Una Euskal de pronóstico incierto

Pocos esperaban a Tino Zaballa en lo alto del podio de Arrate. En su huida cuesta arriba hacia el santuario, el cántabro sorprendió lo suficiente como para proclamarse vencedor de la Euskal Bizikleta de 2007. El ciclista del Caisse, ahora en las filas del LA-MSS portugués, confirmaba así uno de los tópicos del ciclismo: en carreras de pocos días cualquiera puede ganar. Hasta el más inesperado, ya que en sólo tres jornadas la ronda vasca no se reduce a una cuestión de estados de forma o golpe de pedal. La suerte entra en escena.

Y la fortuna será lo que busque a partir de hoy en Bakio el joven Igor Antón, del Euskaltel, que tratará de desquitar a su equipo tras un Giro sin éxitos y escribir su nombre en el palmarés de la Euskal Bizikleta, carrera en la que sólo en la edición de 1991 coparon el podio Bugno, Ugrumov e Induráin.

Eran otros tiempos. El ciclismo todavía no se había roto en varios bandos, el dopaje no era más que una sospecha y algún positivo más o menos asilado, y el Pro Tour no existía. Con la reinvención de este deporte, que supuso la creación de un circuito cerrado para unas pocas carreras y escuadras, la ronda vasca se vio obligada a mutar. Cambió de piel la temporada pasada al reducir de cinco a tres días su calendario. El objetivo, tratar de amarrar el máximo número de equipos Pro Tour con tal de evitar que la ronda se convirtiera en un escenario para secundarios.

Emoción hasta el final

El experimento funcionó ya que hasta la última etapa, el día de la escapada de Zaballa, no se decidió el vencedor. Algo que, si los cálculos de los organizadores no fallan, volverá a ocurrir en esta edición, con una primera etapa con cuatro puertos; una segunda con un perfil más llano; y una tercera y última con final en el santuario de Arrate. En sus cuestas, los equipos de categoría Profesional y Continental tratarán de darle la vuelta al ciclismo superando a Antón, Iker Camaño, Stefano Garzelli y compañía.