Un plan para alistar ciclistas

En tiempos de Ronaldo, la Playstation, Tuenti, el botellón, Belén Esteban y 'Gran hermano', sobran diversiones y faltan ciclistas. No es un deporte de gomina y abdominales; más bien de chepas, dolor y asfixia. Y claro, faltan vocaciones. Como en la iglesia. Curioso: la sede de la Fundación Euskadi está pegada al Seminario de Derio. Por allí, por el Aula Pedagógica, pasan de octubre a junio 3.450 escolares. A tomar contacto con la bicicleta. Ese es el primer escalón hacia el equipo UCI Pro Tour.

La Fundación, presidida por Miguel Madariaga, tiene también una escuela de mountain bike. Organiza marchas por los bidegorris: niños y padres juntos. Y también campus de verano. La primera lección es reparar un pinchazo; la última, levantar los brazos en una etapa del Tour. «La cantera está más en crisis que nunca», alerta Madariaga, que teme el efecto en los deportistas de los representantes, preparadores y consejeros. «Les endiosan y luego los chavales acaban desanimándose», critica.

La siguiente escala está ubicada en el campo juvenil. El equipo técnico -formado por licenciados en IVEF- se pone en contacto con chavales de 17 años. Los más brillantes. Se les hace un seguimiento, incluidas pruebas de esfuerzo. Se cata su evolución. También pasan por una entrevista con el psicólogo del Euskaltel-Euskadi. Se palpa su carácter.

Luego, hay cónclave entre los técnicos, que hacen la selección. «Y se les deja elegir entre correr en el Naturgas (filial amateur) o donde quieran. No tenemos equipos convenidos. Eso nos dio problemas. Y quiero dejar claro que todo ciclista vasco, del equipo que sea, puede correr con nosotros», aclara Galdeano. Al final de la escalera esperan el Orbea (equipo profesional de segunda) y el Euskaltel-Euskadi (UCI Pro Tour), la meta.