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Ánjel Muñoz-Alonso, El Maestro Reverendo.
El Maestro Reverendo, a primera fila
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El Maestro Reverendo, a primera fila

57 artistas rinden homenaje en un disco a Ánjel Muñoz-Alonso, uno de los principales 'secundarios' de la música española de los últimos cuarenta años

MIGUEL PÉREZ

Lunes, 28 de octubre 2013, 17:30

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Por fin acaba de salir a la luz el merecido homenaje a Ánjel Muñoz-Alonso, El Maestro Reverendo, fallecido el año pasado a los 57 años de edad después de una larga trayectoria musical como compositor, arreglista y pianista. Compañero inseparable en los escenarios del Gran Wyoming desde finales de los años 70, el 'Reve' recibió el 1 de diciembre el reconocimiento póstumo de 57 compañeros de profesión en la madrileña sala Galileo; desde el propio Wyoming o su gran compadre Julián Hernández hasta Javier Krahe, Rosendo o Los Enemigos. El concierto quedó registrado en un doble cedé, con sus correspondientes DVD, que ahora ha sido públicado para reivindicar la figura de un artista con tanta pasión por la música como escaso apego a aparecer en las portadas o en los carteles.

Anjel Muñoz-Alonso es, probablemente, uno de los 'secundarios' fundamentales de la escena musical española de las últimas cuatro décadas. Nació en Madrid, estudió en un colegio religioso y fue organista en una iglesia de la capital. De ahí, el apodo que sus colegas le colgaron desde sus primeros años en el mundillo. Él, por su parte, decidió modificar su nombre, Ángel, e introducir la jota en honor a su autor de cabecera, Juan Ramón Jiménez, por cuya obra poseía un profundísimo respeto. Era un individuo independiente, siempre sonriente (pocos le habrán visto un mal gesto en el escenario) y que no tenía problemas en regalar notas y melodías a sus amigos. Lo suyo era componer, tocar y arreglar. Formaba parte de esa estirpe de músicos que siempre se encuentran detrás de las estrellas y sin los cuales éstas brillarían mucho menos. Su labor discurría silenciosa y callada, incluso en el escenario, donde procuraba que su persona no se notase: sólo su piano y sus toques de blues, rock y boggie, tres de sus estilos preferidos.

El Maestro Reverendo comenzó a ser conocido en uno de aquellos grupos jocosos e irónicos surgidos en el postfranquismo: Desmadre 75, que lograría su primer (y casi único) éxito con una canción que les pasó la Charanga del Tío Honorio, 'Saca el güisqui, cheli'. Aunque él no pertenecía de facto a esta formación, en la que militaba un hermano de José Miguel Monzón, el Gran Wyoming, sí era su teclista en directo y en una gran parte de su repertorio grabado. El siguiente hit de Desmadre 75 sería 'Tengo una pena', que guarda un enorme parecido con la posterior 'Macarena' de Los del Río' y terminaría su trayectoria con un segundo disco, 'Arradio Canuto'. El álbum está construido como si se tratara de un programa de radio, fórmula que Siniestro Total aplicaría años más tarde en su álbum 'Cultura popular'.

A raíz de esta colaboración, El Maestro Reverendo pasó a integrarse en Paracelso con el Gran Wyoming. Y a partir de ahí, ambos se convertirían en una de las parejas más creativas e irreverentes del rock patrio, acumulando un denso historial que comenzó en los escenarios de La Aurora y Galileo y concluyó en el programa 'Caiga quien caiga'. En medio, Ánjel siguió componiendo y trabajando para Miguel Ríos, Luz Casal, Los Ronaldos, Siniestro Total, Extremoduro, Kevin Ayers y un largo número de grupos, en cuyos discos sería una presencia constante y discreta en los créditos. A los 57 años, el Reve fue sorprendido a traición por un cáncer. Se retiró a Galicia, siempre con discreción y elegancia, sin perder esa sonrisa que, posiblemente, volvió a mostrar desde alguna parte el pasado 1 de diciembre, cuando 57 músicos (uno por año de existencia del maestro) de dos generaciones decidieron homenajearle como siempre ha sido en este mundo: con canciones y whisky.

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