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SALUD

Los médicos rectifican y avalan ahora la terapia hormonal para la menopausia

La medicación comenzó a abandonarse en 2002 al atribuírsele un aumento de casos de cáncer de mama e ictus

FERMÍN APEZTEGUIA f.apezteguia@diario-elcorreo.com

Miércoles, 21 de mayo 2008, 12:20

Los mayores expertos del mundo en atención a la mujer durante la menopausia se reúnen estos días en Madrid para actualizar conocimientos y dar a conocer nuevos avances científicos. El primer mensaje que los especialistas eligieron ayer para transmitir a la sociedad es de los darán que hablar. Después de seis años denostando la Terapia Hormonal Sustitutiva por las graves consecuencias que se le atribuían, los médicos dicen ahora que la medicación -con sus limitaciones- no es tan mala y que lo verdaderamente «grave» es precisamente lo contrario: abandonarla de manera repentina.

El final de la fase reproductiva provoca un terremoto hormonal, cuya presencia se va notando de manera gradual aunque no idéntica en todas las mujeres. Algunas ni siquiera llegan a sentir los síntomas que se atribuyen a la menopausia; unos psicológicos, como ansiedad, depresión, dificultad para la concentración; y otros más de tipo físico, como sofocos, sequedad vaginal, sudores, trastornos del sueño, problemas urinarios...

Origen de la polémica

La Terapia Hormonal Sustitutiva (THS), un combinado en dosis ajustadas a cada caso de estrógenos y progestágenos, comenzó a recetarse en 1947 como tratamiento preventivo y paliativo de todas esas manifestaciones. Sin embargo, hace seis años, el estudio WHI (Women's Health Iniciative -Iniciativa por la Salud de las Mujeres-) alertó sobre el elevado riesgo de sufrir cáncer de mama y patologías coronarias como consecuencia del consumo de estas hormonas.

Muchas mujeres -las estimaciones apuntan al 50% de las que estaban en tratamiento en Europa y el 75% de las estadounidenses- decidieron suspender la terapia. En España, la Agencia Española del Medicamento modificó las condiciones de uso de la THS y hubo estudios, como el publicado por el Institut Catalá de Farmacología en 2004, que atribuyeron 16.000 casos adicionales de cáncer de mama al año en España a este tratamiento. El mismo trabajo, basado en ensayos clínicos, dijo que 6.000 mujeres sufrieron ictus y otras 8.000 un tromboembolismo pulmonar por haber usado este fármaco.

La polémica ya estaba servida entonces. El presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Menopausia, adscrita a la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), defendió el tratamiento. Santiago Palacios, el especialista que preside el congreso que se celebra en Madrid, dijo que «cualquier mujer en edad menopáusica es candidata a recibir la terapia, siempre y cuando sus beneficios superen sus posibles riesgos».

En los días previos a este congreso internacional, la semana pasada, el reconocido ginecólogo Leon Speroff acudió a Bilbao a una jornada sobre salud reproductiva para traer precisamente este mismo mensaje. El experto, un investigador cuyos libros se estudian en todas las facultades de Medicina del mundo, explicó que «el famoso estudio de EE UU que la denostó se refería sólo a las mujeres muy mayores, no a todas; pero se entendió mal. Los ginecólogos -hizo un llamamiento- tienen que volver a explicar las ventajas de la terapia hormonal».

Le han hecho caso. Santiago Palacio y otros colegas internacionales aseguraron ayer en Madrid que el tratamiento «resulta seguro y eficaz si comienza a aplicarse entre los 45 y los 55 años». En cuanto aparezcan los primeros síntomas. Debe empezarse con «la menor dosis efectiva, durante el menor tiempo posible» y no más allá de los 60 años.

Más de 3.000 especialistas participan en el congreso de Madrid. Los expertos hicieron un llamamiento a los médicos de cabecera para que cambien sus criterios y contribuyan a la difusión de esta terapia. Las mujeres decidieron abandonarla y los facultativos, como consecuencia, dejaron de recetarla. Ahora aseguran que la suspensión brusca del tratamiento tendrá graves consecuencias para la salud de las mujeres. La mitad de las que optaron por esta alternativa sufrirán aumento del colesterol, disminución de masa ósea, agravamiento de los síntomas de la menopausia y depresión.

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