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Republicanos. El aviador Rodolfo Robles y el observador Antonio Castedo en un Breguet XIX que bombardeó Vitoria. :: ANGELO EMILIANI, DE 'EL FRENTE DE ÁLAVA'
Bombas sobre Vitoria
ÁLAVA

Bombas sobre Vitoria

Entre septiembre y diciembre de 1936 la capital alavesa sufrió al menos cuatro incursiones aéreas

FRANCISCO GÓNGORA p.gongora@diario-elcorreo.com

Domingo, 12 de septiembre 2010, 04:45

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«Yo estaba debajo de la escalera y mi abuela fue a cerrar la puerta del restaurante. En ese momento cayó la bomba en la calle Paz. La desplazó con violencia hacia dentro. Murió en el acto». José Mari Manchola apenas tenía seis años cuando tuvo lugar el bombardeo más trágico de los cuatro, cinco según otras fuentes, que sufrió la capital alavesa durante la Guerra Civil española. Ocurrió el 17 de septiembre de 1936 apenas dos meses después del comienzo de la contienda.

La guerra era aún incipiente y todavía no se había elaborado el concepto de guerra total y castigo masivo a la población por lo que las incursiones aéreas de las fuerzas republicanas sobre la capital obedecen a que se considera un objetivo militar muy cercano al frente estabilizado en la muga con Vizcaya y los altos de Orduña. A medida que avanzó la guerra muy pocas ciudades españolas se libraron de los bombardeos masivos que, ahora sí, perseguían aterrorizar a la población civil. Algunas como Gernika quedaron arrasadas. Otras como Madrid y Barcelona tuvieron miles de muertos.

Según el diario 'El Pensamiento Alavés', eran las 8.45 de la mañana del jueves 17 de setiembre cuando cinco aparatos asomaron por la catedral vieja. Las sirenas de las fábricas eran las encargadas de anunciar el peligro. «Se habían colocado ametralladoras antiaéreas en varias azoteas de la ciudad y cañones en el aeródromo 'Martínez de Aragón', existía el llamado servicio de defensa pasiva que consistía en un grupo de personas que debían avisar de cualquier novedad como la llegada de aviones en el horizonte», recuerda otro niño de entonces, Pedro Morales Moya. La seguridad de la población obligó a crear una red de refugios «contra aviones» en los sótanos de algunos edificios. Entre ellos, la cripta de la catedral nueva, las dos cajas de ahorro o el número 49 de la calle Dato con capacidad para 400 personas.

La represalia

Según Tabernilla y Aguirregabiria, autores del libro 'El frente de Álava' de la Asociación Sancho de Beurko, el primer ataque vino de tres Breguet XIX y dos Nieuport 52, aviones oficiales del Ejército español y distribuidos en los dos bandos. La prensa los llama 'Dragones' y habla de 30 bombas en lugares estratégicos como La Meta (fábrica Ajuria), el Polvorín Viejo, los cuarteles de Artillería, Intendencia e Infantería y algunas industrias. La peor parte se la llevó Artillería y la calle Paz. Aquí se produjeron los 11 muertos y 19 heridos, algunos niños. Entre ellos, Juana Martínez, abuela de Manchola y cocinera del restaurante 'La Sonsierra', un local sito en el número 11 de la calle Paz de referencia en la época.

Como represalia de esta acción de los republicanos fueron sacados de la cárcel y fusilados seis presos, entre ellos el diputado general, de Izquierda Republicana, Teodoro Olarte.

Sobre las 9.45 del día 20 de septiembre dos aviones «rojos», según el argot de la época, procedentes de Lamiaco repitieron los bombardeos sobre los mismos objetivos con tres muertos, dos artilleros y una vecina de Judimendi, y varios heridos. El periodista Pepe Gómez estaba en el recreo de la escuela cuando «vimos que de los aviones que volaban sobre la ciudad se desprendían algunos objetos brillantes y luego sonaban las bombas».

Los ataques republicanos y el temor a una ofensiva para conquistar Vitoria aconsejaron incorporar unidades de combate. La capital contaba con dos aeródromos. El tradicional campo de Lacua, aprovechando la llanura natural, y el 'Martínez de Aragón', con pista de cemento inaugurado en 1935. El 23 de septiembre, según unas fuentes, llegaron los primeros seis cazas Heinkel He-51 y un bombardero pilotados por alemanes. Tras el cálido recibimiento, el día 28 uno de los pilotos hizo una arriesgada maniobra cerca del Ayuntamiento con tan mala suerte que chocó con una chimenea y se estrelló contra la esquina de la plaza de España donde está situado el bar Deportivo. Murieron el piloto, segundo teniente Ekkehard Hefter, un lechero santanderino y un herrero de Maestu que pasaban por allí. El hecho fue silenciado por la prensa franquista. Se quería ocultar que el piloto era el primer alemán que cayó en la guerra española.

Otros episodios que recuerdan los niños de entonces fueron los combates aéreos sobre Vitoria. Especialmente el del día 8 de diciembre de 1936. «Ocurrió en las inmediaciones del Seminario, entre Ali y Armentia. Cayó un caza nacional, pero el piloto se salvó al tirarse en paracaídas», recuerda José Gómez. «Esa tarde iba a ir al cine. Yo estaba comiendo en mi casa cuando vinieron los aviones y sonaron las sirenas», recuerda Pedro Morales.

El 12 de diciembre, cuando estaba la batalla de Villarreal en su fase más dura fue abatido tras otro combate «un bimotor» rojo en un campo entre Yurre y Aránguiz. Sus tres tripulantes murieron. Un ruso, un inglés y un carabinero español. Era el Monospart ST-4 del británico Sidney Holland. Aún se estrellaría otro piloto italiano en octubre de 1937 en Mendiola. Sangre europea sobre los cielos de Vitoria.

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