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Arnaldo Otegi, durante el registro efectuado el martes por la Policía en la sede de LAB en San Sebastián. / EFE
GOLPE POLICIAL A LA CÚPULA DE BATASUNA

Egibar acusa de la detención de Otegi a quienes «no quieren la desaparición de ETA»

Urkullu insinúa el oportunismo de la operación, pero carga contra la izquierda abertzale por no hacer «nada» por desmarcarse de la banda Aralar llama a los nacionalistas a «unir fuerzas» y «salir a la calle»

OLATZ BARRIUSO

Jueves, 15 de octubre 2009, 09:38

El nacionalismo vasco dejó patente ayer su rechazo a la detención de Arnaldo Otegi y el resto de dirigentes que supuestamente trabajaban en la refundación de la cúpula de la izquierda abertzale, aunque con notables matices. En el propio PNV, no todas las voces vibraron en la misma longitud de onda. Destacó, sin duda, la de Joseba Egibar. El dirigente guipuzcoano, tradicionalmente muy crítico con la presión del Estado de Derecho sobre la izquierda radical, se mostró ayer más tajante que nunca, al acusar a quienes han promovido los arrestos de «no querer la desaparición de ETA».

En una entrevista en Radio Euskadi, el líder del Gipuzku buru batzar fue categórico al constatar el impulso político que, a su juicio, late tras la operación coordinada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, e incluso dio por sentado que los arrestados conformaban un núcleo que «apuesta definitivamente por el final de la violencia para que de una vez por todas se actúe desde la política y sólamente desde la política». Unas consideraciones que no cayeron bien en el entorno de Iñigo Urkullu, que habitualmente -también ayer- censura la pasividad del mundo radical y su incapacidad para hacer su propio recorrido político al margen de la banda terrorista.

Pero Egibar, a quien desde siempre se le supone bien conectado con la izquierda abertzale, no dejó lugar a la duda. «Rafa Díez, el propio Rufi Etxeberria, que se sabe de su posición política, Arnaldo Otegi y hasta siete más, una de ellas la hija de Patxi Zabaleta. Si se sabe que todas esas personas están apostando por las vías políticas, es evidente que no están pidiendo ingresar en ETA para seguir con la lucha armada, sino todo lo contrario». El presidente de los jeltzales guipuzcoanos dio a entender que las detenciones buscan abortar un supuesto «proceso político de paz» que pudiera derivarse de la apuesta que, según él, preparaban Otegi y el resto de los detenidos para volver a las instituciones vascas.

Y fue más allá al sugerir que «alguien» -en velada alusión al Gobierno central- «necesita a una ETA activa» para poder seguir «controlando la política vasca». No lo dijo, pero sonó a la necesidad de mantener a la izquierda radical fuera del tablero político para no inclinar la balanza de las mayorías a favor de los abertzales. En una implícita respuesta a Egibar, Rodolfo Ares pidió al PNV que vuelva a leer la sentencia dictada por el Tribunal de Estrasburgo sobre Batasuna.

Mucho más críptico y templado se mostró Urkullu, que ofreció un desayuno informativo en Madrid, aprovechando el viaje de la víspera para respaldar el llamado blindaje del Concierto. El líder del EBB insinuó el posible oportunismo político de la orden dada por el juez Garzón -en Sabin Etxea están convencidos de que desde hace tiempo las fuerzas de seguridad conocían las reuniones de la nueva cúpula en la sede del sindicato LAB- y se preguntó «por qué ahora» se producen los arrestos, aunque dijo desconocer las «claves». No obstante, él mismo dio unas cuantas, no sin antes expresar su «preocupación» por el respeto a las garantías procesales de los detenidos y su esperanza de que Garzón haya instruido «correctamente» la causa. Los peneuvistas, según las fuentes consultadas, temen que se puedan repetir «chapuzas» como las de los casos de Egin y Egunkaria.

Hastío

No obstante, Urkullu dejó claro que no está por la labor de ejercer el papel de defensor del mundo radical, que sí pareció adoptar su compañero de ejecutiva Joseba Egibar. El PNV, azuzado constantemente por ETA y su entorno en comunicados y declaraciones, está convencido de que imputar al Estado la responsabilidad sobre la suerte que corra la izquierda abertzale equivale a hacerle el juego. De hecho, el líder del EBB dijo percibir «una sensación de hastío cada vez mayor» hacia la violencia en el entorno de la antigua Batasuna, pero, añadió, el problema es que no lo dicen públicamente».

Urkullu constató que la izquierda radical no ha hecho «nada» por desembarazarse de la tutela terrorista desde hace dos años, cuando ya fue detenida buena parte de la mesa nacional y tampoco han dado ningún paso pese a los reiterados rumores sobre la posibilidad de presentar una iniciativa política al margen de la violencia. «Si no lo hacen, ese mundo tiene un más que difícil futuro y seguirá existiendo un porcentaje de población que no pueda elegir a los que quieren elegir», vaticinó Urkullu.

El mensaje peneuvista de que la izquierda abertzale se saque sus propias castañas del fuego hace difícil que el partido jeltzale se sume al llamamiento que hizo ayer Aralar a los partidos, sindicatos y movimientos sociales opuestos a las detenciones para «salir a la calle a denunciar este atropello». El vicecoordinador de la formación, Jon Abril, llamó a los nacionalistas a «unir fuerzas» para «sumar a la mayoría social» y dar una respuesta «democrática» a lo que calificó de «inaceptable conculcación de derechos».

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