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ARANTZA ALDAZ
Martes, 28 de diciembre 2010, 08:47
¿Por qué? Probablemente sea la pregunta que más se ha hecho en estos dos últimos años Asun Casasola, la madre de Nagore Laffage, la joven irunesa muerta a manos de José Diego Yllanes en los sanfermines de 2008. ¿Por qué la mató? ¿Por qué a su hija? ¿Por qué el jurado popular consideró el crimen un homicidio y no un asesinato? ¿Por qué la Justicia no les ha resarcido después del largo calvario sufrido? Asun seguía ayer sin respuestas y lo que es peor, con la última puerta judicial cerrada a cal y canto, tras la resolución del Tribunal Supremo de ratificar la sentencia de doce años y seis meses de cárcel por un delito de homicidio para el acusado, y no de asesinato como reclamaban la familia de la joven irunesa y las acusaciones populares ejercidas por el Ayuntamiento de Irún, las Juntas Generales de Guipúzcoa, el Instituto Navarro para la Igualdad y el Consistorio de la capital navarra.
La única lectura en positivo para la familia es que el alto tribunal también ha rechazado el recurso presentado por la defensa de José Diego Yllanes, que denunció la indebida aplicación de la circunstancia agravante de abuso de superioridad y la falta de aplicación de la circunstancia atenuante de arrebato. De haber sido aceptadas estas circunstancias, la pena para el acusado podría haberse visto rebajada hasta en cinco años.
Pero nada consuela a Asun, una mujer rota por dos veces, primero por la pérdida de su hija y, después, por la agonía judicial que ha padecido desde que se conoció el veredicto del jurado popular, en noviembre de 2009. «Estoy muy decepcionada con la Justicia. Tenía la esperanza de que apareciera por escrito la palabra asesinato, aunque no hubiera conllevado una pena mayor. Pero esa esperanza nos la han quitado. No sé cómo podremos salir adelante», lloraba ayer Asun en el salón de su casa, donde las fotos de Nagore que salpican cada rincón recuerdan el carácter alegre de la joven asesinada la madrugada del 7 de julio de 2008.
Aquella noche, según se declaró probado, Yllanes -que era médico interno residente de la Clínica Universitaria de Navarra-, y Nagore -estudiante de Enfermería en el mismo centro-, coincidieron de forma casual en plenas fiestas de San Fermín. El crimen se cometió entre las 7.00 y las 8.00 horas de la mañana, en el domicilio del joven. Víctima y homicida comenzaron en el ascensor a besarse y abrazarse. El jurado concluyó que Yllanes pensó «erróneamente» que Nagore Laffage quería mantener una relación «apasionada», por lo que, una vez en la vivienda procedió a quitarle la ropa de forma brusca.
El jurado estimó también que Nagore interpretó «erróneamente la actuación violenta del acusado como un intento de agresión sexual y como reacción amenazó a José Diego con destruir su carrera y denunciarle». El acusado propinó entonces una paliza a Nagore, a quien terminó por asfixiar. Posteriormente, pretendió descuartizar el cuerpo, si bien finalmente lo llevó hasta un paraje boscoso, alejado de Pamplona, donde lo abandonó.
El veredicto del jurado popular contra Yllanes, a quien consideró culpable de homicidio -no de asesinato-, fue el primer «mazazo» para Asun, su marido Txomin y su hijo Javier. El juez condenó al autor del crimen de Nagore a 12 años y 6 meses de cárcel.
«No ha sido humano»
La familia decidió recurrir el fallo amparados en el voto particular de uno de los tres magistrados, que sí calificó los hechos de asesinato al entender probado que hubo alevosía. La decisión del Tribunal Supremo, dice la madre, ha llegado en el peor momento, hasta el punto de que para la familia «es el peor día desde que ya no tenemos a Nagore». La esperanza de lograr una condena acorde a sus peticiones les ha servido de agarre para «ir tirando» en los últimos meses, pero, agotada la vía judicial, el futuro pinta igual de incierto. «No sé cómo saldremos adelante», asegura Asun.
En la sentencia notificada ayer, el alto tribunal coincide con el Tribunal Superior de Justicia de Navarra y dice que con los hechos declarados probados «no cabe apreciar alevosía, que precisamente se caracteriza por el empleo de medios, modos o formas de asegurar la ejecución del delito, eliminando las posibilidades de defensa del agredido». En este sentido, el Supremo explica que si el jurado consideró no probado que «tras la paliza recibida, Nagore se encontraba desvalida, como tampoco estaba en esa situación cuando la apretó el cuello hasta causarle la muerte por asfixia, difícilmente puede sostenerse que se produjo cualquiera de los supuestos de alevosía que determinan la absoluta indefensión de la víctima».
«La Justicia no ha sido humana -sentencia Asun-, ni siquiera a la hora de elegir el día de anunciar su decisión. No son las fechas más indicadas. Después de una Nochebuena malísima, que llegue hoy y te digan esto. Te lo dicen el 10 de enero, pues mal, pero hoy...».
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