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Ertzainas comprueban las identidades de dos sospechosos en una imagen de archivo no relacionada con la información.
«No se debe llamar tiraflechas, machupichus o payoponis a los latinoamericanos»

«No se debe llamar tiraflechas, machupichus o payoponis a los latinoamericanos»

La Ertzaintza elabora un manual policial para instruir a los agentes en el uso del lenguaje, basado en el «respeto cultural»

David S. Olabarri

Miércoles, 9 de marzo 2016, 00:58

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La Jefatura de la Ertzain-tza ha repartido un «manual de uso policial» entre los responsables de las distintas unidades con el que se pretende instruir a los agentes en la correcta utilización del lenguaje cuando se entabla contacto con personas de distintas culturas, razas, etnias, identidades y religiones. La iniciativa parte de la premisa de que los agentes de la Policía vasca deben regirse por un «exquisito respeto» hacia los ciudadanos, tanto en su labor diaria como en su forma de comunicarse. Además, se insiste en que un buen uso de las palabras servirá para «tender un primer puente» hacia las personas con las que se pretende interactuar, lo que también «facilitará la labor policial». Esta instrucción deberá servir para que el «uso adecuado del lenguaje cultural» se refleje también en toda la documentación que confeccione la Ertzaintza.

El manual Comunicación basada en el respeto cultural, al que ha tenido acceso EL CORREO, aborda en términos generales las particularidades de los distintos colectivos con los que puede tener contacto un ertzaina. El documento, redactado en castellano y euskera, insiste en que los agentes deben «interiorizar» que algunas personas de origen extranjero proceden de «contextos políticos y sociales complejos», en los que sus experiencias en lo relativo al trato policial «no ha sido la más correcta en cuanto al respeto a los derechos humanos». Estas vivencias -remarca el texto- «pueden condicionar su actitud ante una intervención policial» en Euskadi. Y, en este sentido, los policías deben ser «especialmente sensibles» a la hora de referirse a personas de diversas procedencias, evitando «convertir una parte en un todo». Este último problema suele producirse cuando se relaciona a los delincuentes o a un tipo de delito concreto con una zona geográfica determinada. Por ejemplo, «mafias del Este» o «banda de búlgaros».

El manual aborda en concreto las características y la forma de referirse a las comunidades musulmana, negra, latinoamericana, asiática y gitana. También se adentra en el lenguaje «respetuoso desde la perspectiva de género» y en el relativo a la «identidad sexual». Y, por último, enumera las expresiones y términos que suelen utilizarse, pero que «no son respetuosos» con los inmigrantes y «por tanto deben ser evitados». Entre estas últimas, señala «machupichu, aconcagua, payoponi y tiraflechas» para el colectivo latino o «plátano y rollito de primavera» para la comunidad asiática.

El documento es muy explícito a la hora de definir cómo se debe o no llamar a una persona de otra cultura. «Una simple palabra será interpretada de manera diferente según la intención de la persona emisora y predisposición de la receptora, y también afectará el contexto en el que se diga», justifica la instrucción de la Ertzaintza. «Por ello, resulta de importancia no sólo conocer el significado del término utilizado, sino poner especial cuidado en la forma y manera de expresarlo, evitando cualquier tono o sentido peyorativo», recalca el texto.

«Negrito» y «chinita»

El manual explica, por ejemplo, las formas correctas de referirse a las personas del norte de África teniendo en cuenta su lugar de procedencia o su lengua. Del mismo modo, insiste en que debe evitarse el término Iñaki, «muy extendido en nuestra comunidad», para referirse a las personas de raza negra. El texto asegura también que la «gran mayoría» de los latinoamericanos tienen unos «lazos culturales comunes con el Estado español». Además, insiste en que deben huir de los diminutivos -«negrito, chinita»- por su sentido «paternalista».

Desde el punto de vista de la perspectiva de género, da unas pautas para hacer un «uso no sexista» del lenguaje. Entre ellas, recomienda utilizar «genéricos universales» y anteponer la palabra «persona» ante cualquier orientación sexual. Los agentes deben erradicar términos como «reinona, bujarra, trucha, invertido, pierde aceite, bollera o travelo».

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