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SONSOLES ZUBELDIA
Sábado, 6 de junio 2009, 04:45
Las obras de ampliación del Museo de la Minería del País Vasco han quedado en suspenso por falta de financiación. Culminada la primera fase del nuevo edificio, los responsables de la Fundación tratan ahora de conseguir fondos para acometer la segunda. Con este propósito, se han puesto en contacto con la nueva consejera socialista de Cultura, Blanca Urgell. Por un lado, quieren presentarle el proyecto del parque cultural de la minería -que aglutina el museo y los futuros equipamientos- y solicitarle ayuda económica para culminarlo.
Por otro, desean conocer cómo van los trámites para proteger la mina Concha II. Y es que el yacimiento, en torno al que se ha articulado la ampliación del museo, lleva meses amenazado por la intención de la Sepi (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) de arrojar sobre ella dos millones de metros cúbicos de tierra procedentes de las obras de un cercano parque industrial.
A finales de abril la Diputación se unió a los esfuerzos de la propia Fundación y de los ayuntamientos de la comarca para lograr que el Gobierno vasco declare el yacimiento como bien de interés geológico. Esta calificación salvaría de los rellenos a esta explotación, la más grande de Vizcaya a cielo abierto. De momento, el departamento vasco de Cultura se ha comprometido a recibir a los responsables de la fundación, aunque les ha pedido «tiempo», ya que aún están organizando su incorporación al Ejecutivo.
Mientras tanto, el contencioso que mantienen la promotora de los rellenos y el Ayuntamiento de Abanto, que se negó en junio del año pasado a darle la licencia de obras, sigue su curso en los tribunales.
Así las cosas, la Fundación del museo ofreció ayer una visita a las obras del nuevo edificio, que reunió a los alcaldes de Abanto, Manu Tejada, Zierbena, Marce Elorza, la portavoz del Ayuntamiento de Trapagaran, Pilar Souto, y representantes de Petronor y Enkartur.
Retrasos
La primera fase de los trabajos, que se han retrasado siete meses por problemas técnicos relativos a las labores de cimentación, ha culminado con la construcción de la estructura exterior del equipamiento, de 2.200 metros cuadrados. Esta demora ha encarecido en 500.000 euros el presupuesto, que rondaba el millón y medio.
Ahora queda pendiente urbanizar la zona y habilitar el interior del edificio, que incluirá 560 metros cuadrados de salas de exposiciones, un cine, un restaurante y una cafetería. Asimismo, falta colocar las vidrieras a las que el público podrá asomarse para disfrutar de unas vistas incomparables de la mina.
También resta acondicionar una senda peatonal al aire libre muy cercana al yacimiento que permitirá a los visitantes recorrer cronológicamente la historia de la minería a través de un centenar de piezas.
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