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Carolina y su hermana Estefanía, Charlene Wittstock y su novio Alberto de Mónaco; entre ellos, Ernesto de Hannover. / EFE
Bailad, bailad, benditos
crónica social

Bailad, bailad, benditos

El caché del buey de Kobe podría superar al de Julio Iglesias, y en Mónaco lo celebran

ARANTZA FURUNDARENA

Lunes, 4 de agosto 2008, 11:26

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El gran Julio Iglesias ha vuelto a hacerlo. Me refiero a cantar para muy poca gente. Algunos podrán tomarlo como una señal de declive. Pero eso es porque no conocen a Julio. Él hace tiempo que no canta para el público, sino para su PIB. Y la renta per cápita de los que fueron a oírle a Estepona (jeques árabes, princesas asulemanas, etc.) era lo suficientemente boyante como para permitirse el lujo de pagar por cada entrada 1.600 euros.

Poco me parece y todo para un concierto que además incluía cena con caviar de beluga imperial, champán Dom Perignon y solomillo de buey de Kobe. Este producto, en concreto, resulta carísimo, porque estás pagando no sólo la calidad de la carne, sino (y principalmente) la vida padre que se pega el animal, que come como un gourmet, se toma sus buenas cervezas y chupitos de sake y encima recibe a diario un masaje anti-estrés para relajarle el tono muscular. Descontando semejante inversión, no sé qué le quedaría en limpio a Julio. Pero mucho me temo que esa noche el caché del buey de Kobe fue muy superior al suyo (y hasta cierto punto me parece lógico; porque el bicho cantar no cantó, pero se dejó comer).

Y ahora que lo pienso: Litros de alcohol, gastronomía fina, masajes, 'spa'... ¿Saben qué es lo más parecido a un buey de Kobe? Un viejo rockero. Por eso las entradas de sus conciertos son tan sumamente caras. En ellas estás apoquinando no sólo en concepto de lo que el tipo canta en sí, sino (y principalmente) por todo lo que tienen que suministrarle para mantenerlo en pie. Y eso, a cambio de una simple actuación, ya que en los conciertos de rock la entrada no incluye papeo.

Bueno... a veces sí. El viernes en Mónaco, por ejemplo, actuó Bill Wyman, que es el ex bajista de los Stones (o más bien lo que queda de él) y el público se dio el gran festín. Lo que allí se celebraba era el baile de la Cruz Roja, que ha cumplido ya sesenta años, una edad a la que (como bien demuestra Julio Iglesias) uno empieza a apreciar la calidad por encima de la cantidad. Tal vez por eso la foto de familia de los Grimaldi fue algo más escueta. Faltaba el F.J.O.D. (Frente de Juventudes Ociosas y más bien Dispersas) en pleno. Pero es que su líder, Andrea Casiraghi, y la tesorera (su hermana Carlota) se han exiliado a Ibiza. También se echó de menos a la tía Antonieta, que por lo visto anda delicada... (aunque sólo de salud; de lo demás, como siempre). Yo a Antonieta la tengo en un pedestal porque le encuentro un puntito almodovariano, rama monegasco-manchega. Además, es una pena que falte a un baile en el que ella, si la veteranía es un grado, ostenta el generalato, pues Antonieta ya era 'chica de la Cruz Roja' cuando Conchita Velasco estaba haciendo la comunión.

Por faltar, faltaron las canciones del gran Julio Iglesias y sus impagables (nunca mejor dicho) consejos. Aunque, quita, casi mejor que no. Que Julio anima a que su público en casa «haga el amor en vertical» y eso, según y en qué condiciones, puede resultar peligrosísimo. Creo que, sólo de pensarlo, hasta a Ernesto de Hannover se le pondría cara de misionero.

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