Bilbao, capital de Euskadi

Muchos bilbaínos creemos, honestamente y desde el respeto, que el alcalde (de Vitoria) Lazcoz debe rectificar, renunciando al 'quiero y no puedo', porque, desafortunadamente para él y los vitorianos, 'nunca podrá'.

Siendo, indudablemente, una cuestión políticamente controvertida que ni el Estatuto ni el Parlamento han podido (o querido) resolver definitivamente, Vitoria y Álava deben agradecer a la generosidad de sus paisanos vascos el hecho de que todavía hoy un voto de ellas tenga la misma validez que cuatro votos vizcaínos, por ejemplo. Hecho que de largo les ha reportado durante treinta años el reconocimiento político, económico e institucional del que hoy en día no gozan, dentro del mismo marco social, los ciudadanos representados por ningún parlamento democrático del mundo. Porque así es, aunque no convenga reconocerlo.

Los nostálgicos de la brillante gestión municipal del Bilbao de la época concluirán sin ambages que lo de postular por el Botxo como capital de Euskadi no es precisamente una frase ocurrente del señor Azkuna, sino del otrora alcalde de la villa señor José María Gorordo, que, en su revival de los años 1995-2003, se dejó 'la piel' en la defensa de dicho objetivo político.

Como con 'el Cubo' de la Alhóndiga, los de ahora vuelven a ondear las banderas políticas de los de entonces. Sin que ello deba considerarse ilegítimo, lo que tienen que hacer es conseguirlo, no sólo postularlo. Pasen ustedes a la acción, por Bilbao y sus bilbaínos, pero, sobre todo, recuperen la memoria y reconozcan que antes del actual oportunismo electoral hubo pioneros que defendieron lo mismo, a los que ustedes les dieron la espalda. Porque así fue. Aunque no sea más que por un ejercicio de elegancia política. A cada uno, lo suyo.