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DAVID VALERA
Viernes, 13 de diciembre 2013, 01:56
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Las mujeres españolas cada vez tienen menos hijos y retrasan más años su maternidad. Además, la tendencia del hijo único se consolida hasta el punto de que casi tres de cada diez niños (27,6%) crece sin ningún hermano. Además, el porcentaje de mujeres sin descendencia también aumenta y se sitúa en el 13%. Así consta en el estudio 'El déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español', presentado ayer por la Fundación La Caixa y que pretende señalar las causas del envejecimiento. Sin embargo, el informe también muestra que a pesar de los pobres niveles de natalidad, los españoles, tanto los padres como las madres, mantienen su preferencia por tener dos hijos. Un deseo que factores como la precariedad laboral y la falta de políticas de igualdad de género impiden llevarlo a la práctica.
La tasa de fecundidad en España en 2012 fue de 1,3 hijos por mujer, frente a la media de 1,6% de la UE. Países como Francia (2 hijos), Reino Unido (1,98) o Suecia (1,90) quedan mucho más lejos. La caída paulatina de la natalidad en España durante el último siglo se constata al comparar los 3,5 hijos de media de las mujeres nacidas en 1900 frente a los 1,35 de aquellas que nacieron en 1975. De esta manera, la proporción de familias numerosas (tres o más hijos) ha descendido en aquellas mujeres de 1965 hasta suponer el 12,5%, frente al 60,7% de las nacidas en 1940.
Deseos frente a realidad
La maternidad tardía es uno de los factores que refleja el estudio. De hecho, la edad media a la hora de tener el primer hijo ha aumentado de las mujeres de 25 años en 1980 a los 30,1 años en 2011, mientras que en los hombres ha pasado de los 30,1 a los 33,3 años. Así las cosas, la edad en la que se concentra más nacimientos se sitúa entre 32-34 años. Los alumbramientos entre las mayores de 35 años representan el 18% del total y los partos de mujeres de más de 40 años ya representan el 3,9%. Por otra parte, los nacimientos fuera del matrimonio han registrado un espectacular incremento desde el 4% de 1980 hasta el 37% actual.
Sin embargo, el estudio destaca que las preferencias en cuanto al número de hijos se ha mantenido estable en las últimas décadas. Y es que la mayoría de hombres y mujeres desean tener al menos dos hijos. Una cantidad que no concuerda con la realidad debido a los que los investigadores denominan «déficit de bienestar». Según Gosta Esping-Andersen, coordinador y coautor del estudio y catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, este déficit de bienestar está relacionado con factores como la «precariedad laboral, la escasa conciliación familiar, las breves bajas de maternidad y la falta de cobertura de guarderías» que afectan a este descenso de la natalidad.
A pesar de que al final de los años noventa e inicios del siglo XXI la inmigración permitió aumentar el porcentaje, la crisis está provocada el regreso de estos inmigrantes y la emigración de jóvenes españoles. «De continuar la tendencia actual a finales de siglo España perdería la cuarta parte de su población», advirtió Esping-Andersen.
Para superar estas dificultades proponen una verdadera política de igualdad que dé facilidades a las mujeres para adaptar sus horarios laborales al cuidado de sus hijos (jornadas reducidas, trabajo a tiempo parcial) y una inversión pública en educación de 0 a 3 años. El estudio recalca que los países con un sistema de bienestar más frágil (España, Italia, Grecia o Portugal) tienen un índice de natalidad inferior a los que protegen más estas políticas (países nórdicos o Francia). Además, existe el peligro de que la actual crisis provoque un descenso mayor de la natalidad dadas las dificultades económicas por el aumento del paro o los trabajos precarios. Aunque según Esping-Andersen deberán pasar varios años para analizar el impacto de la crisis en la natalidad, el experto señaló que sí está provocando que las madres retrasen aún más la decisión de tener un hijo. «Si la crisis se prolonga mucho más esta dedicisión temporal puede convertirse en permanente», afirmó.
Teresa Castro, coautora del estudio y profesora del CSIC, insistió en que si no se toman medidas para mejorar la conciliación de la vida familiar y laboral y se desarrollan políticas que impulsen la igualdad de género la baja tasa de fecundidad «se mantendrá indefinidamente».
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