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ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Domingo, 24 de octubre 2010, 04:28
Xabier Atristain y Juan Carlos Besance, miembros del 'comando Imanol' de ETA desmantelado a finales de septiembre, realizaron una jornada de entrenamiento en el uso de armas en Venezuela en 2008. En una casa de campo -que compartían con unos chilenos que también fueron adiestrados- realizaron un total de 52 disparos: cuarenta con pistola y doce con un rifle. «Si el viaje y la estancia en Venezuela les salieron por 2.000 euros, cada disparo les costó casi 40 euros», ironiza un mando de las fuerzas de seguridad.
La declaración de ambos etarras sobre sus prácticas de tiro en el país caribeño ha supuesto la confirmación de una sospecha albergada desde hace años por los responsables de la lucha antiterrorista. Desde 2003, la Policía ya disponía de datos objetivos de que la banda había decidido implantar bases en Europa y Latinoamérica. ¿Cuántos activistas se han movido por Venezuela? ¿Cómo han conseguido superar los controles fronterizos? ¿Han pasado desde allí a otros países? Esas interrogantes y otras muchas no han encontrado, por ahora, respuesta. En lo que no existe ninguna duda es en que esta dispersión sólo tiene una explicación: la presión policial de España y Francia ha obligado a destacados militantes de ETA a buscar un refugio lejos de suelo galo. En su testimonio, Atristain y Besance ofrecen una explicación palmaria del objetivo de recibir entrenamiento en el país caribeño. «Resulta mucho más seguro realizar el cursillo en Venezuela que en Francia», declararon los etarras a la Guardia Civil.
Los primeros indicios de ese propósito se obtuvieron en octubre de 2003, tras la caída del entonces jefe militar de ETA, Mikel Albizu, 'Antza'. En su poder se encontraron documentos con planes para instalar activistas en Europa y Latinoamérica. En diciembre de ese mismo año, Interpol ya incluía en su informe anual un apartado sobre los intentos de la banda de establecerse en países como Alemania, Italia, Portugal, Holanda o Bélgica, además de en Sudamérica. No se trataba de una amenaza difusa. Los propios textos intervenidos a la banda aseguraban que se había encargado a una serie de personas -denominadas en clave interna 'esploratzaileak' (exploradores)- la misión de hallar lugares de acogida así como documentación falsa que sirviera para viajar a esos destinos con seguridad.
En un lento goteo, todos los indicios se fueron confirmando. En 2005, las fuerzas de seguridad detectaron que la banda había comenzado a utilizar como mandos a distancia de sus bombas un dispositivo electrónico de venta en Inglaterra. En abril de 2007, la Policía inglesa, en colaboración con la Guardia Civil, arrestó a tres miembros de un comando de reserva en Sheffield, en la primera desarticulación de un grupo de este tipo fuera de Francia y España. En junio de este año, la detención en Irlanda del Norte de Fermín Vila Mitxelena, acusado de haber formado parte del 'comando Madrid', permitió saber que ETA también que se había instalado el país del IRA. El objetivo de Vila era formar una base de acogida para otros terroristas, según aseguró el Ministerio del Interior tras el arresto.
El proyecto más avanzado de esta globalización de la banda fue la instalación de una base para fabricar coches bomba en Portugal, detectada a comienzos del presente año. Según las fuentes consultadas por este periódico, con anterioridad a esa intervención policial la organización ya había 'explorado' convenientemente la zona, aunque sus movimientos todavía no se conocen.
Los mandos de las fuerzas de seguridad creen que la expansión europea de ETA «es la más sencilla de prevenir, puesto que existen convenios de colaboración con las policías europeas para perseguir con eficacia a los terroristas». Esta capacidad de actuación conjunta no existe en Venezuela, su mayor preocupación en estos momentos.
Los entrenamientos de activistas fueron organizados por el ex miembro del 'comando Oker', Arturo Cubillas, deportado a Venezuela en 1989 y que en la actualidad trabaja como funcionario del Ministerio de Agricultura y Tierras, según los datos que se conocen hasta el momento. Además, Cubillas es el supuesto contacto entre ETA y las FARC, tal y como han declarado desmovilizados de la narcoguerrilla colombiana. Por esta acusación está reclamado en la Audiencia Nacional. Sin embargo, una de las mayores sorpresas de la declaración de Atristain y Besance fue que dos de los encargados de su adiestramiento habían sido Iurgi Mendinueta y Lorenzo Ayestarán. En cierta forma, ninguno de los dos tenía que estar allí.
Fusiles de precisión
Los adiestramientos en Venezuela se llevaron a cabo en 2008. Ayestarán fue detenido en Francia en marzo del presente año, cuando participaba en una cita con el entonces jefe militar de la banda, Ibon Gogeaskoetxea. Mendinueta, por su parte, fue arrestado en octubre del pasado ejercicio en Montpellier. Ayestarán tiene pendientes diez acusaciones de asesinatos y, para evitar la presión policial, llevaba 26 años residiendo en Venezuela. Mendinueta, por su parte, era el jefe de los comandos de reserva y había participado en importantes acciones de la banda, como el robo de 344 pistolas en un almacén de la localidad gala de Vauvert en octubre de 2006.
El hecho de que dos militantes de este nivel se estuvieran moviendo sin ningún problema entre el país caribeño y Europa provocó un alud de interrogantes en las fuerzas de seguridad. «Lo que no podemos saber todavía es cuántos etarras se desplazaron a Venezuela. Por lo tanto, también es imposible saber cuántos se pueden encontrar todavía en el país», explican las fuentes consultadas. Hay más incógnitas. Al parecer, una parte del entrenamiento que recibieron Atristain y Besance se realizaba con fusiles de precisión, un arma para atentados selectivos. La investigación sobre estas cuestiones, cuenta con un inconveniente añadido: la tensa relación política con el Gobierno de Hugo Chávez, cuyo embajador en España ha insinuado, por ejemplo, que las declaraciones de esos dos etarras se obtuvieron bajo torturas.
Una cuestión colateral que ha planteado el hallazgo de terroristas vascos en Venezuela es su capacidad para superar los controles fronterizos en un momento en el que las medidas de seguridad tras el 11-S permitían pensar que los desplazamientos de sospechosos estarían más controlados. En este sentido, Atristain y Besance no tenían ningún problema en servirse de su documentación auténtica, puesto que en el momento en el que hicieron el viaje -2008- no pesaba sobre ellos ninguna orden de búsqueda y captura.
El caso de Ayestarán y Mendinueta, sin embargo, es completamente distinto. Ambos estaban siendo buscados y se habían refugiado en la clandestinidad. La última desarticulación del 'aparato de falsificación' de la banda tuvo lugar en 2007, con lo que las fuerzas de seguridad sospechan que esta célula ya ha podido recomponerse. «En estos momentos, todas las cuestiones relacionadas con Venezuela son opacas. No sabemos si se ha contado con documentos auténticos o con falsos, ni si se ha entrado desde Francia o desde otros países», asegura un responsable de las fuerzas de seguridad. De lo que no tienen ninguna duda, es de que en 2008 el Estado caribeño era un punto clave en la reorganización de la banda.
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