Profesores de quita y pon
Padres, alumnos y maestros se concentran en el colegio de Concha para exigir la estabilidad de los docentes
SERGIO LLAMAS
Viernes, 13 de junio 2008, 06:03
A los profesores que quieren quedarse les obligan a partir y a los que no quieren enseñar en Carranza les tocará hacerlo. Así será la realidad del próximo curso en el centro de Educación Infantil y Primaria de Concha, donde padres, alumnos y docentes se concentraron ayer para exigir una mayor estabilidad del profesorado. «Quieren cubrir los puestos obligando a venir al valle a personas que no quieren hacerlo y en cuanto pasan los dos años obligatorios solicitan el traslado», resume el presidente del AMPA, Pedro Larrinaga.
Una situación que este año se ha vuelto especialmente crucial ya que el cambio de personal docente obligará a los más de 180 alumnos del centro a despedirse de algunos de sus profesores favoritos, como Roberto Arezaga, que lleva 16 años en el colegio. «Incluso había planeado venirme a vivir a Carranza», asegura este vecino de Zierbena que se ha ganado el afecto de los pequeños con una granja escuela llamada El Mato. Un proyecto que corre serio peligro tras su marcha. «Estoy muy a gusto aquí y me encantaría quedarme», confiesa.
Pero la burocracia tiene la última palabra y en este caso han pesado más las categorías profesionales, ya que Arezaga está en condición de interino. «Las plazas son sólo para profesores definitivos», aclara. Esta situación ha empujado a los padres de los alumnos a mantener reuniones con varios delegados de Educación, el inspector y el Ararteko. «Todos nos dan la razón pero no hacen nada para arreglarlo», lamenta Larrinaga, para quien la solución pasa por considerar al de Carranza como un centro de circunstancias particulares.
Pero si algunos están deseando quedarse también hay otros que quieren marchar. Es el caso del director de Primaria, Pablo Torres, que ya ha logrado un trabajo más cerca de su casa. Él está contento con la gente pero entiende que no puede estar viajando todos los días desde su domicilio en Getxo hasta el extremo de Vizcaya. «A diario paso más de tres horas de viaje», asegura. Por eso, le parece injusto que se intente mandar profesores forzosos al centro.
La granja escuela
Mientras, los verdaderos afectados salieron ayer, como cada día, al patio del colegio, aunque esta vez cambiaron el balón por las pancartas reivindicativas. Como Andrea, de 7 años, que aseguraba que va a echar de menos a su maestra, Rosa. «Les cambian los profesores cada poco tiempo y los niños lo pasan mal porque tardan mucho en coger confianza», explica su madre, Herminia Eguinoa.
La protesta de ayer también se centró en pedir que se conserve la granja escuela de El Mato, un mérito que atribuyen a Roberto Arezaga, que ha dedicado los últimos tres años al proyecto. Son las primeras instalaciones de este tipo ubicadas dentro de un colegio y cuenta con más de cien animales y toda una suerte de viveros, huertas y semilleros que permiten a los más pequeños aprender a conocer y cuidar la naturaleza.
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