

El ertzaina que evacuó a la pasajera que volaba a Bilbao: «Si no la sacábamos del avión en tres minutos, se iba a montar un buen circo»
El ertzaina que evacuó a una pasajera con problemas de un vuelo Gran Canaria-Bilbao explica cómo consiguió entregársela a la Guardia Civil y que no se desalojara a casi 200 viajeros
Jon Salvador, ertzaina de la comisaría de Erandio y conocido maratoniano, regresaba con su hijo, su compañero de retos Javi Conde y otro agente recién ... jubilado y también atleta, Patxi Hernández, de un viaje deportivo y solidario a Gran Canaria. Habían ascendido tres puertos para visibilizar la lucha de los deportistas paralímpicos con discapacidad intelectual.
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El vuelo, de la compañia Vueling, tenía prevista su salida sobre las siete de la tarde del pasado domingo, día 22 de diciembre, en vísperas de la Navidad, pero se retrasaba. «Estábamos en las filas de delante y la gente empezaba a ponerse nerviosa. Comentaban que igual nos desviaban a Vitoria», recuerda el agente.
En realidad, el problema venía de una pasajera. «El comandante comunicó por megafonía que tenían de desalojar el avión y que iba a entrar la Guardia Civil. La gente se empezó a enfadar y a comentar que la querían sacar a tortas... Había embarazadas, niños...».
Tres miembros de la tripulacion intentaban calmar a la mujer, presa de un ataque de nervios. Entonces, Jon y Patxi decidieron dar un paso adelante e intentar «salvar la situación». «En los viajes me he acostumbrado a llevar siempre la placa y me identifiqué como policía del País Vasco. Pedí a la tripulación si me dejaban intentar hacer algo«. Cuando le dieron permiso, »me senté a su lado mientras Patxi calmaba los ánimos del pasaje«.
Polémico cambio de asiento
«Intenté tranquilizarla. Le dije que la iba a ayudar. Me cogió de la mano y se derrumbó», cuenta el ertzaina, asiduo a los juegos de policías y bomberos, en los que ha cosechado varias medallas, entre otros éxitos deportivos. La mujer, de unos 40 años, origen sudamericano y vecina de Barakaldo, le contó que tenía a su padre enfermo en Santander y que ella necesitaba medicación contra la ansiedad, pero que no tenía. Según su versión, tenía asignado el asiento del medio en una fila de tres en la que también viajaban dos hermanos. Al parecer, la familia le pidió que cambiars de asiento para que los niños fueran juntos y ella se negó. Entonces, «empezaron a hablarle en euskera», y eso debió de molestarle porque se inició una discusión.
La razón por la que la iban a desalojar la aeronave era porque la viajera mostró una actitud «agresiva e insultante» con la tripulación y el resto del pasaje. Le pidieron que descendiera del avion, pero ella se negaba y acumuluban un retraso de más de una hora.
«Si no la sacábamos en tres minutos se iba a montar un circo gordo». Jon intentó hacerla entrar en razón advirtiéndola de que si mantenía ese comportamiento «se podía meter en un lío muy gordo, ya que se abriría un libro de incidencias«. «No hubiéramos podido volar casi 200 pasajeros. Reubicarnos y demás habría sido complicado». Jon le dijo que iba a hablar con la Guardia Civil. «La levanté, mi compañero cogió su maleta, la acompañamos a la puerta del avión y se la entregamos a los guardias civiles que estaban esperando para entrar», recuerda.
«La gente empezó a aplaudir y nos invitaron hasta a champán, pero entonces tuvimos que pedir silencio por respeto». El vuelo partió para Bilbao «in extremis». «Aterrizamos al borde de que cerraran el aeropuerto, cerca de la una de la madrugada, con casi dos horas de retraso». «Ha sido una actuación de marca», se felicita.
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