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FAVREAU vive unido a su ordenador durante toda la campaña. / AP
La voz del candidato
MUNDO

La voz del candidato

Un joven de 26 años escribe los discursos del senador de Illinois inspirándose en los de Kennedy y Luther King

M. GALLEGO

Domingo, 25 de mayo 2008, 05:19

Tiene 26 años, ha trabajado en dos campañas presidenciales y es la voz del candidato que suena como el nuevo Kennedy. «Barack Obama confía en sus palabras, y eso se puede decir de poca gente», dijo su principal estratega David Axelrod. Con razón ha llegado hasta los oídos de las masas de jóvenes escépticos sacudiendo su apatía política. Quien les habla es uno de su generación, aunque John Favreau, que escribe los discursos de Obama, se precie de haberse esforzado concienzudamente en ser la voz de su amo.

Aterrizó en Washington de becario gracias al colegio de jesuitas de la Sagrada Cruz, en Worcester (Massachusetts), donde estudió. A punto de licenciarse y de acabar las prácticas, le dio tanto la murga a Robert Gibbs, entonces jefe de comunicación del senador John Kerry, en cuya oficina trabajaba, que éste accedió a contratarle como asistente de prensa para la campaña de Iowa. Por aquel entonces Kerry disputaba los puestos más bajos de las encuestas y su proyecto electoral pronto entró en números rojos. Cuando nadie quería trabajar con él, alguien se volvió hacia Favreau y le ofreció escribir los discursos.

Tenía 23 años el día que conoció a Obama en la convención de 2004. Se plantó delante de él y le dijo respetuosamente al senador que tenía que cambiar una frase de su discurso para que no se cruzara con lo que le había escrito a Kerry. Obama le miró perplejo. «Se veía que se estaba preguntando: ¿Y este niño quién es?», confesó después.

El encuentro se hubiera quedado en anécdota si cuando Kerry perdió las elecciones Favreau no se hubiera dedicado a pasearse por todos los bares de Washington con 'hora feliz' sin un duro en el bolsillo. Así fue como lo reclutó su antiguo jefe, que ya trabajaba para Obama. «Si los días tuvieran 48 horas no necesitaría a nadie, pero, como no es así y está muy ocupado, tengo que encontrarle quien le ayude».

Un idealista

Obama había escrito ya dos 'best seller'. Se sentó con el jovencito en la cafetería del Congreso y apartó su currículum sin leerlo. ¿Por qué te metiste en política?, quiso saber. Pronto se dio cuenta de que era un idealista como él y que tenían más en común de lo que pensaban. Favreau le contó el trabajo de voluntariado que había hecho en la universidad jesuita defendiendo los derechos legales de quienes reciben subsidios de beneficencia. Obama le habló de sus principios como activista comunitario en Chicago. «Conectamos», contó Favreau.

Desde entonces se ha bebido cada párrafo que haya escrito el candidato en su vida para fundirse en su voz. «Lo que hacemos es que nos sentamos media hora, él habla y yo le doy a la tecla. Luego le doy forma, lo escribo y se lo mando. Él lo edita y me lo devuelve». El intercambio de correos electrónicos ocurre con frecuencia a las cuatro de la madrugada, a veces horas antes de que sea pronunciado. Favreau dice que si no fuera por el café no sobreviviría, pero no se queja. «Es una forma fantástica de trabajar, mucho más íntima. Con otros políticos sus asesores secuestran tu discurso y te lo devuelven antes de que le llegue».

Ahora tiene bajo su cargo a otros dos jóvenes precoces que le ayudan en la tarea: Adam Frankel, también de 26 años, discípulo de Theodore Sorensen, quien escribiese los discursos a John F. Kennedy, y Ben Rhodes, que a sus 30 años se considera el decano del equipo tras haber participado ya en la redacción del Informe del 11-S y del Grupo de Estudio sobre Irak que encargase George W. Bush a una comisión bipartidista.

Como era de sospechar, Favreau lee a John F. Kennedy y a Martin Luther King para inspirarse, pero su ídolo es Bobby Kennedy. Con él pasa las pocas horas libres que le deja la campaña, porque no le queda tiempo para encontrar novia, confesó lacónico a 'The New York Times'.

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