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Itzulia 2022: Roglic se lleva la crono inicial de la Itzulia

Alarde de Roglic en Hondarribia

El esloveno arrasa en la breve contrarreloj inicial, se viste de líder y deja claro que va a por su tercera Itzulia

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Lunes, 4 de abril 2022

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Los dos abuelos de Primoz Roglic pasaron su vida bajo tierra. Sepultados de sol a sol en la mina. Su padre también trabajó en la galería. Él no. Tuvo esa suerte. Y ha pasado sus 32 años al aire libre. Primero volando como saltador de esquí y ahora como ciclista profesional. El viento fresco en la cara. La brisa marina e invernal de Hondarribia, donde se rodó la película 'Papillon (Mariposa)' en 1973, aquella historia de presos protagonizada por Dustin Hoffman y Steve McQueen. La lucha por la libertad. Gracias al deporte, Roglic se liberó de la tradición minera familiar y no deja de exhibir la fuerza de sus alas. El Alarde de Hondarribia fue suyo. Tronó su detonación. En apenas 7,5 kilómetros cronometrados distanció a todos sus adversarios mucho más de lo previsto. Ganó la pasada edición y ya manda en esta. En la meta y en cuanto pudo buscó a su hijo para abrazarlo. Los Roglic no volverán a la mina.

En poco más de nueve minutos, lo que tardó el esloveno en pasar revista a las candidaturas rivales, le sacó 5 segundos a Evenepoel, el que más se le acercó. El único que se arrimó. Cavagna, el tercero, cedió 16 segundos, dos menos que Thomas, Adam Yates y Vlasov. Ion Izagirre y Vingegaard se dejaron 20, por 21 de Martínez. Pello Bilbao se alejó a 29 segundos y Enric Mas, a 36. Mucho para sólo diez minutos de Itzulia. El alarde de Roglic en Hondarribia proclama en alto que viene a por su tercer triunfo en la ronda vasca. Sin guardarse ni una bala. «He disfrutado de esta contarreloj», confesó.

Cuidado con Hondarribia, pueblo marinero que parece tan apacible. Aquí un día al año desde hace siglos el vecindario desfila en armas. Es el Alarde que recuerda el asedio de las tropas francesas. A los de aquí, además, les llaman 'vikingos'. Cuentan que hay tantos rubios de ojos azules porque por este puerto pasaron los nórdicos para dejar su semilla. Hondarribia, pues, tiene memoria bélica. Un pueblo que sabe de mil peligros, como los que tenía el circuito de la contrarreloj inicial, de 7,5 kilómetros cargados de curvas, repechos, viento, alcantarillas y adoquines. Para dominar este toro mecánico había que tener fuerza y, sobre todo, técnica. Bailar al filo. «Me encantan los recorridos así», dijo Roglic. «Emocionantes»

En un laberinto así no es fácil encontrar la salida sin pincharse con alguna zarza. A los favoritos le recomienda siempre prudencia en lugares así. Les suelen decir eso de 'hoy no es día para ganar la Itzulia pero sí para perderla si tienes un percance'. A Roglic seguro que se lo dijeron. En vano. El esloveno adora la contrarreloj. Estar a solas con su bicicleta en pleno esfuerzo individual. Por eso, por esa soledad, dejó los deportes de equipo y se hizo primero saltador de esquí y ahora es ciclista. La pelea individual es su hábitat. Y no puede reprimirse. Le vence el instinto depredador. Salió como sale siempre: sin bozal. Quería ofrecer su alarde particular camino de la plaza de Armas de Hondarribia.

Aunque era un trazado breve, la fórmula para resolver la ecuación antes que nadie ocupaba toda una pizarra. La etapa salía junto a la playa en dirección al faro. Había que coger impulso para subir la rampa del 12% del castillo de San Telmo. Arriba, con el pulmón en la garganta, esperaba un falso llano, uno de esos tramos que establecen las diferencias. En ese punto, Evenepoel destrozó la marca de Adam Yates, hasta entonces el mejor. El joven belga mete sus 171 centímetros de altura en un puño. Es un proyectil forrado de músculo. Y ha perdido casi todo el miedo que le dejó su escalofriante caída en el Giro de Lombardía de 2020. Aquel vuelo por un barranco que casi le deja en silla de ruedas. Evenepoel se tiró por el descenso hacia el centro de Hondarribia.

Vértigo, riesgo y pericia. Y aerodinámica. Tras un trago de aire, quedaba el paso por el adoquinado casco antiguo y la subida final hasta la meta botando sobre el empedrado. Diez minutos de agonía. Evenepoel entró descosido. Rojo por el esfuerzo. Sabía que sólo uno podía apartarle del liderato. Roglic. El esloveno había igualado su registro en el tramo de subida. Y, sordo ante los que le piden cautela, buscó el filo de cada curva del descenso. Durante su carrera se ha caído muchas veces. Y se ha levantado cuando le daban por enterrado. Los Roglic saben salir de debajo de la tierra. Es su especialidad. Esta vez se mantuvo en pie y empezó a ganar la que puede ser su tercera Itzulia con su alarde en Hondarribia. Su hijo corrió a abrazarle. «Lo importante es la familia», agradeció el líder.

Etapa 1: Hondarribia – Hondarribia (CRI)

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