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Domingo, 16 de noviembre 2008, 14:03
La polémica sobre la denominación de la selección vasca es como una competición de soka tira en la que la Federación hace las veces de pañuelo. El pasado año se impusieron los partidarios del término Euskal Herria y al presidente, Iñaki Dobaran, y a sus colaboradores les llovieron duras críticas procedentes del PNV y también de la oposición. Esta vez han tensado la cuerda con más fuerza los defensores del nombre Euskadi y se ha producido un hecho insólito: la irrupción en el debate político, bajo advertencia de renunciar a la tricolor, de más de un centenar de futbolistas en activo -respaldados por 40 ya retirados- que sólo aceptan el apelativo Euskal Herria para defender la camiseta del combinado autonómico. Al margen de sus preferencias ideológicas, la mayoría de ellos se habían mantenido siempre alejados, al menos públicamente, de los vaivenes políticos y sociales, pero esta vez han tomado partido. El punto de inflexión es considerable.
El manifiesto hecho público por el colectivo 'Euskal Herriko futbolariak' es sin embargo el último ingrediente de un plato precocinado hace tiempo, cuando se confirmó que Catalunya devolvería en San Mamés la visita que le había cursado la selección vasca en octubre de 2006. Aquel encuentro en el Camp Nou, una excelente plataforma reivindicativa para los nacionalistas radicales de ambas autonomías por su impacto visual y mediático, alumbró una semilla regada después durante meses por futbolistas vascos próximos a Batasuna con el fin de promover el término Euskal Herria. Fue un trabajo silencioso, sin nombres propios, en el que se tocaron muchas puertas para recabar apoyos en favor de la oficialidad de la selección. La izquierda abertzale puso cara a la campaña al considerarla un buen filón para recuperar a través de su presencia en el debate deportivo-político el protagonismo perdido en otros ámbitos sociales.
En este contexto se celebraron varias reuniones entre una delegación de jugadores de diversa procedencia ideológica y los dirigentes federativos. Según el comunicado del jueves, ambas partes consensuaron en esas citas que el encuentro contra Catalunya de diciembre de 2007 se disputaría con la denominación oficial de Euskal Herria, y que se desecharía el de Euskadi, vigente desde los años 30. Cuando el cambio de denominación fue comunicado a la sociedad, se desató una tormenta que hizo zozobrar el barco de una federación con un déficit estructural cercano a los 200.000 euros y ahogada por los reproches. Bien por razones geográficas, identitarias, culturales o históricas, los partidos vascos entraron de lleno en una polémica en la que los jugadores, como casi siempre, se mantuvieron en un discreto segundo plano.
Conocedor de la estrategia de algunos futbolistas y de otros ya retirados, el líder del PNV, Íñigo Urkullu, la consideró «absolutamente impresentable». El revuelo fue de tal calibre que el máximo responsable de la Federación vasca, Iñaki Dobaran, expresó su hartazgo y advirtió de que las presiones amenazaban la celebración del tradicional partido navideño de la tricolor. Por tres motivos fundamentales: primero, porque las selecciones de mayor entidad rehusan la invitación para no verse envueltas en la polémica; segundo, porque los patrocinadores recelan cada vez más de un encuentro inmerso en conflictos; y, tercero, porque el Athletic, que cedió el campo el pasado año, no quería que su imagen pudiese salir dañada.
Manifestación
Los jugadores no se posicionaron, pero Tiko, entonces rojiblanco, Garmendia, Susaeta y Koikili encabezaron horas antes del choque ante Catalunya una manifestación de Esait bajo el lema «Euskal Herria. Una nación. Una selección», a la que también asistieron dirigentes de Eusko Alkartasuna y de Batasuna. Nadie había vuelto a hablar del cambio de nombre de la tricolor hasta hace unos días, cuando, de forma sorprendente, la Federación confirmó que el combinado autonómico volvía a llamarse Euskadi. Eso sí, no ha dado un argumento específico que explique la recuperación del nombre clásico. «Lo hemos considerado más apropiado y conveniente», se ha limitado a asegurar Iñaki Dobaran cuando se le ha preguntado sobre el espinoso asunto.
Según las fuentes consultadas por este periódico, en la reconsideración de la entidad federativa han influido factores de distinta índole. Además del económico -al parecer resulta más sencillo atraer a los patrocinadores con el término 'clásico'-, el aspecto político ha sido, una vez más, determinante. Y es que los responsables de las instituciones vascas están convencidos de que, no contenta con enredar en el partido de diciembre ante Irán, la izquierda abertzale desea aprovechar el deporte para desestabilizarlas. Los mismos medios sostienen que los dirigentes federativos conocían desde principios de otoño el descontento de algunos jugadores por el renacimiento de la acepción Euskadi, pero no pensaban que iban a maniobrar para buscar el respaldo de otros futbolistas y lanzar un desafío a través de un manifiesto que ha desatado un temporal aún mayor que el de 2007.
En los vestuarios
De nuevo han entrado en escena las fuerzas políticas y también el Gobierno vasco. Y, como ya ocurriera la primera vez, los posicionamientos han sido claros. Eusko Alkartasuna, Ezker Batua y EHAK apoyan a los futbolistas y, el resto, a la Federación. O, lo que es lo mismo, los primeros apuestan por Euskal Herria y, los segundos, por Euskadi. Pero, como dejó claro Miren Azkarate, la potestad para bautizar a la selección la tienen en exclusiva los dirigentes federativos, a quienes la rebelión de la totalidad de la plantilla del Athletic, de los jugadores vascos de la Real y del Alavés y de otros deportistas de clubes de Iparralde les ha vuelto a colocar en una situación muy delicada. La peor noticia es que, salvo milagro, el partido anunciado contra Irán tendrá que ser suspendido.
Nadie ha dado un paso adelante para erigirse en portavoz de 'Euskal Herriko futbolariak', cuyos integrantes tienen el deseo de representar «a una nación de siete territorios». El viernes, Joseba Etxeberria negó que el manifiesto tenga un contenido político. Su lectura, sin embargo, recuerda en varios pasajes a la terminología empleada con asiduidad por los colectivos afines a la izquierda abertzale («desde las instituciones se ha vaciado el contenido de la palabra Euskadi»). Es curioso que eso suceda, porque la pluralidad ideológica que caracteriza a las sociedades vasca y navarra se repite también en los vestuarios de los equipos de ambas comunidades autónomas.
En el del Athletic, por ejemplo, el respaldo al comunicado se hizo simplemente por asentimiento. En otros casos se recabaron los apoyos a través de mensajes de móvil y correos electrónicos. Futbolistas y ex jugadores que dieron el 'sí' se enteraron del contenido del mismo cuando lo vieron publicado en los periódicos. Y, por supuesto, muchos firmantes ni se imaginaban el seísmo que se iba a generar. Luis Prieto, central del Valladolid que no ha firmado el manifiesto, ha declarado que había oído hablar de él, pero que nadie se lo entregó para conocer su contenido. Kalderon, del Alavés, ha explicado que fue Gaizka Garitano quien trasladó el comunicado al resto de la plantilla. «No hay presión, el que quiere lo firma y el que no no», ha añadido.
Ni la Federación ni 'Euskal Herriko futbolariak' tienen intención de dar el brazo a torcer. Ha habido llamamientos al diálogo entre ambas partes, pero el ambiente está demasiado viciado como para impulsar un acercamiento. La eventual suspensión del encuentro del 23 de diciembre ante Irán supondría un serio revés para la Federación y también para los miles de aficionados que querían participar de la fiesta en 'La Catedral'. Las recaudaciones de estos partidos se destinan a fomentar el deporte de base. Y los niños sólo quieren jugar al fútbol.
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