Un grupo de amigas toma el sol en el Sardinero, en Santander. :: J. C.
SOCIEDAD

Stop-less

La vuelta al conservadurismo y un desmesurado culto al cuerpo son algunas de las causas de este retroceso Cada vez menos mujeres se quitan la parte de arriba del bikini para tomar el sol

MARIBEL MARTÍNEZ

Viernes, 12 de agosto 2011, 21:36

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Puede que Brigitte Bardot no intuyera que ese gesto iba a suponer un hito en la historia de la mujer y sus libertades. Era verano, a finales de los 60, y la sex-symbol francesa se quitó la parte de arriba de su entonces provocador bikini para que el sol bronceara sus senos. Estaba en los glamurosos arenales de Saint Tropez, un reducto de las grandes fortunas y estrellas del celuloide. Y se destapó con mucha naturalidad. Sin aspavientos. Ajena a las miradas que censuraban tamaño escándalo.

Su ejemplo corrió como la pólvora, y los años 70 trajeron consigo imágenes de bañistas -conocidas y anónimas- sólo con la braguita del bikini por las costas europeas. A España llegó la moda con la década ya bien entrada. «La apertura del país trajo consigo al turismo europeo más liberal desde Francia y Alemania», recuerda la diseñadora de bañadores Guillermina Baeza. Ella ha sido testigo del cambio de relación de la mujer con su cuerpo. «El primer bikini que diseñé estaba compuesto por un 'culotte' hasta la cintura y un sujetador tipo 'brasier'». Cuanta menos carne se viera, mejor.

Con el paso del tiempo, la mujer fue rompiendo con los tabúes y las convenciones sociales que la coartaban. Primero la tela utilizada para confeccionar los bikinis se fue reduciendo, hasta que fue habitual no utilizar el sostén. En los 90 el 'topless' era una moda consolidada. Nadie miraba a la vecina de toalla por mostrar su anatomía. Niños y mayores convivían con el torso desnudo de mujeres jóvenes -y no tan jóvenes- que paseaban por la orilla y tomaban el sol sin la parte de arriba del bikini.

Sin embargo, hoy día parece que a las chicas les cuesta más mostrar su cuerpo y tienen más remilgos para destaparse en la playa. Y no sólo las españolas. En 2009, la revista 'Time' recogía que «si quemar los sostenes y hacer 'topless' era la forma en que las mujeres de los 70 y los 80 se manifestaban por su libertad, ahora sus hijas y nietas parecen menos cómodas enseñando sus carnes». Porque cuanto más jóvenes, más pudorosas. Según un estudio de una marca de productos de higiene femenina realizado en su web, un 40% de las chicas encuestadas de entre 15 y 25 años hace topless, mientras que entre las de 26 a 35 años la cifra aumenta al 60%. Entre los motivos de las muchachas para no hacerlo, destaca la vergüenza de que las vean sus amigos, más que sus padres. La misma impresión tiene Baeza. «En los últimos años, está surgiendo cierto conservadurismo entre las jóvenes españolas y se está reduciendo la práctica del 'topless'», apunta.

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«Miedo al cuerpo»

«En mi trabajo, tanto con adolescentes como con adultos, percibo que cada vez hay una mayor dificultad a la hora de mostrar el cuerpo», constata Erick Pescador, sociólogo y sexólogo especialista en cuestiones de género. Y tiene muy claros cuáles son los motivos. «Este aumento del miedo a mostrar el cuerpo lo relaciono con el mayor control social de las políticas conservadoras del neoliberalismo», señala. Y es que, para Pescador, los jóvenes están cada vez más cohibidos. «Están mucho más cerca de la ideología de sus abuelos que de sus padres».

Así lo percibe también Laura, una vizcaína de 46 años que desde los 20 practica 'topless' en playas familiares, y nudismo en las habilitadas para ello. La primera vez que se puso «en tetas» fue en las costas del Cantábrico, junto a sus hermanas y en presencia de sus padres. «A mi madre no le gustaba, pero no nos decía nada», recuerda. No lo hacía porque, mirara donde mirara, había veinteañeras, como sus hijas, que disfrutaban del sol con los pechos al aire.

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Ainhoa hace 'topless' porque no le gusta que le queden las marcas del bikini. Pero no en cualquier playa. Esta bilbaína de 22 años aprovecha cuando está fuera del País Vasco, o en playas apartadas, para destaparse el torso. «No me apetece que amigos o conocidos me vean», confiesa. Pero cuando está con su cuadrilla femenina o sus padres de vacaciones, «sobre todo en Ibiza», prefiere tomar el sol a pecho descubierto. Aunque matiza que para pasear por la playa se tapa. «Mi madre y mi tía también hacen 'topless', pero sólo cuando estamos en la toalla. Nunca para ir al agua o pasear. Siempre lo han hecho así. ¡Pero a mi abuela no se lo decimos porque no le gusta!», exclama.

Laura nunca se ha sentido incómoda paseando por la playa. Ni observada. No se quita el bikini por el afán de exhibirse. «Encontrarás a muy pocos nudistas que lo hagan para presumir de tipazo», asegura. Ella se siente más a gusto sin ropa. Más libre. «Me gusta que me dé el sol en todas partes». Ahora siente que cada vez hay menos mujeres que se destapan en los arenales. Sobre todo, jóvenes. «En la nudista, ni te cuento. ¡No hay relevo generacional!», exclama con cierta tristeza. Lo mismo opina Ainhoa. «En algunas playas prácticamente no veo a chicas jóvenes. Y mis amigas se lo piensan mucho antes de quitarse el bikini».

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Excesivo culto a la imagen

A Laura no le hace falta fijarse en la gente que toma el sol con ella para constatarlo. Lo ve incluso entre sus amigos nudistas. La hija de una pareja naturista, que tiene ahora 22 años, es incapaz de ir a la playa sin el bikini completo. «Yo lo entiendo», asegura Laura. «Cuando yo empecé a hacer 'topless', no existía el culto al cuerpo que existe actualmente. Parece que las chicas tenemos que estar siempre estupendas. ¡Pues no! No se puede llevar al extremo».

Este es precisamente otro de los motivos que los expertos ven en el declinar de esta práctica. «Los jóvenes tienen siempre los cánones de belleza muy presentes», sentencia Amparo Moreno, catedrática de Historia de la Comunicación. Coincide con Pescador en que actualmente los jóvenes son más pudorosos. «Tanto mujeres como hombres», apunta. «Si ellos no tienen un físico potente, tampoco lo muestran».

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El sociólogo insiste en que desde los medios de comunicación -«programas del corazón o 'realities'»- se impone un modelo estético homogéneo, en el que no hay lugar para un pecho pequeño o unas caderas anchas. «Si las jóvenes no tienen un cuerpo perfecto, si no se operan para mejorarlo, no pueden hacer 'topless' y menos andar sin ropa». Éste es el mensaje que les llega desde los medios, y que hace que la sociedad esté yendo hacia atrás. «Estamos regresando al modelo tradicional del pudor y del miedo al cuerpo».

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