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Hablan las afectadas El misterioso aumento de la alopecia femenina

La alopecia femenina se ha multiplicado en las últimas décadas sin que se sepa la causa. Su impacto emocional en una sociedad que relaciona el pelo con la feminidad puede llevar a la depresión y al aislamiento social. Los expertos calculan que el 30 por ciento de las mujeres sufrirá algún tipo de alopecia a lo largo de su vida.

Sábado, 02 de Octubre 2021

Tiempo de lectura: 9 min

En mi consulta he atendido a mujeres que han intentado suicidarse después de perder el pelo. La alopecia no es solo una enfermedad cosmética. El impacto emocional que produce es muy grave. Afecta a la autoestima y a la calidad de vida». Así de contundente se muestra el doctor Sergio Vañó, coordinador de la Unidad de Tricología y Trasplante Capilar del hospital Ramón y Cajal de Madrid. «Es sorprendente la cantidad de mujeres que han acudido a la consulta en los últimos meses por una caída intensa llamada 'efluvio telógeno', inducida por la infección del coronavirus.

Esta circunstancia ha puesto el problema sobre la mesa, pero lo cierto es que el 80 por ciento de los casos en los que las mujeres pierden el cabello no están relacionados con las secuelas de la COVID-19 ni con cáncer ni con otras enfermedades. Son alopecias, existen más de cien tipos y en los últimos años los casos que afectan a las mujeres han crecido de forma vertiginosa, sobre todo un tipo concreto: la alopecia frontal fibrosante», añade el dermatólogo.

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Conchi Botillo, presidenta de la Asociación de Alopecia de Madrid.«En 2017, todo cambió. Se me cayó casi todo el pelo. Me peinaba y sacaba mechones enteros… Fue horrible. Tenía 51 años y, cuando me derivaron al dermatólogo, ya no había nada que hacer, así que me rapé. Lo primero que hacen los médicos es inflarte a ansiolíticos, creen que es por estrés. Sin embargo, cuando les dices que necesitas ir al psicólogo porque lo estás pasando fatal, no te hacen ni caso. El pelo se asocia a la belleza femenina. ¿Has visto alguna mujer calva en la tele? Hombres calvos hay en todas partes».

Descrita por primera vez en 1994, su característica principal es que afecta fundamentalmente a la zona de la diadema, es decir, al área frontal y lateral de la cabeza y, muy frecuentemente, a las cejas. El resultado es el retroceso de la línea de nacimiento del pelo, lo que causa un gran impacto estético. «Algunos estudios relacionan este aumento con factores ambientales e incluso con el uso de algunas cremas cosméticas, pero todavía son muy preliminares», concluye el médico.

«Hace 20 años, la mayoría de los pacientes que recibíamos en la consulta eran hombres, pero ahora tenemos un 80 por ciento de mujeres», asegura Susana Pozo, la directora de la clínica Capilárea. «Concretamente, la alopecia frontal fibrosante ha podido aumentar un 50 por ciento en la última década y lo peor es que, si antes era más común en la menopausia, ahora tenemos pacientes con menos de 30 años».

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Nerea Pardillo. «Tengo 22 años y nací con alopecia. Es un tema genético. Mi abuela también la tuvo. Llevo toda la vida dando explicaciones porque la gente se piensa que he perdido el pelo porque tengo cáncer. Cuando era pequeña, estaba con mi madre en un supermercado y se nos acercó un señor: 'Tú tranquila, que pronto te vas a curar', me dijo. A su lado vi que había una mujer con un pañuelo en la cabeza que también me miraba. Mi madre le tuvo que decir que yo solo tenía alopecia. Nunca he llevado peluca. Estoy acostumbrada».

El estigma femenino

Asociada tradicionalmente a los hombres, la alopecia sigue siendo un tabú cuando de mujeres se trata, a pesar de que «el 30 por ciento de la población femenina sufre algún tipo de pérdida de cabello a lo largo de su vida y, a partir de los 70 años, la cifra se eleva al 55 por ciento», explica Javier Pedraz Muñoz, director médico de la clínica Insparya. Pero no se habla de ello. «Se sienten estigmatizadas porque la sociedad no está acostumbrada a ver mujeres calvas y se piensa que tienen cáncer, así que deben dar muchas explicaciones», continúa el dermatólogo Sergio Vañó.

«Hace 20 años, la mayoría de los pacientes que recibíamos eran hombres, pero ahora tenemos un 80 por ciento de mujeres», afirma la doctora Susana Pozo

«Parece que no existimos, pero aquí estamos. No nos ven porque siempre nos hemos escondido detrás de una peluca, pero tenemos que empezar a aceptarnos a nosotras mismas y reivindicar que existen diferentes tipos de feminidad más allá de lo que establecen los cánones de belleza», explica Conchi Botillo, la presidenta de la Asociación de Alopecia de Madrid. Como ella, varias asociaciones en España reúnen a mujeres que han decidido visibilizar la calvicie femenina y pedir una mayor atención médica que incluya la asistencia psicológica de las pacientes.

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Conchi Pérez. «He tenido que aguantar hasta insultos. Una compañera me llamó 'calva de mierda', y eso no lo he superado. El psicólogo está trabajando conmigo. Me quedé sin pelo hace 20 años a raíz de una operación de reducción de pecho que salió mal. Tuve que operarme cinco veces más y a la segunda perdí todo el pelo. Me pusieron en tratamiento con cortisona y eso me ha destrozado los huesos».

«No tiene nada que ver la forma en la que la sociedad acepta a los hombres calvos. Es más, incluso se los considera atractivos». Estudios científicos, como el que llevó a cabo la Universidad de Pensilvania en 2012, avalan su afirmación. El responsable del estudio, el investigador Albert E. Mannes, concluyó que los hombres sin pelo se percibían como más dominantes y exitosos que el resto. Incluso más fuertes y más altos. Pero ¿pasa lo mismo con las mujeres? «Un hombre calvo puede ser aceptado y valorado, pero una mujer calva siempre conturba el ánimo de quien la observa: compasión, curiosidad, burla… Pero nunca indiferencia.

Una mujer calva frecuentemente se siente discriminada», explica en el libro La alopecia de la mujer la doctora Aurora Guerra, jefa de sección del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario 12 de octubre. «La alopecia de la mujer ha recibido por parte de la sociedad y de la ciencia mucha menor atención que la del varón. No deja de ser sorprendente, cuando es obvio que la importancia estética del cabello alcanza en la mujer un nivel extraordinario. El sufrimiento moral que ocasiona puede ser profundo, intenso y doloroso», concluye.

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Paqui González. «Cuando mi hijo era pequeño, me preguntó: 'Mamá, ¿te vas a morir? Mis amigos dicen que tienes cáncer'. Él siempre me había conocido así, porque perdí el pelo cuando tenía 12 años, pero me empezó a pedir que me pusiera gorra para ir a buscarlo al cole. Yo preferí que fuera consecuente. Ahora tengo 50 años, pero en la década de los ochenta no sabían que este tipo de alopecia es autoinmune. Entonces pensaban que  habías sufrido algún trauma y los psiquiatras me llegaron a preguntar si me habían violado. Ya estoy muy acostumbrada, pero me sigue afectando cuando voy en el metro y alguien se levanta para dejarme el asiento libre».

Según una encuesta realizada entre mil mujeres españolas de entre 20 y 60 años por la empresa Viviscal, el 54 por ciento reconoce que es una cuestión de la que se habla poco porque es muy incómoda. La excesiva importancia de la imagen femenina es el principal motivo para no hablar de ello, con un 31,2 por ciento de las respuestas. En segundo lugar aparece la vergüenza, con un 20,6 por ciento; seguida de la baja autoestima, con un 19,6 por ciento. Destaca el 17,1 por ciento que señala el desconocimiento como la razón para considerar este tema tabú.

Impacto emocional

«La alopecia femenina ha aumentado entre un 20 y un 30 por ciento en las últimas décadas», asegura la directora de Capilárea. «Muchos de esos problemas están provocados por el ritmo de vida que llevamos y se asocian al estrés, la ansiedad o el efecto de las llamadas 'dietas milagro', con carencias importantes de nutrientes para el cabello». Por lo general, se trata de patologías temporales y reversibles, ya que el pelo vuelve a crecer pasado un tiempo. Lo importante, repiten todos los expertos, es dar con la causa que lo ha provocado y frenar el problema. «Por norma general, las mujeres llegan más preocupadas que los hombres, y eso es un obstáculo, ya que el resultado se ralentiza con el estrés», cuenta la doctora Pozo.

Aunque existen más de cien tipos de alopecias, la frontal fibrosante se ha disparado. Afecta a la zona de la diadema, es decir, al área frontal y lateral de la cabeza, y tiene gran impacto estético

Ansiedad, depresión, aislamiento… Las consecuencias de la alopecia femenina van más allá de lo que muchos consideran un simple problema estético. «La pérdida de pelo se percibe como una pérdida del atractivo personal y de la autoestima, se relaciona con el miedo a envejecer y contribuye de forma negativa en la vida social», explica Pedraz Muñoz.

Desde el punto de vista científico, existen cada vez más ensayos clínicos que miden su impacto psicológico a través de diferentes escalas, como la Dermatology Life Quality Index (DLQI) y la Hospital Anxiety and Depression Scale (HADS). «Este tipo de escalas suele tener en cuenta diferentes parámetros como la ansiedad, depresión, autoestima, sentimiento de soledad y aislamiento social». Todos estos estudios han confirmado que un 75 por ciento de los pacientes presenta una afectación psicológica de moderada a leve y que se produce en ambos sexos, «pero en mayor medida en las mujeres, en las cuales el pelo del cuero cabelludo representa un elemento principal de belleza, juventud y feminidad», continúa el experto.

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Marina Chicote. «Hace nueve meses se me cayó todo el pelo. Me hicieron una biopsia y me diagnosticaron alopecia areata. ¿El motivo? Estrés. Siempre dicen lo mismo. Me enviaron al psiquiatra, pero no al psicólogo. Me pusieron en tratamiento con antidepresivos y ansiolíticos y desde entonces estoy de baja. Cada vez que hablo de ello me pongo a llorar, pero antes era peor, lloraba cada día. Tengo que intentar aceptarme así. A los cuatro meses de empezar con la caída decidí raparme y sentí muchísimo alivio. Luego se me cayeron las cejas y fue otro bajón. Al final tengo que dar las gracias de que esto no sea nada más que alopecia».

Según Pedraz Muñoz, las alopecias cicatriciales –que afectan con mayor frecuencia a la población femenina– son las que más influyen en la calidad de vida, «ya que las pacientes las perciben como una enfermedad irreversible y suelen responder peor a los tratamientos. Las alopecias cicatriciales incluyen principalmente la forma alopecia fibrosante frontal». En este sentido, el dermatólogo alerta: «La afectación psicológica producida por la alopecia debe ser tratada lo más rápido posible mediante tratamiento psicosomático básico, estrategias de enfrentamiento, terapias de comportamiento, psicología profunda y, si es necesario, con psicofármacos», concluye.

→ Alopecia androgenética o hereditaria: es la más común en ambos sexos, pero se estima que puede afectar al menos al 25 por ciento de las mujeres a lo largo de su vida. A diferencia de la masculina, que se localiza en las entradas y la coronilla, la femenina es de tipo difuso: comienza a clarear en las zonas centrales y puede seguir hasta la coronilla. El pelo se afina, se miniaturiza y pierde densidad.

→ Alopecia cicatricial: se produce por un proceso inflamatorio de causa autoinmune, y en ocasiones es muy difícil de diagnosticar. Debe tratarse lo antes posible, frenar el brote y evitar que el folículo se atrofie y se pierda definitivamente.

→ Alopecia areata: es de tipo autoinmune y en sus formas más graves produce una pérdida del cabello generalizada, incluso llegando a perder todo el pelo del cuero cabelludo, el vello de las cejas, pestañas y cuerpo (areata universal). Según el doctor Sergio Vañó, «produce cuadros graves de depresión porque impacta mucho sobre la calidad de vida de las pacientes».

→ Alopecia frontal fibrosante: es una patología que afecta en mayor medida a las mujeres, especialmente a partir de la menopausia. Según los expertos, la causa no está aclarada. Parece que tiene un doble mecanismo autoinmune (que implica que el propio organismo ataca al pelo produciendo una inflamación que, si no se detiene, termina destruyendo al folículo piloso) y hormonal. Algunas pruebas son la mayor frecuencia de la enfermedad en mujeres con menopausia precoz o extirpación de útero. Según el doctor Sergio Vañó, «hace 30 años prácticamente no existía la alopecia frontal fibrosante, pero ahora es tan frecuente que una de las posibles hipótesis es que existe un factor ambiental».

→ Efluvio telógeno: es una caída difusa que puede aparecer en situaciones de estrés entre dos y tres meses después del acontecimiento que lo desencadene. El pelo suele recuperarse espontáneamente. Es muy frecuente en mujeres jóvenes, pero también puede suceder en varones y pacientes con edades mayores.