Borrar
R.C./FREEPIK
Necesitamos hablar de otra cosa

Necesitamos hablar de otra cosa

La sobreexposición a la crisis nos mete en un peligroso bucle sin salida

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Miércoles, 18 de marzo 2020

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Al encierro físico que vivimos estos días, se suma una especie de confinamiento mental en el que lo único que recibimos es información sobre el coronavirus. A la oficial y necesaria, la que encontramos en periódicos, radios y televisiones, hay que añadir la que nos llega a través de las redes sociales, Facebook, Twitter... y por medio de nuestro WhatsApp. Porque cada vez que echamos un vistazo al móvil nos encontramos con decenas de mensajes en cada uno de nuestros grupos, y entre ellos hay vídeos supuestamente informativos, chistes, diversas propuestas, consultas varias, informaciones falsas, advertencias dudosas... Pero sea como sea, el tema es el mismo, la crisis que padecemos. Toda esta sobreexposición, este estar permanentemente con el coronavirus encima de nuestra cabeza como espada de Damocles puede afectar a nuestra salud mental, alertan los expertos, que defienden la necesidad de, una vez informados con las necesidades de cada día, cerrar el grifo del virus y abrir otro por el que fluyan asuntos que nos 'laven' de toda esta carga que llevamos.

El psicólogo José Antonio Luengo recuerda que «en estas situaciones de crisis que no comprendemos, en la calle y los medios de comunicación solemos usar una palabra, psicosis, pero en realidad es un término incorrecto que se refiere a una patología mental con disociación de la realidad, más cercano a la locura. La palabra correcta sería neurosis, y aquí todos somos un poco neuróticos, recurrentes, obsesivos... Entramos en bucle, con pequeños trastornos obsesivos compulsivos...». Explica que es precisamente eso lo que ocurre con la sobreexposición a las noticias que nos alarman, como las de esta crisis que nos afecta a todos y a nuestra salud: «La cantidad de datos, cifras y aspectos que ya conocemos provoca un estado de alarma mental que genera obsesiones, ideas recurrentes, una visión en túnel de la realidad que es extremadamente peligrosa, porque desaparecen los pensamientos positivos y nos centramos en los negativos, en este tema que en el fondo nos habla de enfernedad, muerte y crisis económica».

Y lo que se puede decir, las propuestas planteadas, son cosas de sentido común, que la información es buena, por supuesto, especialmente cuando es buena de verdad, es decir, oficial, «pero la sobrecarga es nociva, pues anula nuestra capacidad de observar otras opciones». Los expertos aconsejan dedicar un tiempo por la mañana a informarnos a partir de fuentes oficiales en periódicos, radios y televisiones, y entrar también en nuestro Twitter y Facebook, pero después cerrar esa ventana y dedicarnos a «todas esas cosas que son nuestra vida, a leer e informarnos de otros asuntos, a espacios de ocio, a hacer esas cosas que siempre nos estamos quejando que no podemos hacer, estar con nuestros hijos y pareja de otro modo», dice el especialista. Pero, sobre todo, intentar sustraernos a todos esos mensajes «con información que muchas veces es falsa, bazofia, mentiras, comentarios banales, ridículos y poco constructivos... Si no miramos a otra parte, podemos llegar a estar absorbidos con solo una parte de la verdad».

Otras crisis

Luengo se acuerda de otras situaciones de confinamiento que conllevaron mucho sufrimiento y también sobreexposición al problema: «Me decía un amigo que a su madre, que vive sola, se le escapaban las lágrimas porque todo esto le recordaba al 36, y sucede que a muchas personas de más de 80 años les viene aquello a la cabeza, días en los que en la calle no había epidemia pero sí balas». Pone también como ejemplo la crisis de la colza, que provocó mucha neurosis entre la gente, obsesión por no enfermar por los productos ligados a aquel aceite, la preocupación de la gente que llevaba tiempo usándolo... Y más cercano en el tiempo, los atentados terroristas yihadistas, el 11-M, «que lo llenaron todo y generaron miedos y obsesiones... Pero salimos reforzados, fortalecidos, y aquí ocurrirá lo mismo».

Juan Cruz, psicólogo clínico consultor, considera que vivir esta situación amenazante «supone una fuente de estrés y de preocupación que ayuda a evitar los riesgos del coronavirus y junto al miedo a contagiarse o contagiar permite tomar las medidas de precaución». Pero al mismo tiempo que es importante tener la información necesaria, también lo es entender que un exceso de información puede producir «bloqueo emocional, mental, ansiedad y estrés, que incide negativamente en el sistema inmunitario y en la salud». Insiste en que, al ser una situación mantenida en el tiempo, cambiante y de incertidumbre, «es importante abrirse a nuevas actividades que ayuden a centrar la atención en más posibilidades y situaciones para pensar, sentir y actuar de diferentes maneras».

Pone como ejemplo al psiquiatra Viktor Frankl, a quien su experiencia en los campos de concentración y su formación le permitieron hacer una «gran reflexión sobre el sentido de la vida y cómo afrontar la adversidad. Nos enseñó que 'tener ilusiones y proyectos para el futuro mantiene la esperanza, fortalece el estado de ánimo y el compromiso con la salud para sobrevivir a situaciones extremas'. Como muy bien nos muestra la película 'La vida es bella'».

Algunos consejos

  • Tener rutinas para el teletrabajo, el autocuidado, mimar a la familia.

  • Disfrutar de una buena película, lectura, actividad lúdica o creativa, museos virtuales, juegos, radio...

  • Practicar ejercicios de respiración y relajación percibiendo aves, plantas o nubes desde la ventana.

  • Hacer un diario de cuarentena con texto, dibujos, fotos...

  • Mantener el sentido del humor. Espacios de silencio y soledad para conectar con lo que se siente.

  • Pensar que cuando salgamos de esta nos acordemos de disfrutar intensa y respetuosamente la vida

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios