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JOSU GARCÍA josugarcia@diario-elcorreo.es
Martes, 26 de octubre 2010, 13:09
«Cuando llegamos aún tenía pulso. Ha sido una auténtica mala suerte». Ana Isabel A. B., una joven de 31 años, falleció ayer por la tarde después de que le golpeara de lleno en la cabeza un fragmento desprendido de la fachada de un edificio de ocho plantas situado en el número 56 de la Gran Vía. Pese a acudir con gran celeridad, los servicios de emergencia no pudieron hacer nada para salvar su vida.
El suceso tuvo lugar pasadas las 20.30 horas en la principal arteria comercial de la villa. En un día en el que ni la lluvia ni el viento hicieron su aparición, un pedazo de hormigón de unos 20 centímetros de largo por 30 de ancho y de un peso de varios kilos se desgajó del quinto piso del bloque de viviendas situado junto al parque de Doña Casilda. Las causas del desprendimiento están siendo ahora investigadas por la unidad científica de la Ertzaintza, aunque todo apunta a un hecho fortuito, sin que mediara intervención humana.
Todo sucedió cuando Ana Isabel se dirigía a una cafetería cercana para tomar una consumición, después de salir de una farmacia colindante, según explicó uno de los vecinos que bajó a auxiliar a la víctima. «Yo no vi cómo le caía el trozo de fachada, pero escuché gritos y me asomé a ver qué sucedía. Entonces pude observar un remolino de personas y sangre en el suelo», relató uno de los residentes del número 56 de la Gran Vía.
Calle cortada
Según la Ertzaintza, la joven tuvo la desgracia de que el hormigón (probablemente la esquina de un balcón o una moldura de la fachada) le golpeara de pleno en la cabeza. «Si le hubiera caído en la cadera o en un hombro, habría resultado herida grave, pero seguramente no hubiera perdido la vida», comentó uno de los bomberos que se desplazó hasta el lugar de los hechos.
Al parecer, la joven era natural de Galdakao. Al cierre de esta edición, pocos datos más habían trascendido. El cuerpo quedó tendido durante más de una hora junto al portal de la casa, a la espera de que llegara el juez de guardia para levantar el cadáver. Un agente se hizo cargo del bolso de Ana Isabel para entregarlo a sus familiares.
La Policía Municipal y la Ertzaintza acordonaron toda la manzana -el edificio está adosado a un inmueble de oficinas públicas-. Además, se cortó el tráfico en sentido hacia el Sagrado Corazón hasta que los Bomberos pudieran asegurar que no se producirían nuevos desprendimientos.
Uno de los empleados de la cafetería a la que se dirigía la joven aseguró que «nunca» había oído que el edificio presentara deficiencias o falta de mantenimiento en su fachada. Versión que fue corroborada por otro de los vecinos. No obstante, otras fuentes apuntan a que no era la primera vez que se había producido la caída de un elemento de la fachada. Una simple inspección ocular revelaba que en un balcón del séptimo piso faltaba parte de la esquina.
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