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Mariano Guindal posa con su libro./ E. C.
«Me lo contó todo el jesuita que le dio la extremaunción»
la muerte de carrero blanco

«Me lo contó todo el jesuita que le dio la extremaunción»

Mariano Guindal fue el primer periodista que llegó a la zona del atentado

J. M. REVIRIEGO

Sábado, 28 de diciembre 2013, 01:14

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La bomba explotó pasadas las nueve y media de la mañana de ese 20 de diciembre de 1973. Mariano Guindal (Madrid, 1951) repasa cómo fue la toma de contacto con una zona arrasada y la búsqueda de testimonios sobre una noticia de la que tuvo la exclusiva en su cuaderno de notas. Guindal, entonces con 22 años, estudiaba segundo curso de Periodismo y trabajaba para la agencia Colpisa, dirigida por Manu Leguineche. Ese día le llamaron a casa para avisarle de que se había producido «una explosión de gas» en la madrileña calle Claudio Coello, junto a un edificio de los Jesuitas. «Me fui para allí pensando que me tocaba cubrir un suceso y al llegar me di cuenta del tamaño del boquete. ¡Buah! Era impresionante. La zona estaba acordonada y no me dejaban pasar. Mientras intentaba buscar testimonios, vi que salía un religioso por una puerta lateral y me acerque a él». A continuación se produjo el siguiente diálogo entre el reportero y el jesuita, del que aún recuerda su nombre: Jiménez Bernal. «Me lo contó todo».

Padre, ¿me puede dar algo de información? Que si no, me van a echar del trabajo.

¿Qué quieres saber?

Pues esto de la explosión de gas.

No se trata de eso. Ha sido un atentado, un atentado contra el presidente del Gobierno.

¿Contra Franco?

No, contra Carrero Blanco cuando iba en su coche.

¿Y usted, cómo lo sabe?

Es que le he acabo de dar la extremaunción.

Y el coche, ¿dónde está?

Al otro lado, en el patio.

¿Cómo?

Es que ha volado. Están los bomberos intentando recuperar con sopletes su cuerpo de dentro del vehículo. Los policías que se encuentran en el patio me han dicho que es obra de ETA.

Mientras tanto, Guindal tomaba notas. Como las cabinas telefónicas de la zona estaban arrancadas por el impacto de la explosión, se dirigió corriendo a un bar en busca de un teléfono con el que contactar con la redacción. Se pidió una caña y un bocata de calamares, y llamó a sus jefes.

Han matado a Carrero Blanco.

Pero qué dices. ¿Qué te has tomado?

Pues me estoy tomando una cerveza. Y ha sido ETA.

Anda, vete por ahí. Mejor acércate a la Audiencia Nacional a cubrir el juicio a Comisiones Obreras. Venga, tira.

No le creyeron «ni una palabra». Guindal llegó a la Audiencia, donde arrancaba el juicio a los dirigentes de la entonces clandestina CC OO, sindicato perseguido por la dictadura. En el juicio ya se intercambiaban rumores sobre la explosión en Claudio Coello, en el céntrico barrio de Salamanca. El abogado de Marcelino Camacho, que se sentaba en el banquillo de los acusados, trató de comunicar con gestos a su cliente las inquietantes noticias que le llegaban. «Carrero ha muerto». Para expresarlo, se pasó el dedo por el cuello y otro a la altura de la frente, intentado decir que habían asesinado «al cejas», que es como se conocía al almirante.

Los acusados, sin embargo, entendieron otra cosa bien distinta; que les iba a caer una condena de pena de muerte. Tras unos momentos de «nerviosismo», todo se aclaró en la sala del juicio, aunque tuvieron que pasar horas hasta que se confirmó la autoría el régimen lo hizo por la tarde, mientras que ETA reivindicó el atentado esa misma noche. Guindal regresó a la redacción, pero ese día no le tocó a él escribir sobre un magnicidio del que llegó a tener la exclusiva mundial. Lo haría casi cuarenta años después en el libro 'El declive de los dioses' (Editorial Planeta, 2011). El autor ha sentado cátedra en el periodismo económico.

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