Borrar
Un joven consulta su teléfono mientras degusta un gin-tonic.
Gin-tonic de anchoa
cocinillas

Gin-tonic de anchoa

La famosa bebida se ha encaramado desde hace unos años al primer puesto entre los combinados refrescantes, que antes se llamaban 'de vaso alto' y ahora no

JAVIER REINO

Sábado, 19 de noviembre 2011, 02:03

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Fue mi amigo Juan Bas quien en la edición impresa de EL CORREO se refería esta misma semana a la nueva y extravagante sofisticación del gin-tonic. Juan la observa con esa indiferencia a la que obliga, por una parte, su condición de intelectual y, por otra, su confesa devoción por la 'bala de plata', es decir el dry martini, del que también es veterano constante, como los de la Adoración Nocturna, el maestro Manolo Alcántara.

Sea como sea, el gin-tonic se ha encaramado desde hace unos años al primer puesto entre los combinados refrescantes, que antes se llamaban 'de vaso alto' y ahora no. A su lado el cubata, el gin-kas, el destornillador -y no digamos el kalimotxo- resultan vulgares y extemporáneos.

Al auge y buena fama del gin-tonic han contribuido no pocos factores, algunos de los cuales se me escapan. Pero recuerdo a Billy Joel cantando su historia de aquel hombre del piano making love to his tonic & gin. Y la leyenda -no sé si con fundamento en la realidad- que atribuye a esta bebida la longevidad de la reina madre de Inglaterra, que vivió 103 años atizándose una dosis diaria hasta el último día. Claro que, según cuentan, gastaba de una ginebra que lleva grabada en la etiqueta la efigie de la reina Victoria, que era bisabuela de su difunto marido. Igual bebía obligada por fidelidad a la corona.

Cuando yo adquirí el uso de razón alcohólica mis introductores se debatían entre dos marcas de ginebra. Para la tónica no había elección: era esa de nombre ilegible pero fácilmente pronunciable. Y eso es lo que ha cambiado. Según los gustos, los estilos, las recetas y los caprichos, un gin-tonic puede casar no menos de una veintena de ginebras con una docena de tónicas. ¿Imaginan las combinaciones posibles?

Pero ya el colmo fue que Ferran Adrià incluyese en la carta de elBulli un plato -y miren que digo un plato, no una copa- con gin-tonic. Y, claro, a partir de ahí, lo que no está en los escritos. O sí, porque el gin-tonic tiene ya sus blogs, sus webs y otras formas de literatura virtual. En una de esas páginas he encontrado distintas recetas; la más sorprendente para mí, la que incluye en la copa un filete de anchoa de Santoña. Y me pregunto: ese gin-tonic ¿quita la sed o la da? ¿Habrán ensayado con cangrejos de río?, ¿y con carrillera de ternera?...

No resisto la tentación de trasladar una fórmula. El blog ya advierte de que es arriesgada pero muy sencilla en su preparación. Ingredientes: ginebra, tónica, hielo, limón, romero, tomillo y albahaca. Sobre hielo limpio, seco y de agua de baja mineralización se espolvorean las hierbas mezcladas antes de introducirlo en la copa, que como es de rigor será ancha, preferiblemente 'de balón' (el vaso largo a estas alturas es de pardillos). Una vez en la copa, y para enfriarla, removemos el hielo. Si este ha soltado agua, la decantamos. Cortamos dos puntas de piel de limón, las pasamos por el borde de la copa y las dejamos en el interior. Servimos la ginebra desde una cierta altura, para que se oxigene; y, usando la cucharilla como tobogán, con un trozo de limón en el final, vamos vertiendo la tónica. No se revuelve la mezcla y se retira la cucharilla muy despacio para que no pierda carbónico. ¿Ven qué fácil? Me pareció curioso que no se digan las proporciones, excepto -y lo he leído en más sitios- que para servir la ginebra se haga mentalmente el conteo 1001, 1002, 1003. Ya, pero ¿a qué velocidad contamos?

He evitado en esta entrega el nombrar marcas. Porque no quería hacer de menos a ninguna y porque son tantas que habría hecho eterna la relación y usted, amable lector que ha llegado hasta aquí, habría consumido el sábado en el empeño, sin tiempo de visitar la más sofisticada coctelería a su alcance y disfrutar de un sabroso y refrescante gin-tonic. Si lo hace, que no le pase lo que a un amigo mío cuando no hace mucho pidió un gin-tonic.

-¿Cítrico, frutal, dulce, ácido, seco...? -pregunto el camarero.

-...un vermut.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios