Urkullu, en una foto de archivo./ Efe
DEBATE POR EL MODELO DE ESTADO

Urkullu plantea suprimir la Monarquía por «anacrónica»

El PNV se une al coro de voces que piden un cambio en el modelo de Estado. Los jeltzales han interiorizado que esta crisis puede pasarle factura al Rey

OLATZ BARRIUSO En Twitter: @olatz76

Martes, 17 de abril 2012, 12:09

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Ya no es solo Anasagasti. La cacería de elefantes en Botsuana no solo le ha costado al Rey una delicada operación de cadera, sino también una auténtica tormenta política y un debate más encendido que nunca sobre la legitimidad de la propia institución monárquica, al que se han sumado incluso quienes tradicionalmente han mantenido una actitud de deferente tolerancia pese a no definirse como defensores de la Corona. Es el caso de determinados barones del PSOE -que, sin embargo, no han pasado de sugerir la abdicación en favor del Príncipe de Asturias- y, sobre todo, del PNV, que ha pasado de presumir de relación cercana y cordial con Juan Carlos I, a pedir ayer la supresión de la Monarquía por «anacrónica».

La exigencia tiene un profundo calado político. Sobre todo, porque fue pronunciada por el máximo responsable del PNV, su presidente. En una entrevista en EiTB, el líder del Euzkadi buru batzar, Iñigo Urkullu, se confesó «abochornado» por el viaje del Monarca al sur de África «en este momento de crisis económica» y tras haber apelado a la «responsabilidad» para superarla en su último discurso navideño. El líder jeltzale no ocultó su «estupor» y «estupefacción» al conocer el safari de Don Juan Carlos en el delta del Okavango, no solo por considerarlo una «frivolidad absoluta» en tiempos de estrecheces sino también por la ausencia de control de las Cortes Generales sobre las actividades del jefe del Estado en un sistema que se define como monarquía parlamentaria. «Si no fuera porque es todo tan serio, resultaría 'txirene'», comentó Urkullu, que no dudó en abogar, en consecuencia, por instaurar «otro modelo».

Urkullu, que siempre ha dejado claro que no es monárquico, según recuerdan en su entorno, se había cuidado hasta ahora, no obstante, igual que el resto de sus compañeros de partido, de pedir la abolición de la institución o incluso de proferir críticas demasiado ácidas contra la Corona. Un papel que hasta ahora parecía exclusivamente reservado al senador Iñaki Anasagasti, que desde hace ocho años se ha convertido en auténtico azote de la Familia Real, a quienes no ha dudado en calificar de «vagos» o «impresentables». Pero su fijación no ha sido ni mucho menos secundada por su partido, que ha achacado su particular cruzada a la amargura que le provocó la supuesta pasividad del Rey ante la decisión de José María Aznar de involucrar a España en la guerra de Irak.

Entonces se abrió la veda para Iñaki Anasagasti, pero no cabe duda de que ahora han caído otras barreras. De hecho, el PNV ha mantenido durante todos estos años una relación sumamente respetuosa con la Corona, alentada por el inveterado pragmatismo del que ha hecho siempre gala. El propio Xabier Arzalluz solía sostener que «si hubiera un presidente de la República, nunca sería del PNV». Los jeltzales se han inclinado siempre por la neutralidad que les garantizaba el Rey en la jefatura del Estado y por la mayor apertura de Zarzuela a la hora de aceptar distintos grados de autogobierno en las autonomías frente al riesgo de uniformización que detectan en los partidos mayoritarios.

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Pero, bajo el mandato de Urkullu, el PNV se ha caracterizado por intentar adecuarse a las demandas y ritmos de la sociedad e incluso mimetizarse con ella, a pesar del tradicionalismo que se le supone a un partido cuyo lema es 'Dios y leyes viejas'. No obstante, eso no supuso ningún obstáculo para que el líder del EBB apoyara, por ejemplo, la ley del aborto impulsada en su momento por el Gobierno Zapatero y tampoco lo ha sido ahora para pedir la derogación de la institución monárquica, que ha caído a sus más bajas cotas de popularidad desde los albores de la democracia.

Un Rey «amortizado»

Los jeltzales han interiorizado que el controvertido episodio del safari ha multiplicado exponencialmente el sentimiento antimonárquico y que puede pasar al Rey una factura aún más abultada que la imputación judicial de su yerno Iñaki Urdangarin por presunta evasión de capitales. Y no han dudado en sumarse al coro de voces que cuestiona la actual forma de Estado. A Urkullu se unieron, desde sus propias filas, el diputado en Madrid Emilio Olabarria -que habló de progresiva pérdida de «legitimación social»- y, cómo no, Anasagasti, que dio por «amortizado» al Rey aunque, curiosamente, no pidió pasar página sino remozar «de arriba abajo» la institución con vistas a un posible reinado de Felipe de Borbón. De hecho, los jeltzales, que nunca se han definido en ningún documento como republicanos ni como monárquicos, también han evitado ahora abogar de forma explícita por una hipotética III República, aunque no hay más opciones en el abanico democrático. Es más, el burukide Koldo Mediavilla, en un articulo publicado ayer en su post, ironizaba con el «fervor» con que Bildu ha celebrado el aniversario de la proclamación de la II República haciendo ondear la bandera tricolor en el Ayuntamiento de San Sebastián y convirtiéndose así «en español republicano de la noche a la mañana».

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Contradicciones al margen, la posición del PNV es la misma que mantienen en bloque todos los partidos minoritarios del Congreso, que se vio inundado ayer con baterías de preguntas sobre quién pagó la cacería o sobre si Rajoy estaba informado del viaje privado. El líder de IU, Cayo Lara, pidió directamente un referéndum sobre la continuidad de la Monarquía ante «la falta de ética total» que viene demostrando «en los últimos meses» la Casa Real. Rosa Díez (UPyD) instó al Rey a pedir disculpas por irse de cacería «mientras el país se desangra» e ICV le exigió que abdique «cuanto antes».

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