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TXEMA IZAGIRRE
Domingo, 19 de febrero 2012, 17:27
Las artes de los pesqueros franceses están detrás de la mayoría de los cadáveres de delfines que estos días arrastra la mar hasta el litoral vasco. Esa es, al menos, la conclusión a la que llegan en la asociación Ambar, encargada de recoger estos cetáceos. Las redes pelágicas empleadas en el país vecino han hecho saltar las alarmas por su «incidencia inusual» y «preocupante», hasta el punto de que los conservacionistas les atribuyen el 80% de estas muertes. Desde hace una semana, las costas de Bizkaia y Gipuzkoa reciben una media diaria de cuatro cadáveres. Pero a esa incidencia hay que sumar los ejemplares que retiran los servicios de limpieza sin avisar, los que se quedan entre las rocas y los que traga el mar.
Las muertes se producen lejos de la costas y los ejemplares que llegan a las playas lo hacen en avanzado estado de putrefacción. «Los inspectores de pesca han admitido que las marcas de violencia que muestran los delfines están causadas por las redes de los arrastreros franceses», corroboran responsables del Gobierno vasco, que puntualizan que «en ningún caso» la incidencia es achacable a la flota de bajura vasca.
Con viento del Norte
Las mismas fuentes reconocieron que los inspectores están «extrañadísimos, porque es un número inusual». Los cadáveres llegan a Euskadi cuando sopla viento del Norte. El miércoles aparecieron un par de ellos en la playa de La Arena, uno en Zarautz y otro en Arrigunaga. El que recaló en el arenal getxotarra -medía 2,45 metros y pesaba más de 100 kilos- presentaba «grandes desgarros en la parte ventral», informaron desde el Ayuntamiento de Getxo.
En esta época es habitual avistar delfines comunes. Se acercan más a la costa en invierno porque vienen en busca de su alimento: anchoas, sardinas o verdeles. Cuando caen en las redes, mueren ahogados. Estar muchos minutos dentro del agua, les impide subir a respirar y llenar de oxígeno sus pulmones.
Las artes de pesca deja huellas en los especímenes. Aunque todos estén muertos previamente, al delfín de Arrigunaga le amputó algún pescador la parte del cuerpo que se quedó enganchada a la red. Otras veces se notan los golpes o roturas que sufren los animales al caer desde la red a cubierta, amén de que en algunas ocasiones llevan grabadas en su piel las marcas de la red.
El vicepresidente de Ámbar especifica que «todos los cetáceos están en peligro de extinción porque son especies muy vulnerables». Muchas veces fallecen por causas como comer plásticos que confunden con su alimento o por la contaminación de las aguas, ya que «son sensibles a todos los cambios».
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