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AINHOA DE LAS HERAS
Jueves, 5 de enero 2012, 17:34
Mohamed El ghazzi, de 25 años, natural de Marruecos, volvió ayer a nacer. El joven, que vive de 'okupa' con su pareja, Patricia, una veinteañera de León, en una casa de la península de Zorrozaurre, se coló en una empresa sin actividad -Cromoduro- y sufrió una potente descarga que estuvo a punto de costarle la vida. Presentaba graves quemaduras en las manos y las extremidades inferiores, que obligaron a su ingreso en la Unidad de Grandes Quemados del hospital de Cruces.
Al parecer, el joven «llevaba varios días buscando un enganche de electricidad porque estamos sin luz desde hace un mes y no veas qué frío», explicaba ayer Patricia, mientras esperaba a que su compañero fuera rescatado. La Policía, que está investigando el suceso, no descarta que estuviera intentando robar cobre o buscando chatarra, actividad a la que se dedica, según su novia.
Alrededor de las cuatro y diez de la tarde, el parque de los Bomberos de Garellano recibió el aviso de que se había producido una explosión en un pabellón industrial de Zorrozaurre. En realidad se trataba de una violenta descarga eléctrica, que se dejó sentir en toda la zona. Mohamed se encaramó a una ventana que daba acceso directo al cuarto del transformador de la empresa Cromoduro, que lleva cinco meses parada -se dedicaba a la fabricación de componentes de automóvil-. El joven cayó desde la ventana, probablemente al recibir el golpe de tensión, y quedó encajonado en un hueco estrecho entre el transformador y la pared, que además estaba inundado de agua. «¡Socorro, socorro!», escuchó un viandante al pasar junto a la nave. El hombre avisó a unos operarios municipales de que una persona se encontraba en apuros.
«¡Gordo, ¿qué has hecho?!»
Entonces, se movilizaron los Bomberos de Bilbao, una UVI móvil de Osakidetza y una ambulancia de la DYA, además de numerosas unidades de la Policía Municipal y la Ertzaintza. Patricia, que se encontraba en un bar, sintió que se iba la luz y enseguida escuchó las sirenas. Salió a comprobar de qué se trataba y así se enteró de lo que le había pasado a su novio. Llevan juntos desde hace cinco meses. Mohamed llegó a España hace ocho años. Primero a Algeciras, después recorrió otros puntos del país, donde estuvo implicado en alguna pelea, y desde hace nueve meses se encuentra en Bilbao, explicó la joven.
«Por lo que chilla debe tener algo roto. ¡Gordo, ¿qué has hecho? Tranquilo, que ya te van a sacar!», le consolaba la chica desde el otro lado de la ventana. Bomberos y sanitarios esperaban a que llegaran los técnicos de Iberdrola y suspendieran la tensión en el edificio para poder entrar a rescatarle sin correr peligro. Desde fuera se escuchaban los continuos alaridos de dolor de Mohamed.
Alrededor de las 17.35 horas, una vez anulada la posibilidad de nuevas descargas, los miembros de los servicios de emergencia entraron en la empresa. El rescate resultó complicado porque la víctima había quedado atrapada en un pequeño espacio y tenía los pies y las manos quemados. Finalmente, lograron extraerle y trasladarle en camilla y tapado con una manta hasta la ambulancia de Osakidetza que esperaba en la puerta.
El herido se desahogaba con gritos en árabe. Su novia le acompañó en la ambulancia. Fue trasladado hasta el hospital de Cruces, donde estaba previsto que ingresara en la Unidad de Grandes Quemados. En principio, no presentaba fracturas. Su pronóstico era grave, sufría quemaduras importantes, aunque no se temía por su vida. En este tipo de lesiones eléctricas, el paso del tiempo resulta fundamental para determinar su alcance.
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