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C. BARREIRO
Viernes, 17 de julio 2009, 22:34
«Ha sido horroroso. Una pareja intentaba reanimar al niño, mientras la madre estaba sentada en la acera llorando desesperada. El chico cogió al bebé en brazos y lo colocó en el asiento delantero del vehículo. Lo movía de un lado para otro, según le indicaban los sanitarios a través del teléfono móvil. El chaval no hacía más que decirles que el niño estaba muy caliente y que no respondía a nada de lo que le estaba haciendo», recordaba un testigo de la inexplicable tragedia que se vivió ayer en Leioa.
Un niño de tres años fue encontrado muerto tras permanecer encerrado durante cinco horas, desde las 9 de la mañana, en el interior de un vehículo estacionado en la carretera de la ría, a escasos cien metros del término municipal de Getxo. La madre se había ido a trabajar sin caer en la cuenta de que había dejado al pequeño en una sillita colocada en la parte trasera del coche, casualmente en uno de los días más calurosos del año. El bebé, vestido con un pantalón vaquero y una camiseta de manga corta, no soportó la temperatura que llegó a alcanzarse en el interior del turismo -más de 45 grados tras horas expuesto al sol- y sufrió un colapso que terminó con su vida.
La Ertzaintza detuvo a la madre del menor, vecina de Getxo, acusada de un delito de homicidio imprudente, aunque luego fue puesta en libertad con cargos a la espera de que sea requerida por la autoridad judicial, según informó ayer el Departamento de Interior. La mujer explicó a los agentes que no se dio cuenta de que había olvidado al niño hasta que regresó al vehículo después del trabajo, «a eso de las dos del mediodía», y se lo encontró en una de las dos sillitas de bebé que lleva en el coche, aparcado frente a Maderas Biltosa. La Policía verificó el testimonio de la madre.
Cúmulo de fatalidades
Un cúmulo de fatalidades hizo que el bebé falleciese olvidado en el turismo. Según declaró la madre ante la Ertzaintza, ella se encargaba de llevar todos los días al niño a la guardería antes de acudir a trabajar a la oficina. Pero ayer iba con mucha prisa porque llegaba tarde, con tan mala suerte que en el camino a la escuela se le cruzó un camión. De acuerdo con su testimonio, la mujer mantuvo una acalorada discusión con el chófer del tráiler. El incidente le sumió en tal estado de nerviosismo que se olvidó de llevar al niño al centro. Se fue directa a su empresa sin darse cuenta de que su hijo estaba en el asiento de atrás. Aparcó y se marchó.
Las altas temperaturas registradas ayer propiciaron que el pequeño sufriese un golpe de calor mortal. «Este tramo de la carretera es un horno», comentaban los trabajadores del entorno. El sol pegó con fuerza durante toda la mañana en el aparcamiento donde estaba estacionado el 'Citroën Xsara' de color azul, sin que ninguno de los operarios que frecuentan la zona desde primera hora se percatase de que el niño estaba en su interior. «Yo he pasado varias veces por delante del coche y la verdad es que no me he dado cuenta. Pobre mujer, qué desgracia», se dolía una de las empleadas de la fábrica de maderas situada delante del aparcamiento, un lugar donde se concentran numerosas empresas.
Los primeros en atender al pequeño de tres años fueron los sanitarios de una dotación de la DYA que casualmente pasaba por el lugar después de acudir a un aviso. La unidad fue alertada por la propia madre del menor. La ambulancia de Osakidetza apenas tardó «cinco minutos» en llegar al lugar después de que la pareja que auxilió al bebé alertase al servicio de emergencias. Los médicos llegaron al mismo tiempo que el padre de la criatura, trabajador de una empresa de ascensores, que ayer deambulaba impotente de un lado al otro con las manos en la cabeza mientras trataba de consolar a su esposa. Abrazados, compartían su dolor, sobre la acera del aparcamiento.
«Yo iba a por mi coche cuando vi a la mujer sentada en la acera abrazada a su marido con gesto desencajado. Estaban desesperados», recordaba un testigo. Los médicos certificaron el fallecimiento del niño y trasladaron su cuerpo a una segunda ambulancia, mientras los ertzainas se llevaban a los padres del bebé a comisaría para que prestasen declaración.
La escena sobrecogió a los propios agentes, que no pudieron reprimir las lágrimas durante el levantamiento del cadáver. Los ertzainas usaron unas mantas térmicas como parapeto para evitar que los numerosos medios de comunicación congregados en el lugar tomasen imágenes del pequeño, cuya autopsia será realizada hoy.
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