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PEDRO ONTOSO
Miércoles, 19 de junio 2013, 21:37
La situación del apartheid en Sudáfrica sirvió en su día a Kortatu como fuente de inspiración para la letra de su discografía rebelde. En 1985 el grupo de rock vasco dedicaba una canción a Nelson Mandela, pero en la misma se refería a Desmond Tutu. El primero seguía en la cárcel por su defensa de los derechos de los negros, y al segundo, por la misma razón, le acababan de conceder el Nobel de la Paz. La letra criticaba esa doble posición del ordenado y bienpensante modelo europeo. El legendario grupo no imaginaba, en aquella década convulsa, que aquel líder anglicano sería, años más tarde, fuente de inspiración para la izquierda abertzale, y que su fundación se convertiría en un pilar importante en la búsqueda de apoyos internacionales al proceso de paz en Euskadi. La editorial vasca Desclée de Brower publica ahora 'Dios no es cristiano y otras provocaciones', un resumen del pensamiento del clérigo, que acaba de ser galardonado con el premio de Unesco-Bilbao.
La hijuela vasca del organismo mundial ha querido reconocer la labor del arzobispo en la promoción de una cultura de derechos humanos. En 2008 ya fue galardonado con el Renée Cassin del Gobierno vasco. En efecto, Desmond Tutu es un pilar moral de Sudáfrica junto a Mandela, aunque Kortatu ponía más el foco sobre el segundo cuando Fermín e Íñigo Muguruza, Treku Armendariz y Jesús Soldevilla en el tema sobre Sudáfrica hacían cantar y bailar en su conciertos a miles de vascos, entre evocaciones de la revolución sandinista ¿dónde se ha quedado? y estribillos del 'Sarri, Sarri' o del 'Zu atrapatu arte'.
Cuando Mandela fue investido presidente en 1994 después de que su partido, el Congreso Nacional Africano, hubiera ganado las elecciones, un año después nombró a Tutu responsable de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, y se convirtió en modelo para otras sociedades en conflicto. El 7 de octubre de 2010, día en que cumplió 79 años, se retiró de la vida pública, pero su legado se fraguó en la Desmond and Leach Tutu Legaly Fundation, un centro para la paz que asesora en distintos países. En el proceso vasco, el pacifista fue uno de la veintena de firmantes de la Declaración de Bruselas, un hito importante en la hoja de ruta del nuevo tiempo en Euskadi. Su fundación fue uno de los promotores, en octubre de 2011, de la Conferencia Internacional de Paz de San Sebastián.
En el libro que ahora publica Desclée, hay dos capítulos que abordan de forma más directa la cuestión de la reconciliación y los argumentos para una justicia restaurativa, aunque toda la obra es un alegato conta la violencia y en defensa de los derechos humanos. Tutu siempre ha defendido la necesidad de que las víctimas de atrocidades perdonen a los verdugos como una forma de avanzar hacia «la sanación». Y, al mismo tiempo, que quienes han cometido injusticias tienen que estar dispuestos a restituir y reparar el daño. En Sudáfrica y en Ruanda, escenarios de grandes monstruosidades, el líder eclesial repetía que «no habrá paz mientras no haya reconciliación, pero no puede haber reconciliación si antes no hay perdón». Pero esa disposición la completaba explicando que «perdonar no significa olvidar».
Una voz que no tiembla
Y añadía: «No deberíamos tener miedo a hacer frente a las personas y mostrarles las injusticias que han cometido. Perdonar no significa convertirse en un felpudo donde los demás se limpian las botas.... El perdón es un reconocimiento de que ha sucedido algo horrible», decía Tutu. Y concluía: «El perdón no es nunca barato, fácil, pero es posible y, en último término, la reconciliación real solamente puede tener lugar sobre la base de la verdad». Y lo remachaba con una frase de Martin Luther King Jr., activista en favor de los derechos civiles de los negros ahora de actualidad: «¿Podeís imaginar lo que sucedería si aplicáramos la ley del ojo por ojo? Muy pronto todos estaríamos ciegos».
En 1991, el Nobel de la Paz ofreció un sermón en la catedral de Cristo, en Dublín, retransmitido por televisión. En aquel momento, los británicos estaban tratando de convocar nuevas conversaciones multipartitas en Irlanda del Norte, pero habían excluido a los republicanos representados por el Sinn Fein con el argumento de que el IRA usaba la violencia. como recuerda el biógrafo de Tutu. El arzobispo condenó «toda forma de violencia», pero, a renglón seguido, defendió que ningún grupo debe sentirse excluido, de lo contrario, podeís decir adiós a la paz», sentenció. En Tel Aviv, en una visita tras presidir la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, criticó los asentamientos y la humillación que sufren los palestinos, al tiempo que exigió la retirada del Ejército israelí de los territorios ocupados. Luego habló de su experiencia en Sudáfrica. «Si nuestra locura y nuestro problema insoluble pudieron terminar en un proceso de transición pacífica, entonces creemos que este proceso debe ser posible también en cualquier lugar del mundo», sostuvo.
Pero el libro aborda muchos otros asuntos. Es una compilación de sus escritos y discursos más históricos y controvertidos, en los que se ha enfrentado a los poderosos y ha defendido a los más humildes. Primero fue su valiente oposición al apartheid en Sudáfrica lo que le dio renombre internacional. Luego, impulsado por su fe y el espíritu africano del 'ubuntu' una persona es persona a través de otras personas ('umntu ngumtu ngabantu', en lengua xhosa), siguió hablando alto y claro contra la opresión y la injusticia política, el fundamentalismo religioso y la persecución de las minorías.
Su biógrafo, John Allen, ha ordenado los temas y los ha contextualizado. Y merece la pena compartir ese itinerario en el que el mensaje de verdad de Tutu es claro y su voz no tiembla. De los violentos choques del apartheid en Sudáfrica a su labor en la Comisión para la Verdad. De Trafalgar Square, en Londres, a la catedral de Dublín, en Irlanda. De la situación en Angola, Zaire o Jartum, al genocidio en Ruanda, pasando por Addis Abeba, Ghana o Nigeria. Sin olvidar la grave situación de los palestinos. El libro recoge bellos y profundos pasajes de sus discursos, siempre como custodio de los derechos humanos. Toda una lección de compromiso y tolerancia, pese a sufrir una oposición violenta o críticas mordaces. La verdad aunque duela.
Ver todos los artículos del Arca de Noé.
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