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Pasión por el basket. / B. CASTILLO
«El día que deje de ilusionar a los demás, abandono»
LUIS ALBÉNIZ, ENTRENADOR DE BALONCESTO

«El día que deje de ilusionar a los demás, abandono»

Este alavés reconoce que es «más duro» dirigir a un equipo escolar que al cadete del Baskonia

IRATXE GÓMEZ

Jueves, 13 de diciembre 2007, 03:55

El día antes de su boda estaba jugando un campeonato de baloncesto. Esta anécdota es un fiel reflejo de su vida. Siempre vinculado al basket, Luis Albéniz pasó todas las etapas en el colegio Corazonistas de Vitoria. Allí fue jugador hasta que se convirtió en su entrenador. El trabajo no fue nunca un impedimento para continuar y si tenía que quedarse hasta las once de la noche en la cancha, no lo dudaba. Lo hacía. Además, sin recibir ni un duro. «Era el preparador, el encargado... Sólo me faltaba ser el fraile del colegio», bromea. Una época en la que acumuló muchas amistades, pero también resultó difícil porque «los más perjudicados eran los míos».

Pero hace veinte años cambió el banquillo escolar por un club con prestigio, el Baskonia. Muchos pronosticaban que esta nueva etapa resultaría mucho más compleja por las exigencias. Al contrario. «Lo duro ya pasó», recuerda. «Aquí me puedo dedicar sólo a entrenar. No hay extras. Ahora tengo una cancha fija, gente que me ayuda, material... En Corazonistas requería más sacrificio, pero lo haces con tantas ganas que te olvidas».

En el cadete A baskonista goza de cierta estabilidad. Aunque sigue sin vacaciones, puentes, ni festivos. Aún debe compaginar la canasta con su obligación laboral. Y todavía le queda tiempo para ver varios partidos los fines de semana.

Estas renuncias tienen un objetivo: mejorar. Albéniz se considera meticuloso e intenta que sus pupilos se tomen este deporte tan en serio como él. «Hay que ser constante. Y la recompensa es ganar, ya que para eso nos pasamos tantas horas preparándonos. No vamos a ser iguales que los que entrenan una hora».

Nivel de los entrenadores

Su dedicación es «absoluta» y persigue crear a futuros profesionales. «No tienen que descartar esa idea. Aunque siempre con los pies en el suelo porque es difícil». Y más aún en la actualidad, cuando el nivel de la cantera ha descendido porque «la motivación se pierde pronto». No sólo eso, sino que tampoco hay calidad en los jóvenes que quieren ser entrenadores. «Es por falta de compromiso. Por eso, las categorías inferiores están tan flojas».

Sin embargo, este alavés no cesa en su empeño de seguir adelante en esta especie de «locura», que requiere tanto esfuerzo por su parte. Lo único que le anima a continuar igual que cuando se embarcó en este reto es el cariño que siente por el basket. Una actitud que quiere trasladar a sus alumnos. Sólo una cosa le haría cambiar de opinión: «El día que pierda la ilusión o no pueda ilusionar a los demás, abandono».

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