Un compromiso con la cultura vasca
ANDRÉS URRUTIA
Jueves, 28 de abril 2011, 04:33
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Ha fallecido Jose Antonio Arana. Todavía no hace mucho tiempo le llamé para felicitarle por su cumpleaños. Estaba, como siempre, animado e interesado por los temas del país y de su cultura. Así era Jose Antonio, lo mismo para trabajar en un tema arduo de investigación en el campo del euskera, que para traer a colación una referencia en clave musical y comenzarla a cantar para nuestro deleite.
Hombre exigente y puntilloso en sus trabajos, es difícil destacar en su extensa biografía un solo aspecto, ya que no le eran en absoluto ajenos ni el mundo del euskera, ni la música vasca, la bibliofilia, la archivística o el derecho. Su producción, extensa, la materializó a través de múltiples trabajos, conferencias y publicaciones que sirvieron para consolidar, en épocas difíciles para el pueblo vasco, un espacio cultural que hoy tiene ya una vida propia.
Su colaboración con las instituciones culturales del país, los premios y reconocimientos que recibió (el último de ellos el premio Manuel Lekuona de Eusko Ikaskuntza) no hacen sino subrayar una trayectoria vital en la que son hitos importantes su participación en las labores de Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca como académico de número y su implicación en las tareas de gobierno de la institución, de la que fue tesorero durante muchos años y, sobre todo, el alma mater de la Biblioteca Azkue, a la que dedicó todos sus desvelos para lograr que fuese la biblioteca de referencia en materia de lengua vasca. Euskaltzaindia recibió la donación de sus fondos bibliográficos y realizó el catálogo de su biblioteca. Seguía siendo, por otra parte, el académico bibliotecario, el presidente de la comisión de la Biblioteca Azkue y miembro de la Comisión de Publicaciones de la Academia.
Se preocupó, además, tanto en mi caso, como en el de mucha otra gente, de darnos ánimos y responsabilidades a la hora de iniciar una tarea en Euskaltzaindia que ha ido creciendo a lo largo de los años.
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Su compromiso con el ser del país le llevó también a participar en las instituciones públicas, cuando sintió que su presencia y su saber eran necesarios.
Recuerdo, por último, al esposo y padre de familia, y al Jose Antonio amigo, gernikarra de pro, interesado por las cosas de su pueblo y de su gente, con quien siempre compartí esa referencia familiar de Gernika que tanto nos hacía disfrutar y además, estos últimos años, el honor y la satisfacción de ser miembro del jurado que otorgaba los premios de las narraciones que los alumnos de las ikastolas de Gernika, tras visitar la residencia Calzada, escriben sus vivencias. Era emocionante ver la exactitud y el rigor con el que se preocupaba de puntuar el texto, los dibujos y en el acto de entrega de premios, su interés en conocer a los jóvenes de Gernika que empiezan a escribir en euskera.
Euskaltzaindia pierde uno los pilares de su historia más reciente. Muchos, entre los que me incluyo, perdemos un maestro y un amigo. Agur, adixkide, egun handirarte!
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