Solidaridad entre generaciones

Ese lugar no es imaginario, existe, se llama Centro Intergeneracional de Referencia Macrosad y está en Albolote (Granada). Estos días Carmen no acuna a sus bebés, claro. El confinamiento por la pandemia ha puesto patas arriba el mundo entero; también este y muchos otros proyectos intergeneracionales que se están llevando a cabo en España y el resto del planeta, y que se han tenido que reinventar con las tecnologías –fundamentalmente las videollamadas que todos estamos utilizando– para seguir con su empeño de conectar a personas de diferentes edades. Con el convencimiento de que eso nos enriquece a todos.

Porque, este año, el Día Europeo de la Solidaridad y la Cooperación entre Generaciones se celebra paradójicamente con ellas más distanciadas que nunca. Los mayores separados de todos por su propia seguridad, los niños, encerrados por otro lado hasta el pasado domingo, lejos de sus abuelos para no contagiarlos, por si acaso. Mayores recluidos en sus residencias sin ver a sus hijos, hijos sin tocar a sus padres...

«La actitud preventiva que pueda surgir ante los contactos entre personas de distinta edad, sobre todo entre infancia y juventud y las personas mayores, está introduciendo un nuevo concepto de riesgo que puede llegar a cuestionar y limitar las relaciones intergeneracionales», advierte Mariano Sánchez, profesor de Sociología en la Universidad de Granada que lleva más de 20 años investigando este tema, en la actualidad como director de la Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales. «Así que debemos alertar a la sociedad y afirmar que no son las relaciones entre las generaciones las que provocan riesgo de contagio, sino los contactos físicos entre personas, tengan los años que tengan. Hay que evitar el 'edadismo', marginar por edad».

¿Y por qué es tan necesaria la comunicación entre distintas edades? Quien más quien menos se beneficia de las relaciones intergeneracionales dentro de la familia, pero... «¿ha pensado usted en cuántos de los contactos de su agenda telefónica pertenecen a personas de una franja de edad diferente a la suya, familia aparte?», pregunta Sánchez. Se explica: «Además de oportunidades de obtener afecto (acuérdense aquí de Carmen, sus bebés y viceversa), las relaciones intergeneracionales son fundamentales para que los miembros de una sociedad puedan entenderse a sí mismos, comprender su entorno y conocer el ciclo vital, orientar sus vidas y proyectarlas en el futuro». Es algo que están haciendo dos escuelas públicas de Granada, Federico García Lorca y Gallego Burín, en sus aulas de Primaria, adonde acude una veintena de personas mayores del entorno seleccionadas y enseñadas para poder dar 15 minutos de clase a la semana sobre aprendizaje de lectura y matemáticas.

Otro ejemplo: universitarios que preparan sus proyectos de emprendimiento con la ayuda de Seniors Españoles para la Cooperación Técnica (Secot), «empresarios y ejecutivos jubilados que de forma voluntaria comparten su experiencia. Los jóvenes se benefician de su saber y los mayores sienten que su conocimiento sigue siendo aprovechado», aclara Sánchez. ¿Más? Mayores que ceden con la ayuda de un mediador una de las habitaciones de su casa a un estudiante, en lo que se conoce como 'alojamiento por compañía'. En esa onda se enmarca la iniciativa de la 'startup' vasca Kuvu: opera en Bizkaia y Madrid y busca mejorar la calidad de vida de las personas de más de 55 años que viven solas y tienen una habitación libre; y, por otro, ofrecer a jóvenes un alquiler digno y asequible. Ahí va otro ejemplo: la Diputación de Soria promueve 'SabeRural', un semillero intergeneracional para recuperar el folklore popular con encuentros entre jóvenes y veteranos que intercambian información para evitar la desaparición de esta parte de su historia. No se vayan todavía: el proyecto 'Intergen Barakaldo', en Bizkaia, une a adolescentes y mayores en talleres de 'aprendizaje mutuo' sobre nuevas tecnologías, huertos urbanos, construcción de mobiliario y juegos tradicionales.

Pero en el día a día hay una gran ausencia de escenarios donde se promueva este tipo de contactos. Imaginen otra vez. Ahora un autobús, lugar donde coincide una gran variedad de individuos. «Hay asientos reservados para personas mayores, con discapacidad y embarazadas –observa el sociólogo–. Pues se me ocurre poner al lado unos asientos con cinturones para que los niños puedan colocarse con los mayores y charlar durante el trayecto. Piensa ahora en un hipermercado, pon unos bancos para que el que lo necesite se siente a descansar un rato, y a su lado un espacio de juegos». Considera que, en los parques, los aparatos de gimnasia geriátrica deberían colocarse siempre junto a los columpios infantiles. «Y en las bibliotecas los niños suelen estar separados... pues sería bueno crear unas zonas mixtas».

Como las dispuestas en el Complejo Intergeneracional Ovida, residencia para mayores y a la vez de estudiantes en Oviedo. Tiene tres módulos: asistencial para los dependientes, apartamentos para mayores que se valen por sí mismos y habitaciones de alumnos. A veces los estudiantes de música dan conciertos para todos.

Ay, y cómo lo estará pasando Carmen sin sus bebés, y estos, sin sus abrazos y canturreos... Pero en el centro de Albolote no permiten que el distanciamiento físico decretado por el confinamiento se convierta en distanciamiento social, y han abierto un álbum 'online' donde mayores y padres de los pequeños comparten fotos y buenos deseos hasta que vuelvan a abrazarse. Pues ahí está Carmen con este mensaje: «Tengo muchas ganas de que se acabe ya todo el lío este para poder salir y ver a los niños, que me acuerdo mucho porque me pasaba la mañana entera con ellos y no me ocupaba de nada más...». En otra foto se la ve sujetando un enorme cartel con dibujos de flores y corazones que, por su discapacidad, alguien por fuerza le habrá tenido que leer. Dice así:«Gracias, Carmen, por la huella tan bonita que marcas en nuestros corazones. Te queremos».