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DAVID GUADILLA
Martes, 21 de julio 2009, 09:49
El Gobierno vasco está convencido de que la izquierda abertzale afín a Batasuna forzará al máximo la polémica abierta por la decisión del Ejecutivo de retirar las fotografías de presos etarras del espacio público con el objetivo de crispar las fiestas veraniegas. El Gabinete de Patxi López y el PSE en su conjunto creen que, de esta manera, los sectores más radicales intentarán recobrar la iniciativa política movilizando a sus bases tras el traspiés provocado por la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que avaló su ilegalización.
Los socialistas no tienen dudas. El culebrón del verano será la eliminación de la simbología etarra de las calles vascas. Desde su llegada a la Lehendakaritza, el PSE ha insistido en que uno de sus principales objetivos es quitar cualquier imagen o pintada que pueda legitimar a la banda terrorista. Esta estrategia se ha podido ver ya en varios municipios y ha generado fricciones entre el Departamento de Interior y algunos alcaldes.
Sin embargo, llevar a la práctica está política no es sencillo, tal y como se pudo comprobar la semana pasada en fiestas de Barakaldo. La Ertzaintza retiró las fotografías de los reclusos de ETA que estaban instaladas en varias txosnas. En cuanto las patrullas abandonaron el lugar, los retratos volvieron a aparecer. Un juego que el Gobierno vasco está seguro que puede prolongarse a lo largo del verano.
Desde la filas del Ejecutivo se tiene el convencimiento de que la eliminación de estas imágenes toca la 'fibra sensible' de las bases de Batasuna, compuestas en buen número por familiares y amigos de los internos. Una militancia en la que cuestiones como la vigencia de la lucha armada estarían generando un fuerte debate interno, pero donde se cierran filas a la hora de valorar la retirada de las fotografías. Lo cierto es que esta decisión tampoco está siendo recibida con especial entusiasmo en el resto de formaciones aber-tzales. Tanto el PNV como EA y, en especial, Aralar han mostrado sus dudas -y sus encendidas críticas- hacia una estrategia que, en cualquier caso, va a perdurar.
En este sentido, los responsables del Ejecutivo autónomo piensan que el entorno de Batasuna intentará por todos los medios convertir la 'guerra de las fotos' en un banderín al que pueda agarrarse toda su militancia. Según estas previsiones, la izquierda abertzale responderá a la retirada de las imágenes de una manera activa, tal y como lo hizo en Barakaldo, sustituyendo de forma inmediata los retratos. Además de aglutinar a las bases con un discurso reivindicativo basado en el «carácter represivo» del Gabinete socialista, el Gobierno teme que los sectores más radicales busquen tensionar la situación y provocar algaradas cuando intervenga la Ertzaintza. De esta forma, se generaría un ambiente de crispación con el que se podría cohesionar a toda la militancia.
Prueba de fuego
De la misma manera, Batasuna podría intentar utilizar este conflicto como un enganche para recuperar una presencia pública perdida tras la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que avaló la ilegalización dictada por el Tribunal Constitucional. Un fallo que ha dejado con escasos argumentos jurídicos a la izquierda abertzale, cuya única representación institucional en estos momentos son los concejales y junteros de ANV.
Sin embargo, la intención del Departamento de Interior es aplicar esta política de manera constante, pero sin maximalismos, actuando cuando se pueda e intentando minimizar los riesgos. La prueba de fuego serán, con toda probabilidad, las numerosas fiestas que salpican el calendario veraniego, sobre todo, las de las tres capitales.
Los miembros del Partido Socialista son conscientes de que entrar a todas horas en los diferentes recintos festivos es una tarea plagada de complicaciones. En este sentido, admiten que eliminar toda la simbología radical de las calles y fiestas es prácticamente imposible a corto plazo. De lo que se trata, añaden, es de «sembrar», de que vaya calando en la sociedad la necesidad de deslegitimar el terrorismo. En el caso de las txosnas, por ejemplo, evidenciar la relación de alguna de ellas con la banda terrorista y su entorno. Un mensaje dirigido especialmente a los ayuntamientos, quienes conceden la licencia administrativa a estos bares festivos. No se buscaría tanto el impedir que este verano hubiese fotografías de presos, como lograr que esas instalaciones no puedan abrir el año que viene. «Es un trabajo a medio y largo plazo», sostienen desde el Gobierno.
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