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Miguel Sánchez-Ostiz.
Miguel sánchez-ostiz

«Decir que estás enamorado de un país es de palurdos, pero me pasa con Bolivia»

El nuevo libro de viajes de Miguel Sánchez-Ostiz indaga en el ser del país andino

ELENA SIERRA

Martes, 10 de febrero 2009, 11:00

Un navarro de Pamplona que fue abogado y hace mucho que es escritor -ayer en el Hotel Ercilla de Bilbao recordaba que hacía dos décadas que había optado por la escritura en ese mismo lugar-. Un 'neoeuropeo', que vive en la «cultura de los nuevos ricos».

Alguien que nunca podrá entender la realidad boliviana; no valen allí ni las teorías ni las argumentaciones de aquí, por mucho que nos empeñemos. «A lo más que podemos aspirar», dice Miguel Sánchez-Ostiz, «es a querer entenderla, a querer entender a los demás. Somos lo que somos y no podemos ser negros, ni indios. Tu riqueza es lo que eres y eso hay que admitirlo cuanto antes».

En 'Cuaderno boliviano' (Alberdania) el autor navarro cuenta sus dos viajes al país andino, «enquistado, siempre muy al margen, dentro de sus fronteras, sin mar tras la guerra con Chile». Un país difícil de conocer del que llegan sólo «noticias tendenciosas». «Nos dejamos llevar por el expresionismo de la miseria y la sangre pero hay otras cosas», explica quien ha visto entre 2004 y 2008 alguna diferencia (menos zonas quemadas, menos edificios históricos en derribo, menos militancia de luchadores de toda la vida) y muchas semejanzas («un capitalismo a lo bestia, gran conflictividad social y manifestaciones callejeras muy fuertes, tanto a favor como en contra de Morales»).

Racismo

Bolivia tiene «una historia muy rica que desconocemos». Una estructura social divida entre «los blancos muy blancos y los indígenas muy indígenas», que son mayoría. El racismo se nota a cada paso. «La frase indio de mierda. Es terrible», tiembla el escritor, recordando que ya se escucha en estas latitudes. Hay preocupación de los militantes de izquierda por «que el narcotráfico pueda llegar a la política». Hay carreteras imposibles, ambulatorios y universidades que trabajan con la nada, ningún avance en derechos básicos; «hay sobre todo mucho camino por recorrer. No se puede comparar nuestra sociedad del bienestar con Bolivia». Un país, asegura Sánchez-Ostiz, «que me suscita una curiosidad muy viva. Decir que estás enamorado de un país es de palurdos, pero eso me pasa a mí».

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