El Bilbao Basket, aplastado por el peso de la lógica

Ganar al gigante blaugrana equivalía a subir un ochomil en invierno, por la cara norte y sin oxígeno. Con el equipaje que tiene, excesivamente ligero en comparación con el material de lujo de su rival, el Bilbao Basket no tenía nada que perder. Había que vivir la aventura de lo imposible. Simplemente se trataba de desplegar su mejor baloncesto, ir encajando piezas en el puzle de Álex Mumbrú y dar un paso adelante ante lo que se avecina. Recuperar las buenas sensaciones con independencia del marcador era la consigna fundamental, sin que esto significara saltar a la pista con la bandera blanca. Los hombres de negro saltaron a la pista con el cuchillo entre los dientes y aguantaron 20 minutos,

Los de Jasikevicius llegaron a Miribilla después de sufrir su primera derrota en 2021. Cerraron un inmaculado mes de enero con el pleno de diez victorias y el jueves cayeron en el Palau contra el Efes, en la Euroliga. «Sería extraño que perdieran dos seguidos», avisó en la previa Mumbrú. No le preocupaba el rival, sino la respuesta que sería capaz de dar su equipo y abonar el terreno para el crecimiento. Los hombres de negro le dieron lo que quería, una entrega al límite e intensidad que al menos durante la primera parte cambió la cara al equipo.

Los de Miribilla sorprendieron al Barça con una salida en tromba. Ondrej Balvin, disfrazado de general Patton, descorchó el partido con un precioso 'alley-oop' servido por Rousselle. Zyskowski se apuntó a la fiesta de la intensidad y defensa al límite y obligó a Jasikevicius a pedir un tiempo muerto con el 11-4 en el marcador. El técnico lituano estaba hecho una furia, abroncando a sus hombres con una voz que hacía clavar las miradas al suelo. Consiguió despertar a su tropa, que replicó con un parcial de 0-10. Lo cortó la torre checa y luego el RETAbet devolvió el golpe con un 8-3, la última canasta sobre la bocina de Brown para cerrar el cuarto inicial solo dos abajo (23-25).

El Bilbao Basket parecía de todo menos el equipo desvalido y débil que se cae con el primer empujón. Jugaba con los dientes apretados, sin dar un paso atrás y metiendo toda la intensidad posible ante un gigante. El Barça abrió el segundo período con un 0-6, fresco como una lechuga gracias a su rotación infinita, y poco a poco abría brecha en el marcador hasta marcharse diez arriba (33-43). Lejos de bajar la mirada y tirar la toalla, los hombres de negro dieron un paso adelante y gracias a tres canastas prácticamente seguidas de Zyskowski -acabó la primera parte con 10 puntos y 13 al final- minimizaron los daños y se fueron al descanso con un menos seis (39-45). Seguían en pie.

En el descanso, Balvin resumió la filosofía del RETAbet: «Lo único que podemos hacer contra el Barcelona es echarle huevos. Apretar duro y dar el máximo». Más claro, imposible. Rousselle respondió a la llamada con un triple nada más salir del vestuario y redujo la brecha a tres (42-45), pero solo fue un espejismo. El Barcelona pisó el acelerador y replicó con un 0-9 que obligó a Mambrú a parar el partido. Sirvió de poco porque ocurrió otra vez. Apagón bajo los focos de Miribilla. Fundido a negro. Un nuevo parcial de 0-12 disparó a los blaugrana y sentenció el partido. Un tercer cuarto para olvidar (12-30) enterró a los locales.

El Bilbao Basket entraba en los últimos diez minutos 24 abajo (51-75) con jugadores como Jenkins y Hakanson con cero puntos, Brown solo llevaba dos y Reyes, Miniotas y Huskic contaban cuatro cada uno. Una laguna imposible de llenar solo con Balvin, insuficiente para llegar a todo y tapar las carencias del resto. La gasolina y los recursos habían dado para rendir en la primera parte, y luego el equipo cayó a plomo. El Barcelona jugaba a placer, el banquillo celebraba cada canasta como si le fuera la vida en ello -Jasikevicius apretó los puños y pegó un salto con un mate de Bolmaro yendo 21 arriba- y los hombres de negro solo querían que el tiempo pasase rápido. Ahora tienen dos semanas para trabajar, armarse y afilar su baloncesto de cara a tres finales: GBC, Betis y Estudiantes. Ganarlas es cuestión de supervivencia.