Las dos guerras mundiales, a color

Las primeras máscaras antigás utilizadas en la Primera Guerra Mundial consistían en gafas y protectores faciales empapados en bicarbonato de sodio u orina. En 1915 se mejoraron con modelos como el que usa este soldado alemán. El burro lleva una máscara humana, pero se idearon modelos especiales para perros y equinos. Los ataques con gas mataron –con un sufrimiento horrendo– al dos por ciento de las víctimas de la guerra y provocaron enorme pavor.

Hacía seis años que Austria se había anexionado Bosnia-Herzegovina al Imperio austrohúngaro cuando el heredero al trono, Francisco Fernando, y su mujer visitaron la capital, Sarajevo, en junio de 1914. Un grupo opuesto a la anexión los asesinó. Austria acusó a Serbia, aliada de Rusia, de estar detrás y exigió una reparación... Fue el detonante de la Primera Guerra Mundial. Aquí, el funeral de los archiduques austriacos.

La Primera Guerra Mundial dejó entre cinco y seis millones de mutilados. En su estudio de París, la artista estadounidense Anna Coleman tomaba un molde de la cara de los desfigurados y preparaba una capa fina de cobre que cubría de esmalte. Luego pintaba las máscaras con el tono de piel de  cada soldado e incluso les añadía bigotes. Estas caretas los ayudaban psicológicamente. Aquí, Anna ultima la careta de monsieur Caudron.

Este aviador de la Luftwaffe tiene Polonia a tiro desde la cabina de un bombardero Heinkel He-111. Es el 1 de septiembre de 1939, el día 1 de la invasión alemana de Polonia. Dos días después, Inglaterra y Francia declararán la guerra a Alemania. Pero ya es tarde para los polacos: el 17 de septiembre los rusos penetran por el este. Polonia cae en poco más de un mes. Es el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, donde morirán más de cincuenta millones de personas.

De 1923 a 1938 se celebraron en Núremberg desfiles, discursos y exhibiciones multitudinarios en conmemoración del Día del Partido del Reich. Aquí, desfile de los Reichsarbeitsdienst, fuerzas voluntarias de apoyo al Ejército. Según Dan Jones, coautor de El mundo en llamas (Desperta Ferro Ediciones), su alistamiento fue una manera de eludir la prohibición del Tratado de Versalles que limitaba el número de efectivos del ejército.

La acababan de golpear con un palo en la cara y había llorado. No entendía nada. Se secó las lágrimas para posar para la foto de identificación del campo. Czeslawa Kwoka era católica. La enviaron a Auschwitz junto con su madre porque querían repoblar su pueblo con habitantes alemanes. A Czeslawa la asesinaron en marzo de 1943 con una inyección de fenol en el corazón. Tenía 14 años. En Auschwitz asesinaron a más de 1,3 millones de personas.

Benito Mussolini se disfrazó de suboficial y viajó con un convoy alemán hacia Suiza. Pero lo apresaron los partisanos. El 28 de abril de 1945 lo fusilaron junto con su amante Clara Petacci. Llevaron sus cuerpos a la plaza de Loreto de Milán, donde antes habían sido fusilados quince partisanos. La muchedumbre los pateó, escupió, orinó encima y los desfiguró a golpes. Luego colgaron los cuerpos bocabajo.

El 16 de febrero de 1945, Adolf Hitler se mudó al complejo de búnkeres excavados bajo el jardín de la Cancillería en Berlín. Se alojó en el Führerbunker (en la foto), la dependencia más profunda, a unos 8,5 metros bajo tierra. Allí vivió la derrota, mandó arrestar a Himmler por traidor, despotricó de sus generales, dio órdenes disparatadas, envió a niños a morir en el frente, se casó con Eva Braun y el 30 de abril se pegó un tiro.

Las rapaban, embadurnaban con barro o paseaban en ropa interior por las calles. Esta suerte corrieron unas veinte mil francesas cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Multitudes airadas las condenaron al ostracismo por haberse acostado con alemanes. 'Colaboracionismo horizontal' lo llamaron; y a la ceremonia de escarnio la bautizaron como 'carnaval feo'. La Policía no solía intervenir.