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PEDRO ONTOSO
Miércoles, 15 de enero 2014, 19:44
La 'doctrina Parot' ha puesto de actualidad el nombre de Henri Parot, líder del comando itinerante de ETA, desarticulado en abril de 1990. Estaba formado exclusivamente por ciudadanos franceses. Entre ellos, Phillippe Saez, un joven de 19 años que luego renunció a la lucha armada y se hizo monje benedictino. El 'comando Argala' era el comodín secreto de ETA. Saez ingresó en la abadía de Notre Dame de Belloc, en el País Vasco francés, un recinto cargado de un fuerte simbolismo. La I Asamblea de la organización se celebró en mayo de 1962 en este monasterio de Lapurdi ¿por que no convertir ahora a los benedictinos en testigos del desarme de ETA siguiendo el modelo irlandés con el IRA?
Estas últimas semanas también se han oído voces que criticaban la presencia de hombres de Iglesia en las campañas y movimientos en favor de la pacificación y de la reconciliación en Euskadi. «Han surgido especialistas en ese ámbito como setas», describe un intelectual contrario «al buenísmo que se ha desplegado en ese mundo». Releyendo estas pasadas navidades el libro 'La historia de ETA', de Antonio Elorza, José María Garmendia, Gurutz Jauregui y Florencio Domínguez, lo cierto es que la religión, en la que bebieron muchos ideólogos de la organización terrorista, aparece por muchas partes. Y los recintos eclesiales también.
La I Asamblea se celebró en la abadía de Belloc, la IV comenzó en la Casa de Ejercicios de los jesuitas en Loiola y luego terminó en una cabaña de las campas de Urbía, muy cerca del santuario franciscano de Arantzazu, a cuya fachada Oteiza añadió una escultura de La Piedad sin su hijo yacente en su regazo descansa muerto en el suelo tras la muerte, en un enfrentamiento con la Guardia Civil, de Txabi Etxebarrieta. La V Asamblea comenzó en una casa rural de Gaztelu, bendecida por el cura de la localidad guipuzcoana, Lucas Dorronsoro, que ingresó en esa convocatoria en la organización. La segunda parte de la asamblea tuvo lugar durante la Semana Santa de 1967 en la Casa de Ejercicios de los jesuitas en Getaria. Dorronsoro celebró misa el día de Jueves Santo en plena reunión.
Aunque ETA llegó a su I Asamblea en un ambiente de mística de origen religioso, la organización aprobó los llamados Principios de ETA, en los que se definía como «movimiento revolucionario vasco para la liberación nacional creado en la resistencia patriótica, socialista, de carácter aconfesional y económicamente independiente». Hasta la V Asamblea no sacralizó la lucha armada como su vector ideológico. ¿Por qué en Belloc? La abadía, ubicada en lugar apartado e idílico, había cumplido a rajatabla la Regla de San Benito, que habla de dar acogida y hospitalidad a los refugiados, desde el primer día de su apertura.
La abadía fue fundada en 1874 por los novicios vascos de Pierre-que-Vire, entre ellos el padre Agustín Bastres, de Lapurdi. El 1 de septiembre todo el pueblo de Urt acompañó a los monjes hasta una vieja granja desocupada de Belloc cantando el Ongi etorri-aita onak-Jainkozko gizonak, según relata la enciclopedia Auñamendi. En 1902 el Gobierno francés disolvió la orden y los monjes se refugiaron en Olza e Idiazabal hasta que ocuparon un antiguo convento de los carmelitas en Lazkao, que luego se convertiría en un referente de la cultura vasca gracias a su amplísimo fondo documental.
En 1928 los monjes, muchos de ellos guipuzcoanos, volvieron a Belloc. El recinto, muy amplio, acredita una larga tradición de hospitalidad. Durante la Guerra Civil española se refugiaron allí republicanos y nacionalistas, como fue el caso de José María Benegas (padre de Txiki Benegas), José Ariztimuño 'Aitzol', José Miguel de Barandiaran, José Luis Anasagasti (padre del senador del PNV) o Antonio Labayen. Durante la Segunda Guerra Mundial escondió a miembros de la resistencia y a pilotos aliados enviados por la red Orion. Algunos monjes dieron con sus huesos en el campo de concentración nazi de Dachau y la abadía recibió la Legión de Honor. A partir de 1968 acogió a simpatizantes de ETA.
Desde entonces los servicios de la lucha antiterrorista francesa pusieron bajo sospecha a la abadía benedictina, sobre todo por el nacimiento, en 1972, del grupo Iparretarrak, que comenzó a realizar acciones violentas en Francia. En 1987 la gendarmería registró el convento a fondo en busca de Philippe Bidart, líder histórico y fundador de la organización ilegal. Cinco meses después fue detenido en Baiona. En 2007 fue puesto en libertad tras cumplir 19 años de condena. La abadía volvió a las primeras páginas de los periódicos en 1990 tras la detención de uno de sus monjes, Philippe Saez 'Txistu', por su pertenencia a ETA. El novicio, que había ingresado en la orden dos años antes, había integrado el comando itinerante de ETA, creado por la dirección con ciudadanos franceses al mando de Henri Parot. Sáez dejó de formar parte del comando en 1982 y tras renunciar a la lucha armada ingresó en la abadía en 1988. En 2005 los gendarmes regresaron a Belloc para detener al religioso Marcel Etxandi, que entonces tenía 72 años. En Lazkao la Guardia Civil hacía lo mismo con el clérigo Juan José Agirre Begiristain. Los arrestos estaban relacionados con el sumario abierto tras la detención de Mikel Albizu 'Antza' y Soledad Iparagirre 'Amboto'. Los dos monjes fueron puestos en libertad de inmediato.
Cristianos e Iparretarrak
Cincuenta y dos años después de aquella I Asamblea de ETA en Belloc, la abadía se ha convertido en recinto de encuentros por la pacificación. Es como si se completara el círculo. El monasterio, que produce un queso inigualable y edita libros y discos religiosos en euskera, es también un lugar emblemático del clero vascofrancés abertzale. También es un escenario simbólico para colectivos laicos cristianos. Atxik Berrituz (Perdurar Renovandose) ha organizado ya tres iniciativas por la paz, la última en Belloc, con la presencia del obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte. El manifiesto fundacional de Atxik Berrituz, que se creó e 2012 tras la Conferencia de Aiete, contó con el apoyo del obispo de Baiona, Marc Aillet. Su antecesor, Pierre Moleres, también apadrinó numerosas actividades de la comunidad vascofrancesa.
Una de las iniciativas más llamativas de este colectivo, en el que participan desde Cáritas hasta organizaciones en favor de los presos, fue un encuentro en la Casa Diocesana de Baiona al que acudieron víctimas de Iparretarrak y exmilitantes de la antigua organización terrorista. Fue la primera experiencia de reconciliación que se celebró en Iparralde. Atxik Berrituz apoyó la manifestación convocada por Herrira en Baiona en favor de los derechos de los presos. El colectivo asegura en su documento fundacional que defiende «a todas las víctimas».
Belloc vió nacer a ETA ¿Por que no verla ahora desaparecer? La comunidad benedictina bien podría ser testigo de un desarme simbólico, previo a la entrega de todas las armas de ETA y de su desaparición, y pese a que los irreductibles estén muy alejados de la religión. En Irlanda el padre redentorista Alec Reid y el pastor protestante Harold Good allí había dos comunidades religiosas enfrentadas, se convirtieron en los ojos y las lentes de la comunidad para dar fe del desarme del IRA. Aquello tuvo su influencia en ETA y en el movimiento independentista vasco, que se apresuró a poner en marcha su ciaboga estratégica. Una vez retiradas las armas de la política, ahora hay que destruirlas. Hay que cerrar el círculo.
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