Borrar
'Te quiero como amigo' y más frases manidas que dicen una cosa y 'cuentan' otra

'Te quiero como amigo' y más frases manidas que dicen una cosa y 'cuentan' otra

Las expresiones 'estandarizadas' sirven para no hacer daño a los demás y para proteger nuestra imagen personal: «Una sociedad donde no se usasen estas fórmulas podría ser cruel»

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Miércoles, 20 de enero 2021, 19:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si tuviésemos una pantalla en la frente donde se pudiese leer el significado real de lo que estamos diciendo con palabras, a lo mejor se produciría una hecatombe mundial. Porque muchas veces –muchísimas, y si no, hagamos todos un día el experimento de contarlas– decimos una cosa pero estamos pensando otra. Y no hablamos de fingir o engañar abiertamente: se trata de quedar bien, de no ofender, de evitar hacer daño a nuestro interlocutor, de suavizar nuestros mensajes. En condiciones normales, no queremos que lo que salga de nuestra boca –así, sin filtro– haga polvo a otro. Entonces, ¿lo hacemos por bondad, por empatía? En gran medida sí, pero también por un motivo 'egoísta': no queremos que nuestra propia imagen pública, nuestra marca personal, quede perjudicada por nuestra falta de tacto.

Por eso, para cortar una relación se usan un montón de frases manidas –'te quiero como amigo', 'no eres tú, soy yo'...– y para eludir cualquier mala noticia damos mil rodeos y recurrimos a todas las muletillas del mundo. Que están vacías de significado en sí, porque con el uso se han convertido en fórmulas hechas que nos ayudan en los trances difíciles. Desde el punto de vista lingüístico, el uso de estas frases comodín se explica mediante la llamada teoría de la cortesía. «Se trata de no decir abiertamente lo que pensamos para evitar un daño –explica Inés Lozano, profesora de la Universidad de La Rioja e investigadora del grupo de Semántica, Sintaxis y Uso del Lenguaje–. Una gran parte de lo que comunicamos se hace mediante una inferencia, es decir, diciendo una cosa para expresar otra. Por ejemplo, si alguien dice 'qué frío hace aquí', puede estar transmitiendo 'cierra la puerta'. Es lo que se llama una indirecta. En otros contextos, uno puede decir 'he estudiado poco para el examen' para dar a entender que va a suspender».

Este mecanismo por el que vamos 'traduciendo' lo que decimos y lo que escuchamos requiere unos códigos compartidos. Muchas veces, culturales. Por eso, por ejemplo, la teoría de la cortesía se entiende de modo distinto en Japón que en España. «Ellos dan muchos rodeos. Tienen una tradición de la distancia, de agradar y respetar mucho más arraigada que nosotros, que somos más directos. Y también pasa en los países anglosajones. Yo he vivido en Estados Unidos y en Reino Unido y, por ejemplo, para desconectarse de una videoconferencia hacen cosas muy raras, cuando para nosotros lo normal es decir 'bueno, lo dejamos ya'», resume Lozano. Vamos, que en el espectro de cortesía de las sociedades avanzadas... tiramos a bruticos. Eso no quiere decir que no usemos frases hechas para «tamizar» nuestro discurso. Lo hacemos constantemente. «Es un recurso muy necesario, demuestra empatía y preocupación por los demás. Una sociedad donde no se usasen estas fórmulas podría ser cruel y nos obligaría a armarnos de paciencia... y no la tenemos. Estamos sujetos a vaivenes emocionales y necesitamos protegernos los unos a los otros», aclara la investigadora. Es decir, que con discursos sin suavizar acabaríamos a tortas o de bronca en bronca, y eso no es sano ni práctico. «Se puede ser sincero, pero sin que tus palabras supongan un ataque directo», apunta. ¿Cómo? Por ejemplo, si un amigo te pregunta qué tal le queda el traje nuevo, mejor no digas 'das pena'. Eso duele y nos deja a nosotros como unos insensibles. ¿Mentimos entonces? No, hay una tercera vía. 'No sé si es mucho tu estilo. Si quieres, la próxima vez que vayas de compras, te acompaño'. Mejor, ¿no? Al final, estamos diciendo que le queda mal, se lo estamos dando a entender, pero sutilmente. Todos sabemos 'comprender' este lenguaje, salvo algunas personas con trastornos cognitivos que sólo se ciñen a lo literal.

«A menudo, lo mejor es no decir nada»

Desde el punto de vista de la Psicología, esas frases comodín son fruto de una herencia aprendida. «Vamos a lo que hemos escuchado en otras ocasiones; es decir, a nuestra zona de comodidad. Repetimos esos patrones aprendidos muchas veces sin cuestionarnos si es lo más adecuado», afirma la psicóloga Elisa Sánchez. O sea, que somos unos comodones.

Para ella, estas fórmulas de cortesía que pretenden no hacer daño a veces acaban causando el efecto contrario. Suenan tan vacías, tan poco sinceras... «Lo vemos claro cuando nos convertimos en receptores y pasamos por una situación difícil y escuchamos esas frases sin empatía. Nos molesta», apunta la psicóloga. Esos 'te acompaño en el sentimiento' cuando quizá ni conocías al difunto, por ejemplo, ese 'tú puedes, ánimo' a un enfermo terminal... «En muchas ocasiones, lo mejor es no decir nada». Para Sánchez, es fundamental desarrollar la asertividad, la capacidad de expresar lo que se piensa, se siente y se desea siendo sincero y respetando los sentimientos de los demás. Esta habilidad nos ayudaría a reducir la cantidad de frases manidas que usamos para resultar diplomáticos, como las de este pequeño glosario.

  1. «Te quiero como amigo»

Traducción: 'No te quiero de pareja'. Expresa una afirmación porque es más fácil que una negación. «Aquí 'matizamos' para no herir cuando damos un plantón. Es una manera de decir que lo sientes», apunta Lozano.

  1. «Tenemos que hablar»

Traducción: o te va a dejar o quiere bronca. Tal y cómo está formulada, esa frase es el anticipo de un mensaje negativo. «Es que ya está muy convencionalizada.Si lo que nos van a contar es positivo, no lo anunciamos así», indica Lozano, quien dice que es una de esas frases «fosilizadas» cuyo significado deja poco lugar a interpretaciones. La psicóloga Elisa Sánchez apunta una alternativa. Algo así: «Cuando estamos varios días en los que hay muy poca comunicación entre nosotros, me siento triste porque para mi es fundamental la conexión contigo, la cercanía y el contacto físico; ¿podemos hablar ahora sobre ello?».

  1. «No soy mucho de pisto»

Traducción: 'Qué asco el pisto'. Es un caso claro en el que se modifica el mensaje porque no te gusta nada. «Si medio te gusta, te lo comes sin decir nada», apunta Lozano. «Pero ¿quién le dice 'qué asco' a alguien que te ha preparado la comida con cariño?».

  1. «Pongase en lo peor»

Traducción: 'Se va a morir'. Esta fórmula es muy usada por los sanitarios, que evitan mencionar la palabra 'muerte'. Es una especie de tabú. Busca preparar el terreno y que saquemos conclusiones nosotros mismos. Hay casos como el del televisivo doctor House, que lo soltaba todo sin paños calientes. Y nos hacía mucha gracia. «¡Porque no nos pasaba a nosotros! Es un caso claro de persona sin filtro y por eso es recordado, porque no es lo común», argumenta Lozano.

  1. «No estoy enfadada»

Traducción: 'Estoy mal'. «Es como cuando nos caemos y decimos 'no me he hecho daño' y nos levantamos rápido. A nadie le gusta pasar por la humillación de caerse o mostrar enfado. Evitamos atraer la atención de los demás por algo malo (para nosotros,g es importante proteger nuestra imagen positiva)», detalla la especialista de la Universidad de La Rioja. «Nadie quiere quedarse en un momento socialmente incómodo y por eso decimos este tipo de cosas aunque sea evidente que no son verdad», añade.

  1. «Me he puesto lo primero que he pillado»

Traducción: 'Me he probado docenas de outfits'. Este es el fenómeno contrario a la hipérbole. «Te 'rebajas' porque socialmente está mal visto ser presumido. En Japón lo hacen mucho: por ejemplo, una vecina alaba el jardín de otra y, como respuesta al cumplido, dice que no, que está fatal», cuenta Lozano. Otra vez protegemos nuestra imagen personal. Es como el 'yo no veo la tele', tan manido. Queremos indicar que hacemos cosas más interesantes.

  1. «¡Una más y para casa!»

Traducción: 'Hay que ir pensando en irse'. «Es un caso claro de inferencia –dice Lozano–. No queremos decir que vaya a ser una ronda más (igual son tres) sino que hay que ser consciente de la hora. Es para preparar el terreno».

  1. «Has hecho un trabajo... digno»

Traducción: 'Vaya basura'. Se usan en ocasiones adjetivos o adverbios con la intención de ser cortés, pero no queremos mentir. Si un jefe nos dice lo del trabajo digno es que esperaba más. Es como si nos indican que nos quieren «bastante» o que somos «suficientemente» capaces. Es horrible, ¿no? Sí, porque se nota «que han modulado el mensaje para evitar tensión». ¡Pero querían que nos diésemos cuenta de la verdad! ¿Cómo sería la manera correcta de hacerlo desde la asertividad que aconseja Elisa Sánchez?: «Quería comentarte el informe. La extensión y maquetación me parecen muy adecuadas, enhorabuena. Sobre la redacción creo que hay que realizar ajustes. Te paso datos actualizados y he marcado en amarillo errores tipográficos. Las conclusiones, muy precisas y útiles». Una de cal y otra de arena y ser constructivo.

  1. «No estás gordo, eres de constitución grande»

Traducción: 'Madre mía, cómo te has puesto'. Justificas el volumen para no 'culpabilizar' pero está claro lo que piensas. Ofrecerte a hacer deporte y recetas sanas evidencia un interés por el peso de esa persona. Duele menos que un 'pero qué gordo estás' y se dará cuenta de que tiene que perder peso.

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios