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Primer pleno de política general del ejecutivo socialista

López fía el éxito del cambio a lograr una gestión eficaz

El PP ratifica su apoyo a un lehendakari que niega su malestar por el acuerdo en Madrid sobre las políticas de empleo Sale airoso de su primer pleno de política general un día después del pacto Zapatero-PNV

ALBERTO AYALA a.ayala@diario-elcorreo.com

Viernes, 24 de septiembre 2010, 12:00

El PNV se impuso como objetivo cuando el pacto por el cambio le apeó del poder intentar seguir marcando la agenda política vasca. Lo ha vuelto a evidenciar en su negociación con Zapatero para apoyar las Cuentas de 2011 y salvar así su continuidad en La Moncloa. El gran objetivo jeltzale era, y es, desgastar al lehendakari en el fondo, pero también en la forma, como mejor estrategia para retornar a Ajuria Enea. Qué mejor manera de hacerlo que anunciar el compromiso con el presidente del Gobierno español apenas unas horas antes del estreno de Patxi López en la gran cita parlamentaria del año, el debate de política general. Y tras un almuerzo en La Moncloa entre Zapatero y Urkullu para desdibujar aún más la figura del presidente vasco.

El lehendakari había diseñado un pleno de perfil bajo, absolutamente alejado de los esquemas de sus predecesores nacionalistas en Ajuria Enea, casi siempre dispuestos a usar la cita para lanzar planes y advertencias de alto voltaje político. Pero el evidente mal trago de la víspera le obligó a ofrecer explicaciones, que no a rehacer su discurso. Fueron apenas un par de folios de los 33 que tenía su exposición y unos pocos minutos en el turno de réplica. Patxi López negó su evidente malestar por un episodio que ha dañado su imagen y dejó claro que va a fiar el éxito de su Gobierno del cambio a poder ofertar al electorado al final de su mandato una gestión diaria eficaz.

Los socialistas creen que los intentos iniciales del nacionalismo por deslegitimar al Gabinete se han saldado con un sonoro fracaso. «Nos guste o no, usted es el lehendakari», deslizó ayer el portavoz jeltzale Joseba Egibar. Y que en el año y medio que llevan en el poder han logrado «que Euskadi sea diferente», en palabras de López. Que la división identitaria que desgastaba tantas energías esté, si no definitivamente superada, sí encarrilada. Toca, pues, pasar la página de los enfrentamientos estériles y centrarse en resolver eso que se conoce como los problemas reales de la ciudadanía.

El resto de las formaciones no podían desperdiciar la ocasión de utilizar el 'papelón' que se ha visto obligado a jugar Patxi López en el acuerdo para el traspaso a Euskadi de las políticas activas de empleo, y no lo hicieron. Aunque sin ensañamiento. Para casi todas ellas, lo ocurrido cuestiona el liderazgo del lehendakari. «El mal trago ha debido ser de un tamaño más que regular. Y lo que tenemos aún pendiente con Madrid», desgranó con un cierto aire amenazante Egibar.

Por encima del partido

«Zapatero no debiera haber desprestigiado a las instituciones vascas, como ha hecho, por muchas urgencias que tenga. Y usted debió liderar una negociación entre gobiernos porque un lehendakari debe estar por encima de asuntos de partido», le exigió su aliado, Antonio Basagoiti. El líder conservador vasco mostró su confianza en que lo pactado no quiebre la caja única de la Seguridad Social, algo que su partido sostiene en Madrid sin dudas. Con esa premisa por delante, el portavoz popular dejó meridianamente claro que el episodio no va a poner en modo alguno en peligro su apoyo a un Gobierno de cambio «que nos ha hecho ganar en tranquilidad, mejorar la convivencia y avanzar hacia la normalidad».

Obligado a hacer de la necesidad virtud, y eludiendo deslizar la más mínima crítica a Zapatero, el lehendakari inició su intervención y reiteró en los turnos de réplica su «alegría» porque después de 27 años el País Vasco vaya a lograr la competencia de políticas de empleo. Un traspaso que ellos y no el PNV empezaron a negociar hace un año. «Es una noticia buena y cuanto antes -no dio una fecha- reuniremos a la Comisión Mixta para materializarla, porque el autogobierno no se desarrolla contra nadie». Ante las reiteradas imputaciones nacionalistas, López se dirigió al portavoz del PNV: «Seguramente este traspaso le gusta a usted bastante menos que a mí, y todavía menos que se haya negociado en base a un Estatuto que durante años han considerado superado».

Tanto socialistas como jeltzales negaron con vehemencia que el acuerdo alcanzado rompa la unidad de caja de la Seguridad Social. López sostuvo que esta unidad es «una garantía añadida» para que los jubilados vascos puedan seguir cobrando sus pensiones», ya que «aportamos menos en cotizaciones de lo que nuestros pensionistas cobran».

Egibar era consciente del evidente 'morbo' que había suscitado el hecho de que fuera él, líder del sector más soberanista del PNV, quien subiera a la tribuna a 'vender' el éxito que supone la transferencia para su partido. Y es que los presidentes del EBB nunca se sientan en el Parlamento y los jeltzales aún no han abierto el peligroso melón de elegir a su próximo candidato a lehendakari. Por ello no quiso abandonar la tribuna sin dejar sentadas dos posiciones. Que el hecho de que el PNV haya entrado a negociar transferencias a cambio de dar estabilidad a Zapatero no implica renunciar a lograr el derecho a decidir. Y confirmó que la normalización y la pacificación de Euskadi están en la mesa de negociaciones de Madrid.

El presidente del Gobierno quiere prolongar la entente con los jeltzales más allá de la aprobación de las Cuentas de 2011 para que su Gobierno, de momento sin otros aliados a los que recurrir, pueda mantenerse en el poder lo que resta de legislatura. Vista la escasa delicadeza de Zapatero con sus compañeros del PSE -el año pasado accedió a la exigencia del PNV de vetar la transferencia durante doce meses sin avisar a López y este no ha consentido que hubiera vascos en la negociación, como querían los jeltzales-, probablemente harían bien en escuchar las palabras de ayer de Egibar y no poner en valor ese presunto giro estatuista del partido de Urkullu, con certeza más estratégico que real.

Escasos anuncios

El lehendakari realizó un exhaustivo repaso del trabajo realizado por el Gabinete en sus primeros dieciséis meses de vida, marcados por una crisis «durísima» que el anterior Ejecutivo -eludió nombrar a Ibarretxe- «no quiso reconocer». «Era falso que España iba mal y Euskadi no. Nosotros íbamos peor», sentenció López. En su opinión, el actual Gobierno vasco ha demostrado que se puede hacer más con menos. Gracias a ello, y a las medidas que se han adoptado, «hoy estamos más cerca de superar la crisis».

No hubo grandes revelaciones, ni sorpresas. Sí puso especial énfasis en anunciar que, tras las elecciones municipales y forales de mayo de 2011, convocará a las nuevas diputaciones -«no lo hago ahora porque los diputados generales (del PNV) no quieren», dijo- para analizar conjuntamente el sistema fiscal «y conseguir una fiscalidad suficiente que dé soporte a nuestros objetivos de país». Aseguró que se elaborará un mapa de «grandes equipamientos estratégicos» para racionalizar las inversiones «porque no podemos pagar ni sostener tener de todo en todas partes». Y volvió a invitar a un gran «pacto colectivo» para «modernizar Euskadi».

En materia de pacificación, Eguiguren seguirá sin respaldos públicos a su propuesta de que el lehendakari -y su socio Basagoiti- muevan ficha para así tratar de acelerar el final de ETA. López cree que «estamos tocando con la punta de los dedos el fin de la violencia». Que ello ha sido posible porque se ha mantenido «una posición clara y un liderazgo firme y sin fisuras contra ETA». «A todos nos gustaría que ETA hubiera decidido desaparecer. Pero sus últimos comunicados no dicen eso». Toca, pues, «no dejarse enredar», «no caer en la trampa de dar pasos que ETA no quiere dar» y mantener posiciones. «El mundo radical tiene que saber que su único camino es romper con ETA y trabajar para que desaparezca. Les invito a que lo hagan», concluyó.

López entró al pleno preocupado por las consecuencias del desagradable episodio del pacto Zapatero-PNV. Al final, el trago resultó fácil de sorber y saldó la sesión con comodidad dialéctica en la tribuna, y menos arañazos de lo que algunos temían en la propia bancada socialista.

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