«Internet ha convertido el sida y la sífilis en algo explosivo»
El experto repasa con EL CORREO los retos pendientes en la lucha contra la infección, en el 30º aniversario de los primeros casos
FERMÍN APEZTEGUIA
Domingo, 5 de junio 2011, 04:56
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Los médicos están entrenados para curar, que es para lo que les preparan en las facultades de Medicina. Daniel Zulaika, en cambio, ha dedicado su vida profesional al cuidado de sus pacientes. El director del Plan del Sida vasco, expresidente también de la sociedad interdisciplinaria Seisida, repasa los retos pendientes en el 30º aniversario de la aparición de los primeros casos.
- ¿Qué palabra resume estas tres décadas de lucha contra el sida?
- Esperanza.
- ¿El VIH/sida es hoy una amenaza para la salud pública?
- Sí, y de las más graves. Nos afecta a todos y su prevención es muy compleja. En cuestión de sexo, es muy difícil cambiar hábitos y mantenerlos en el tiempo.
- ¡Pero ya no es lo que era!
- Afortunadamente, no. De ser una auténtica tragedia, personal y social, en la que moría muchísima gente joven, ha pasado a convertirse en una infección de transmisión sexual. Bien tratada, convierte a la persona en un paciente crónico.
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- La media de edad de los pacientes crece. De seguir así, ¿desaparecerá el sida en nuestro medio?
- El sida nunca desaparecerá de nuestro medio. Llegó para quedarse. Lo único que podría ayudarnos es una vacuna preventiva, pero de las 517 enfermedades infecciosas que hay, sólo 15 disponen de una.
- ¿El último caso que ha visto?
- Es una tragedia. Un chico gay de 42 años. Salió de la consulta que hay frente a mi despacho hundido, con los hombros caídos y una expresión de desconsuelo. Me llamó tanto la atención que pregunté a la enfermera quién era. Después de años (de prácticas de riesgo), la prueba le había dado positivo. Esa es hoy la imagen del VIH.
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- Pero el sida y el sexo no es algo exclusivo de homosexuales.
- El sida es una infección de transmisión heterosexual en todo el mundo. En nuestro contexto se ha convertido en un tema gay.
- ¿Cómo es posible que sigan dándose casos, si se sabe muy bien cómo se trasmite el virus?
- La diseminación de estas enfermedades no depende del conocimiento, ni la racionalidad, sino de unos instintos que son los que mueven la sexualidad y tienen un componente irracional muy grande.
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- El test rápido en farmacias y ONG, ¿de qué ha servido?
- Es el avance más espectacular de los últimos cinco años. Hacerse una prueba en un centro de salud supone enfrentarse a una carrera de obstáculos. Tienes que explicar tu vida personal y dejar el trabajo tres días, para que te vea la enfermera, el médico y luego te den el resultado. El test rápido supone que uno sale de trabajar, acude a la farmacia o a una ONG y le dan el resultado de forma anónima. Eso es impagable.
'Quiero sexo'
- ¿Los adolescentes han dejado de ser el principal objetivo de las campañas de prevención?
- Los nuevos infectados son personas de 39 años. Pero hay que seguir informando a los adolescentes, porque cada año hay 16.000 chicos y chicas que inician su vida sexual.
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- ¿Hasta qué punto las infecciones de transmisión sexual representan una amenaza sanitaria?
- Hay dos factores hoy que no existían hace una generación y que han convertido a las infecciones de transmisión sexual en algo explosivo. La capacidad que tiene Internet de que las personas contacten entre sí y se propongan relaciones sexuales es tremenda. Cuando una persona va a ligar de forma convencional necesita tiempo para conocerse. El ligue en Internet es instantáneo. Escribes un mensaje de 'Quiero sexo', incluso sin preservativo, y siempre encuentras gente.
- ¿Y el segundo factor?
- La globalización. Hoy, una persona puede tener sexo en Madrid, mañana en Roma, después en Amsterdam. Las infecciones se transmiten así mucho más rápido.
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- Hace 15 años, la medicación salvó la vida de los infectados. ¿A costa de graves efectos secundarios?
- Al principio, sí. Hoy ha ido mejorando. Los siete u ocho últimos antirretrovirales tienen cien veces menos efectos secundarios.
- ¿Los genéricos no los tienen?
- Los genéricos son un recurso excelente, idénticos a los de marca y mucho más baratos. El hecho es que todos damos paracetamol a nuestros hijos, tomamos omeprazol genérico y encima, mucho más barato. Una solución excelente.
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- ¿Está más cómoda la industria farmacéutica inventando nuevos medicamentos que invirtiendo en la búsqueda de una vacuna?
- No. La industria farmacéutica empezó con mucho empuje en dos líneas de trabajo. Una era la vacuna y otra, los tratamientos. Al principio se preveía que la vacuna saldría primero. Pero en 1996 nos encontramos con una auténtica maravilla, las combinaciones de fármacos.
La batalla del preservativo
- Un equipo español trabaja desde hace años en una vacuna terapéutica. ¿Cómo lo ve?
- La idea es muy buena. Una persona que toma medicación durante 50 años, al final tendrá efectos secundarios de todo tipo. La vacuna terapéutica busca mejorar las defensas y permitirá hacer descansos de seis meses sin medicación.
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- ¿Qué se puede esperar?
- La investigación básica tiene todavía un recorrido muy largo.
- ¿En estos años, se ha reunido usted con la Iglesia vasca para pedirle que colabore frente al sida?
- La colaboración con la Iglesia ha tenido aspectos muy buenos. Ellos dieron el paso al frente con la apertura de los primeros centros para enfermos de sida sin hogar. En el tema del preservativo está claro que no han obrado bien.
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- ¿Es una batalla perdida?
- Depende de equilibrios de poder dentro de la propia Iglesia. De si manda la parte conservadora o la más progresista.
- ¿Cuál es ahora el reto?
- Los gays. Suponen el 45% de las nuevas infecciones por VIH, el 80% de las sífilis y el 42% de las nuevas gonorreas. Desde hace años, nos estamos esforzando en desarrollar programas para este colectivo.
- ¿Qué le llevó a hacer del sida su profesión?
-Nos especializamos en esta patología en 1979, cuando empezaron a ingresar en el hospital Donostia consumidores de drogas inyectables con infecciones de todo tipo: hepatitis, ceguera, infecciones cardíacas. Cuando en 1984 llegó el sida, que se daba sobre todo en toxicómanos, lo que hicimos fue seguir con lo que estábamos haciendo.
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