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CAMPEONES. PRIGIONI, VIDAL Y SPLITER BESAN, EN EL BUESA ARENA, EL TROFEO QUE LES ACREDITA COMO CAMPEONES DE LA LIGA ACB./ IOSU ONANDIA
Éxtasis baskonista en Vitoria
El TAU, campeón de la Liga ACB

Éxtasis baskonista en Vitoria

El TAU remata a la primera oportunidad a un Barcelona que acabó aplastado por las ganas del equipo local de levantar su segundo título de Liga

DAVID GONZÁLEZ

Jueves, 5 de junio 2008, 14:34

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El Baskonia tocó el cielo. Regresó al olimpo por la puerta grande. Liberándose de viejos fantasmas. Como los fatídicos cuarenta segundos de la final innombrable. El baloncesto saldó la deuda. Por fin. Cuatro años después. A la segunda oportunidad. La ACB se tiñe de azulgrana por la vía rápida. 0-3. Impensable hace tres semanas. Una locura de haberlo mencionado en marzo, por ejemplo. La segunda estrella. El éxtasis. La liberación soñada.

El premio gordo se queda en Vitoria tras reclamarlo el equipo más desconcertante que se recuerda. Capaz de sembrar la desesperanza entre los más incondicionales. Pujante y abrasivo como pocos en estas eliminatorias en las que ha reclamado el título a grito pelado.

El cómputo de su baloncesto ha sido muy discutible. No así su aportación a la historia de este club, nacido en la década de los sesenta del empeño de una cuadrilla de vitorianos enamorados de este adictivo juego. Dos Ligas. Dos obras cumbres. El TAU Cerámica sube un peldaño en el ránking nacional. Saca pecho. Se gusta un poco más desde anoche. 3 de junio de 2008. Ya es una fecha señalada. Un día -mejor dicho, una noche- para recordar y sacar a relucir en cualquier tertulia.

Cuatro guiños

El mal estudiante, el zalamero capaz de recibir un perdón por cuatro guiños, rompió todos los esquemas. Seguro que muchos responsables de las casas de apuestas se están tirando de los pelos. Los grandes favoritos se vaciaron en el camino. El Baskonia, en cambio, con el depósito lleno por su afán por reservarse ha llegado lúcido. Fresco. A tono. ¿O no señores del Barcelona?

Porque el cuadro 'culé' fue la viva imagen de la frustración. Extendió cierta inquietud con su defensa zonal, pero su clínic de tomas falsas en el lanzamiento le condenó. Así, el inquilino del Buesa Arena, el mejor embajador de la ciudad que no se ve en el mapa, tocó el terreno de las emociones. Inundó de júbilo un pabellón demasiado habituado a las decepciones, a quedarse sin aliento en el último centímetro. Grande Baskonia. Gracias de corazón.

Con nocturnidad pero no alevosía, ¡vaya horario para una final de la mejor competición tras la NBA!, la escuadra trashumante por fin encontró la llave de la comunión. Todos a una. Afición y equipo. Alucinante, como todo el ejercicio trazado por este conjunto tan habituado a extraviarse. Dentro y fuera del parqué.

La instantánea de Prigioni subido al aro -una obligación en su Argentina natal-, de Splitter lanzando el puño al viento o del conciliador -y hasta hace nada discutidísimo- Spahija abrazado a medio pabellón ya son parte viva del baskonismo. Como la de un desafiante Nicola elevando la Copa de Europa. O la piña de la primera Copa del Rey, hace nada menos que trece años. O esa, etérea Copa Asociación cazada en Villanueva de la Serena. Por no citar el subidón de la primera Liga con el, sin duda, mejor equipo que ha armado esta entidad pionera en democratizar el deporte de la canasta en España.

Paroxismo

Bajo una tormenta de confeti, recogió el trofeo de campeón. Seguro que no ha sido el más regular ni de lejos. Tampoco el que mejor juego ha desarrollado. Pero sí ha sabido acertar al conjugar los tiempos verbales como nadie. En especial ante el Unicaja, al que dejó sin habla en un desenlace de película de acción, y frente a este Barcelona que siempre se ha movido con un segundo de retardo.

La puntilla se demoró anoche hasta el tercer cuarto. Ambos equipos pecaron de agarrotados, sólo que el TAU no andaba dispuesto a que su rival se conectara una vía de oxígeno. Una buena circulación de balón, el acierto desde la línea de 6,25 y una fe ciega en que era posible robar el balón en cada pase 'culé' obraron la ruptura definitiva.

Crujió el Barcelona en el último periodo. Se rindió a la evidencia de un plantel en racha. Con el título tatuado en el entrecejo. Hambriento por ganarle la partida a la lógica. Para poner a Vitoria en el mapa.

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