La Súper E10 gripa a Alemania
Cuatro millones de vehículos podrían ver dañados sus motores por el uso de un carburante ecológico nuevo
ENRIQUE MULLER CORRESPONSAL
Miércoles, 9 de marzo 2011, 12:35
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Los alemanes sienten por los automóviles una pasión por la que serían capaces de casi todo. Es un delirio, un amor irracional que crece en proporción directa al número de caballos de sus motores. A más potencia, mayor deseo. Están convencidos de que el mejor producto que fabrica el país es el coche, muy por encima de la cerveza. Quizá por eso, la relación de amor que existe entre todo alemán y su automóvil está marcada por la fidelidad.
No es broma. Un matrimonio medio les viene a durar unos nueve años. En cambio, no se desprenden de su viejo coche hasta que tiene casi 12. La semilla de tan profundo cariño por las cuatro ruedas la sembró Hitler cuando ordenó fabricar el legendario 'Escarabajo' y construir una moderna red de autopistas.
El resto vino rodado. Tras la guerra, la industria automovilística se convirtió en todo un símbolo del resurgimiento alemán y la construcción de autopistas, en un aliciente para sus ciudadanos. Pero ahora, en pleno siglo XXI, aquel orgullo forma parte del pasado. Los alemanes se sienten estos días traicionados por su Gobierno y están llevando a cabo un boicot sin precedentes contra una idea de su ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, que es uno de los 'príncipes herederos' de la canciller Angela Merkel.
Por orden del ministro, unas 7.000 gasolineras comenzaron a vender en enero una nueva mezcla de gasolina con un 10% de etanol: la famosa y polémica Súper E10. En menos de un mes, su venta ha provocado una peligrosa revuelta popular que puede costarle el cargo a Röttgen y desembocar en una nueva crisis política en el Ejecutivo Merkel, tras la debacle ocasionada con la renuncia de su popular exministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg.
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El ministro Röttgen cometió un error que ahora pretende endosárselo a las refinerías: no alertó a los automovilistas de los daños que podía ocasionar el biocombustible en el motor de sus coches. Según estadísticas del poderoso club de automovilistas germano ADAC, con 16 millones de socios, el nuevo biocombustible puede dañar los motores de cuatro millones de vehículos.
El escándalo ha adquirido una dimensión política que está siendo utilizada ya por el SPD y los Verdes. Los dos partidos están recordando a la población que el exministro de Medio Ambiente en el Gobierno de la gran coalición Sigmar Gabriel (SPD) frenó la venta del polémico biocombustible tras recibir en 2008 un informe que advertía que la E10 dañaría los motores de 3,5 millones de coches.
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El Ejecutivo anunció ayer, quizá presionado por las refinerías, que seguirá autorizando la venta del biocombustible. La medida busca reducir la dependencia alemana del petróleo y contener las emisiones de dióxido de carbono. ¿Lo lograrán? La última palabra la tienen los conductores.
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