conserva túmulo, reducido eso sí. En él descubrieron ajuar funerario.

¿Qué tal va la ruta? Atentos, todavía queda lo mejor. Muy cerca de Laguardia, el Dolmen de San Martín es sencillo de reconocer por su chozo sobre túmulo que aprovecha como muro trasero las losas de la cámara dolménica. Justo antes del municipio habrá que elegir un cruce a la izquierda hacia Elvillar para toparse con el Alto de La Huesera. Presenta dimensiones monumentales y es uno de los más buscados.

Aunque, sin duda, el protagonismo se lo lleva la Chabola de La Hechicera, en Elvillar. Probablemente, el más grande y mejor conservado, forman su cámara nueve losas en figura poligonal y su galería cinco más las de cierre. En él encontraron restos humanos y objetos como hachas, cerámica o aros. Por cierto, luce ese nombre porque, cuentan, por allí se reunían las brujas. Mejor atrezzo imposible, claro.

Laguardia

La importancia del agua

Estanque celtibérico de La Barbacana.
Estanque celtibérico de La Barbacana. JOSEMI RODRíGUEZ

Volvemos a la preciosa villa para participar en una visita guiada que cuesta 4 euros y dura unos 45 minutos. Programada de lunes a domingo, a las 12:15 horas, debe reservarse en la Oficina de Turismo (Tf. 945 60 08 45). Destino: el estanque celtibérico.

Antiguo depósito de aguas, fue ideado hace más de 2.100 años para conservar las aguas de un manantial nacido a 800 metros, en la parte alta de la colina. Gracias a muros de mampostería en seco con despiece irregular. Y muretes superpuestos. Con parte central del embalse casi rectangular y el resto irregular. Sobre 18 x 15 metros, muros perimetrales de entre 0,85 y 3,10 metros de alto. Y 218 metros cuadrados de superficie, 126 en el vaso inferior y 92 en el vaso superior.

El invento podía almacenar hasta 300.000 litros de agua, lo que suponía un buen suministro para calmar la sed de la población. Pero, además de su función práctica, debía tener otra ritual, a juzgar por el ara romana dedicada a las Matres, de raigambre céltica, que se asocia a manantiales o acuíferos minero-medicinales o termales y enclavaron cerca.

Su historia enlaza con otra. Parece que quienes quedaban en el ya conocido poblado de La Hoya decidieron emigrar al cerro que facilitaba bastante la defensa. Parece que el estanque pudo utilizarse durante los siglos III al II antes de Cristo. Ahora los hijos de los hijos de... la contemplan.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios