Tener y no tener

La selección española tiene un excelente medio campo, compuesto por dos de los jugadores más creativos del Barcelona, seguramente el equipo más imaginativo del mundo, más el cerebro de los cañoneros del Arsenal, que se han vuelto incomparablemente más científicos y delicados de lo que nos contaba Nick Hornby en 'Fiebre en las gradas', desde que llegó Arsène Wenger, y el medio de contención de un equipo rocoso como el Valencia, que les cubre las espaldas por delante de la defensa. Y aún queda en la reserva, esperando su oportunidad, nada menos que el organizador del Liverpool.

A veces las cosas son tan sencillas como dejar que sean los mejores quienes marquen el estilo. Si España tiene un excelente medio campo, es natural que el equipo se dedique a tener el balón, a tocar más en corto que en largo, a esconderlo hasta poderlo entregar, de la manera más sencilla, al compañero desmarcado, a tirar paredes cortas, a arriesgar en largo sólo cuando hay un buen desmarque. Así, pasándose el balón con técnica, confianza e imaginación, llegó el extraordinario gol de los sesenta y cinco toques, un prodigio culminado por un jugador más potente que técnico, Sergio Ramos, quien, como conjurado para no estropear el ensalmo, remató el rondo más largo del mundo con una delicadeza de cuchara. Las cosas son a veces más sencillas de lo que parece, tanto como dejar que lleven la batuta los más dotados para la dirección de orquesta. La selección española seguramente tiene algunos problemas en la defensa, y nunca parece llegado el momento en el que sus delanteros dejen de ser eternas promesas. Es una historia larga y recurrente. Ahora bien, en este momento, el medio campo de la selección es comparable al de cualquiera otra, de manera que parece elemental que sea esa línea la que marque el estilo del equipo. Sería un disparate que con ese medio campo se intentara emular la tópica furia española. Por cierto, en la única ocasión que España ha ganado algo, precisamente la Eurocopa, los jugadores del centro del campo eran Suárez, Pereda, Fusté y Lapetra, quienes sabían hacer con el balón cosas diferentes que quitárselo de encima o verlo pasar por encima de sus cabezas.

El Athletic jugó un interesante partido contra el Milán. No era el mejor Milán posible, pero fue un digno Milán, y el Athletic dio una buena impresión, tanto con los titulares como con los teóricos suplentes. Quisiera señalar dos consideraciones optimistas. La primera, que pareció probado que la plantilla es más larga que en otras temporadas. La segunda, que llegó al fin la esperada reivindicación de David López. Dio la impresión de que tomó el mando en un golpe de autoridad. Se puso a dirigir al equipo, se lo hubieran encomendado desde el banquillo o no, como pidiendo la palabra para decir que sabe hacerlo, que le gusta hacerlo y que sería bueno para todos que lo hiciera más a menudo. Por primera vez en la temporada remató, además, con potencia y colocación.

Tener el balón o rifarlo, he ahí el dilema. Si tenemos una defensa sólida por el centro, dos laterales que han demostrado sobradamente que saben subir el balón jugado, y un medio campo con diversas alternativas plausibles,... ¿es acaso por seguir no se sabe qué arcaica tradición, que tal vez tuviera sentido cuando se jugaba de otra manera (más tosca), por lo que llevamos toda la temporada pegando pelotazos desde atrás, como si fuéramos los padres fundadores en la campa de los ingleses?