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DE CUANDO EN CUANDO

Tuiteros

OLMO

Viernes, 18 de febrero 2011, 09:01

En este mundo de los ordenadores que sirven para todo lo que se refiera a la comunicación personal, ha nacido una nueva generación de seres humanos que, según pude leer en un reportaje aparecido en nuestro periódico, se pueden llamar tuiteros. ¿Y qué son? Pues los que se dedican a tuitear mandándose mensajes unos a otros a través de la red social Twitter. Y como yo no soy experto en estas cuestiones, ni tengo el menor deseo de serlo porque paso olímpicamente, no se lo puedo explicar en su aspecto técnico.

Sin embargo, hablando en román paladino -en el cual suele el pueblo fablar a su vecino, como decía Gonzalo de Berceo, el primer poeta español- les puedo explicar que eso del Twitter debe ser una especie de foro o tertulia que se hace a través del ordenador. Pero no crean que es una tertulia cualquiera porque tiene 200 millones de usuarios y, lógicamente, en ese foro descomunal soltar una tontería o un disparate es exponerse a que se le echen encima millones de mensajes poniéndole a bajar de un burro.

Por lo visto eso es lo que le ha ocurrido a más de un famoso, que a la hora de tuitear se han ido de la lengua y no vean ustedes lo que han tenido que leer en su pantalla. Porque los tuiteros no se muerden la lengua a la hora de teclear disparates. Como para coger el ordenador y venderlo en el rastro.

Si yo supiese cómo se utiliza el Twitter (que no quiero saberlo ni tener la menor relación con él), ¿se imaginan ustedes lo que haría? Pues lo mismo que hizo la esposa en un matrimonio de sordomudos que se entendía sólo por señas. Se trata, naturalmente de un chiste, pero que encaja aquí perfectamente.

La esposa y el esposo estaban discutiendo y ella le soltó al marido todo lo que quiso y más y a continuación, cuando el marido iba a contestarla, apagó la luz. Pues lo mismo haría yo si me dedicase a tuitear. Soltaría una burrada y acto seguido borraría el Twitter de mi pantalla y dejaría a los tuiteros que quisieran ponerme a caldo, con un palmo de narices. O mejor dicho con dos palmos, uno por cada mano.

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