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I. A.
Sábado, 18 de septiembre 2010, 13:04
«Si el Puente Colgante tuviera un sistema de seguridad más potente con barrotes de acero, el accidente de mi hijo se podía haber evitado». Quien así habla es la madre de Mikel Uriarte, la misma que cada noche se sienta en la habitación del joven y mira la balda donde reposa la urna funeraria que contiene parte de sus cenizas. El resto partirá pronto a León, a la tierra de sus abuelos. Lo que nunca abandonará del todo la memoria de M. Uriarte y C. G. es el recuerdo de su único hijo fallecido a muy pocos metros del domicilio familiar de Las Arenas (Getxo), tras caer con su coche desde el transbordador. Desde entonces estos padres, que han «perdido la ilusión de vivir», confunden las noches con los días en un mar de depresión.
«Parece que por el hecho de ser joven ya era un inconsciente, y él era una persona responsable», clama el padre al hilo de las informaciones sobre la supuesta velocidad excesiva a la que circulaba Mikel con su vehículo cuando accedió a la barquilla. «Quiero recordar que no saltó ninguno de los sistemas de seguridad del coche y en la sede de Honda en Madrid me han asegurado que para que se activen debe haber una velocidad mínima», explica.
En su mano está ahora tomar medidas legales para que algo así «no vuelva a ocurrir y para que nadie crea que un chaval es culpable de todo». La familia recuerda que hace cinco años falleció de igual manera una persona madura, «y seguimos igual». «El accidente no fue culpa de Mikel y queremos que se corrija la seguridad del puente», zanjan.
Una pista de patinaje
A la espera de los informes y peritajes finales, para ellos la película de los acontecimientos es nítida: aquel día, tras la persistente lluvia caída durante toda la tarde y la noche, el coche resbaló en una plataforma convertida en una auténtica pista de patinaje con restos de aceite, barro y líquido de freno. «Por otra parte, parece que la persona que debe estar a la entrada de la barquilla, como llovía, no estaba en su sitio», insistía ayer su padre.
La madre de Mikel destaca «su prudencia» al volante y el mimo con que cuidaba su 'Honda Civic'. «Revisaba los frenos, estaba siempre pendiente de todo, lo tenía limpio, cualquier fallo lo arreglaba al momento, le encantaba...», rememora. Y no tarda en recuperar la idea que le tortura desde la fatídica noche del pasado día 7. «El Puente debería reforzar sus medidas de seguridad», insiste, y recuerda una llamada recibida hace unos días por parte de un usuario habitual «que se percató de que faltaban pestillos en la vallas y trató de avisar», pero sin resultado.
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