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ENJAULADOS. Los animales liberados malvivían en el interior de un cobertizo repleto de excrementos y sin casi agua ni comida. / ASOCIACIÓN PROVIDA ANIMAL
VIZCAYA

La Ertzaintza busca al dueño de un caserío de Mendata acusado de grave maltrato de animales

Un juez ordenó liberar una treintena de perros, gatos y aves, que sufrían heridas por las cadenas que los ataban y vivían sin agua ni comida en una chabola

JOSU GARCÍA j.garcia@diario-elcorreo.com

Martes, 2 de octubre 2007, 12:36

Un juez de Gernika ordenó ayer la liberación de una treintena de animales que permanecían confinados en «degradantes condiciones higiénicas», en aparente estado de abandono y en algunos casos con heridas en el interior de un minúsculo cobertizo situado muy cerca de un caserío de Mendata. La Ertzaintza investiga ahora quién es el propietario de la chabola, que podría ser condenado a entre tres meses y un año de prisión por un delito de maltrato animal.

Siete perros, 8 conejos, 3 gatos, 3 ocas, dos ovejas, un faisán, varios hamster, gallinas y hasta dos erizos... Los agentes que acudieron a la pequeña localidad de Busturialdea para cumplir la orden judicial se hallaron con un auténtico zoológico en un cobertizo de apenas una decena de metros cuadrados. «La imagen era penosa; aquello era un museo de los horrores», repetía ayer Marta, visiblemente indignada. Esta joven voluntaria pertenece a la Asociación Provida Animal, el colectivo que denunció los hechos ante la Policía autonómica el pasado domingo.

La voz de alerta la dieron los propios vecinos del barrio El Molino, que llevaban «más de dos años» alarmados por los continuos ladridos, maullidos y todo tipo de quejidos animales que provenían del chamizo, según consta en la denuncia a la que ha tenido acceso este diario. Los residentes de Mendata se pusieron en contacto con la asociación para tratar de investigar lo que allí sucedía.

Marta y varios miembros más del grupo se acercaron a la zona el mismo domingo. Había varias jaulas con perros en el exterior de la chabola, a la que no pudieron acceder, pero en la que había indicios que apuntaban la existencia de más animales recluidos. Eso fue lo que, horas después, pusieron en conocimiento de la Ertzaintza, que pudo comprobar 'in situ' la veracidad de la denuncia.

Olor nauseabundo

Sin embargo, cuando los agentes abrieron el cobertizo un día después con una orden judicial en la mano, se enfrentaron a un panorama todavía más penoso. «Nunca olvidaré lo que allí vi», aseguraba Marta. «Había muchas jaulas y los animales sobrevivían hacinados y cubiertos de heces. Además, no encontramos agua ni comida y el suelo era una capa de excrementos de más de diez centímetros», recuerda la voluntaria. Hasta los propios agentes tuvieron que taparse la nariz para protegerse del nauseabundo olor. Algunos de los animales presentaban magulladuras y heridas, según se aprecia en algunas de las fotografías que la Asociación Provida tomó en el lugar. «Todos estaban confinados en pequeñas jaulas o atados con cadenas al cuello». Desencarcelar a los gatos, por ejemplo, se hizo tarea difícil por su propia agresividad, acentuada por el encierro. Algunos ejemplares llevaban «más de un mes sin comida ni nada que beber».

Los animales de granja y los salvajes fueron trasladados con urgencia al centro de la Diputación en Gorliz (Base Gorria), mientras que la empresa especializada Zaunk se encargó de llevar los canes y felinos a su centro de Iurreta. «La verdad es que estaban mal», aseguraba Gorka Fernández, el director de las instalaciones caninas, donde se les desparasitó y limpió.

Las labores de atención se prolongaron durante toda la tarde. Marta y María, otra compañera del colectivo de defensa de los animales, se confesaban rendidas. «Hemos pasado todo el día para solucionar este asunto, pero nos vamos a casa muy satisfechas porque, por primera vez en muchos años, la Ertzaintza y las autoridades judiciales han actuado de una manera eficaz en Vizcaya. Sólo tenemos palabras de agradecimiento para ellos», manifestaron.

En un jardín aledaño jugaban algunos de los perros liberados. Otro de los canes, «el que peor está», se mantenía tranquilo y miraba a una pared sin querer salir al exterior. La Ertzaintza deberá identificar ahora al responsable o responsables de la situación en la que se hallaron los animales y dar traslado posterior al juez de su atestado.

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